Glasgow Pub
Si te sorprende un grupo de amigos "gringos" de visita por la ciudad y quieres hacerlos sentir como en casa hay un sitio especial para eso: Glasgow Pub. Con una barra generosa, de selección dedicada y una oferta precisa de tablas y pizzas, este lugar, que da la sensación de estar en el centro cívico de Escocia, nos atrajo para pasar un buen rato la noche del sábado.
Llegamos cerca de las 22 horas y nos sorprendimos porque había una mesa desocupada en la terraza, ya que siempre que hemos intentado ir sin reserva ha sido imposible porque nos hemos encontrado con muchos grupos de personas esperando entrar, sobre todo un día sábado. Nos dimos el gusto de elegir y preferimos sentarnos en la barra, ya que al parecer es más emocionante ser atendido por el mismo genio que prepara el mojito o te sirve cuidadosamente la cerveza. En la barra, donde podemos ver de todo tipo de licores y destilados, hay además una gran variedad de cervezas nacionales e internacionales en exhibición. Tienen distintos tipos de copas con logos de cervezas, que cuando te la sirven en ellas, es como si tuviese más propiedad tomársela, ya que es como comer directo de la olla; algo que siempre se disfruta.
Ya sentados, la anfitriona, una mujer muy amable como el resto de los garzones, nos ofrece la carta. Probé el vodka maracuyá sour; estaba buenísimo, ligero de consistencia y dulzor perfecto, servido además en vaso y no en copa lo que hace que la cantidad sea más de lo esperado. Mi acompañante pide una cerveza Primator Premium Lager, cerveza rubia no muy amarga con aromas cereales de procedencia checa que acompañó perfectamente a la hamburguesa con tocino y huevo frito que pidió para comer. La hamburguesa es casera, muy sabrosa y acompañada de unas crujientes papas fritas con cebolla caramelizada, la que equilibra el amargor de la cerveza y suaviza los demás ingredientes. Todo esto en un pan que está afortunadamente fresco. Para mí, fue el turno de la pizza Dunkel, con masa a la piedra, queso, pollo, avellanas y crema. La crema le da un toque increíble y las avellanas aportan textura y un tostado muy rico. La pizza que pedí era tamaño individual, más que suficiente para una persona. Se puede ver que existe cuidado de la calidad de los productos que ofrecen, en la barra y en la cocina. El ambiente del lugar es muy grato, toda la gente parece estar en la misma sintonía de comer y tomar algo rico, acompañado de una música ambiental ad-hoc que te deja conversar y que además cumple toda expectativa de buena atención al cliente, una de las cosas más difíciles de encontrar en cualquier lugar al que vamos. Al parecer, el hecho que sea atendido por su dueño hace que el servicio sea realmente de calidad y muy cercano. Como ven, todo parece funcionar en esta cápsula que te transporta a lugares más lejanos y que de todas maneras vale la pena visitar, y más de una vez.