La droga que mantenía despiertos a los piratas
"Lamentablemente volví a tener razón. Nos cambiaron de lugar y no nos fuimos en los días que había dicho Fatig. Nos volvieron a mentir y nuevamente nuestro panorama se veía muy oscuro.
Nos llevaron al nuevo lugar, el cual era peor que el otro. Tuvimos que llegar a limpiar para poder poner nuestros colchones y ya en ese nuevo lugar no teníamos carpas, no llegaba agua y para poder beber algo debíamos juntar agua de cuando llovía o cuando traían agua de la ciudad, que era un agua de color verde, la cual debíamos hervir para poder tomarla.
Después comenzaron a quitarnos el agua. Había semanas que no nos daban nada y después, nos daban sólo tres litros para bañarnos. Esos mismos tres litros después los reciclábamos y los usábamos para lavar la ropa. Lo que hacíamos era poner una fuente bajo de nosotros mientras nos lavábamos.
Con el calor y la poca higiene a muchos nos comenzaron a salir hongos en el cuerpo, especialmente en la entrepierna. Como te decía antes, ahora estábamos bajo un nuevo escenario.
La verdad es que nunca supimos por qué Fatig, el segundo al mando de los piratas, nos había dicho que en diez días más nos íbamos.
Yo creo que lo hizo para burlarse de nosotros, para reírse en nuestras caras.
Cuando llevábamos dos días en el nuevo lugar aparece el propio Fatig con un grupo de gente. Me mandan a buscar. De repente se presenta un gordo inmenso que dice llamarse Johnny Hasag y me dice que es el nuevo negociador.
Cuando me lo presentan pensé que comenzaba todo de nuevo y que teníamos mínimo para un par de meses más. Con el negociador anterior, Charly, nunca supimos qué pasó; desapareció de un día para otro.
Me recuerdo que la primera vez que hablé con Johnny me hizo las mismas preguntas que me habían hecho todos. Qué sabía yo de la compañía, en qué me podía ayudar y un montón de cosas que yo ya me sabía de memoria porque decían todos lo mismo.
Lamentablemente no podía aportar mucho. Los datos que yo tenía de la compañía eran los mismos que yo les había entregado a los otros negociadores.
Al día siguiente me vuelven a llamar y me dicen que tengo que volver de nuevo a hablar con la compañía. Ahora ya no tenía que hablar con el director Klauss, sino que con un negociador profesional que habían contratado ellos de nombre Jhensen.
Tuve que explicarle a él que todo había cambiado y que ahora se debían entender con Johnny, ya que cada vez que los negociadores piratas eran removidos de sus puestos seguían llamando a la compañía como si todavía fueran parte de la negociación, tratando de engañar y sacar algo de plata; eran todos unos ladrones.
Hablé con Jhensen y después Johnny me dice que llame a mi señora. Me dice que tenía que llorar cuando hablara con ella para que mi mujer presionara a la compañía porque si no me iban a matar, en otras palabras me dijo que le pusiera color al asunto para que me creyeran.
Estaban Fatig y Johnny mirándome fijamente para que yo accediera a la petición de llorar por el teléfono cuando llamara a mi señora.
Yo accedí y agarro el teléfono para marcar. Al otro lado contesta mi hijo Sergio, el del medio. Él es el más apegado a mí desde que nació.
Cuando me agarraron los piratas él tenía ocho años y yo no había hablado con él durante todo ese tiempo, habían pasado casi dos años sin poder escuchar su voz.
Escucha mi voz y se pone a llorar. 'Papito te extraño mucho, cuándo vas a volver, te echo de menos', me decía mientras no dejaba de llorar.
Yo lo trato de calmar. Le digo que estoy bien y que todo lo que él ve en las noticias es mentira; que sólo estoy actuando para poder presionar a la compañía para que paguen el rescate. Mi hijo se calmó un poco cuando de repente me llega un tremendo combo en la cara.
El teléfono salió volando y yo caí al suelo. Johnny me dice: 'te estoy diciendo que tienes que llorar'.
Yo me paro y le digo 'cómo quieres que llore huevón, si estoy tratando de calmar a mi hijo. Yo no le voy a llorar a mi hijo que tiene ocho años. Cuando hable con mi señora si quieres lloro, cuando hable con la compañía si quieres lloro, pero no voy a llorar cuando hable con mi hijo'.
Johnny pesca el teléfono y lo corta y me tira una botella con agua en la cara. Yo me levanté y le di un empujón.
De inmediato se paró Fatig y sacó su pistola. Para mi sorpresa no me pegó a mí, sólo se acercó a Johnny y lo retó por haberme pegado.
Después llegué a donde estábamos y le conté al Soren. Él se asustó porque siempre después que me maltrataban o me pegaban a mí, le tocaba a él. Ese era el orden establecido por los piratas, primero me golpeaban a mí y después a Soren, él sabía que si me pegaban le iban a pegar a él.
A veces Soren decía que yo me sobrepasaba con los piratas y eso hacía que nos pegaran a todos. Lo que pasa es que yo no soy como él. Si a él le decían anda a cavar un hoyo lo hacía o si le decían tírate al suelo, también lo hacía.
Yo no lo hacía. Yo no estaba para el hueveo de los piratas. Ellos sólo eran guardias y a mí no me van a obligar a hacer nada; el jefe de ellos tal vez me podía ordenar algo, pero ellos no, además ellos tampoco podían actuar sin la autorización del jefe.
Cuando fue pasando el tiempo nos dimos cuenta que Johnny Hasag también era un sádico al igual que el otro negociador, Abdulah. La diferencia es que Johnny pegaba de verdad, los otros nos pegaban casi por encima, pero éste no, Johnny pegaba unos charchazos que te daban vuelta.
Lamentablemente Johnny le agarró mala a Soren y no le creía que estaba enfermo. Un día Johnny le dijo a Soren que no le importaba si se moría, total la empresa iba a pagar el rescate por mí y los filipinos.
A Soren lo fueron jodiendo síquicamente durante todo este tiempo; fue muy duro.
droga
Durante todo el tiempo que estuvimos secuestrados los piratas consumían una droga que se llamaba khat. Era una especie de mata de perejil, a la cual estos tipos les mordían el tallo para drogarse.
El tallo de la planta bota como una especie de jugo y ese jugo se lo metían la boca y lo dejaban ahí. El jugo del khat tiene un efecto similar al de la cocaína y te quita el sueño y estos tipos lo ocupaban para hacer turnos en la noche.
Lo malo es que esa droga es como un ácido y por lo mismo todos estos tipos le faltaban todos los dientes. La verdad es que la consumían mucho.
La droga llegaba todos los días al campamento en sacos de 50 kilos, a veces eran dos sacos los que se repartían entre todos los guardias que estaban ahí.
Cuatro de los guardias que estaban ahí trataron de robar uno de los sacos para después vender la droga y mataron al chofer el jeep que transportaba el khat.
Al final los descubrieron y los llevaron donde estábamos nosotros. Los comenzaron a interrogar para que acusaran al que había matado al chofer; ninguno de ellos quiso hablar.
Ellos eran todos familiares y Fatig les dijo que si en una semana no hablaban los iba a matar a los cuatro.
Pasó la semana y uno de los guardias me dice 'ahora' y se escucha una ráfaga de disparos. A los cinco minutos después se escucha una mujer llorando; era una de las hermanas de los muertos.
Después hasta el campamento llega Fatig, medio desorbitado y acelerado. A nosotros nos bajó el miedo porque pensamos que nos iba a tocar a nosotros ahora.
De repente me estira la mano y me dice que se la choque, como saludándolo. Yo pensé que estaba loco, había recién matado a cuatro tipos y ahora anda como si nada. Yo me fui para donde estaban los colchones y él me siguió para jugar a las cartas. Yo estaba tan nervioso que de verdad pensé que en cualquier momento me iba a pegar un balazo. J