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Cariño Malo

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Definitivamente no hay muchos lugares como este, escondido en una antigua casona porteña cerca de la plaza Aníbal Pinto en Valparaíso, el restaurant Cariño Malo guarda como un tesoro la esencia de la comida criolla. Como toda casona porteña, nos reciben cielos altos y coloridas murallas rojas, puertas de madera y una ventana al centro del salón que da para la calle y te da una vista entretenida. Nos atienden muy rápido y como si nos conocieran de toda la vida. Preguntamos qué es lo que tenían de menú y nos señalan una de las paredes que funciona como carta, escrita a mano con tiza, un detalle muy acogedor y práctico a la hora de elegir qué comer. La oferta es pequeña pero así y todo parece difícil decidirse, costillar, pastel de choclo, legumbres, guisos, pasta fresca, etc. todos platos de antaño. Decidimos ir por lentejas con chorizo y mote guisado con verduras, que venían acompañados de una pequeña ensalada de lechuga, tomate y zanahoria. Los vegetales de la ensalada parecían cosechados recién por lo que se puede ver que ponen mucho cuidado en la calidad de los productos. Las lentejas llegaron en paila de greda, lo que ya nos predispone a disfrutar aún más el plato. Estaban sabrosísimas, el chorizo intensificaba aún más el sabor, bien condimentadas y de buena textura, no muy líquidas ni muy espesas. La temperatura como si recién hubiesen terminado de cocinarse. El mote guisado por su parte me sorprendió. Si bien he cocinado de distintas formas el mote como arroz o risotto, no lo había comido guisado y estaba delicioso. El mote estaba en su punto, con esa textura media chiclosa tan particular que personalmente me encanta. Estaba acompañado por berenjenas, zapallito italiano, pimentón, cebolla, zanahoria y papas con cáscara. Los vegetales alivianaban esa contundencia que le entregaba las papas a la preparación. Las porciones son grandes, no desproporcionadas, pero suficientes para quedar listo como para una siesta. No tienen agua embotellada pero te sirven agua saborizada, con una hojita de apio, que te espera en la mesa y que acompaña bien el contundente almuerzo. Una visita obligada para todo el que pase por ahí y quiera tener una experiencia memorable y a un precio para todo bolsillo.

Expo de obras que mutan y se transforman en Viña

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El destacado grabador, pintor, escultor, fotógrafo y académico Francisco Rivera Scott presenta su obra reciente en la propuesta visual "Sistemas Progresivos Opuestos - Procesos Sucesivos II" en la Sala Viña del Mar, ubicada en calle Arlegui.

La muestra da cuenta de la pulcritud técnica del artista y de la agudeza conceptual que logra plasmar en su trabajo que es fruto del análisis permanente sobre la forma y el color en sus 50 años de trayectoria artística.

"Lo único que vemos los seres humanos son colores y formas de ríos, montañas, lámparas, sillas, mesas, casas, a las que le hemos puesto nombre para poder comunicarnos con los demás, por eso me interesa el juego de las formas en su máxima expresión y sus relaciones", señala Rivera Scott.

mutación

Las obras cuentas con relieves, trabajo de cortes y ensamblajes que evidencian la abstracción que adquiere cuerpo con el color que cobra protagonismo sobre la madera.

Para Rivera Scott "el tema está en la relación que se produce entre una y otra obra, porque existe un diálogo, un tránsito entre ellas y lo que no está en una está en otra. Eso enuncia un proceso, la mayoría son cuadradas y algunas son rectangulares, lo que significa un sistema, un método a través de una figura simétrica que voy desarticulando en sus propias estructuras".

Se trata de una propuesta estética en que las formas se desmantelan, se intervienen unas a otras en un trabajo conceptualista de la pintura como un código de comunicación, cargada de significación y no de representación del mundo.

El artista trabaja con materiales alternativos a la tela, como la madera, para buscar un lenguaje inédito y propio, por lo que no le interesan las retrospectivas ya que prefiere exponer lo que tiene vigente en la actualidad.

"Mis obras tienen movimiento dependiendo del lugar desde el que se las mira, tienen un proceso de mutación y transformación, que es como la vida, la naturaleza es así", destaca el artista.

Los procesos sucesivos compuestos refiere a que siempre trabajaba con los contrarios, con excavados en un cuadro y relieves en otro, para dar una imagen de complemento entre ellos, en una transformación constante.

Francisco Rivera Scott, se formó en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar, que celebra 80 años de historia, bajo tutela del maestro Alemán Hans Soyka en pintura y dibujo, y en grabado de los maestros Carlos Hermosilla Álvarez y el Brasilero Roberto de la Mó. J