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El drama del joven que quedó discapacitado por una broma

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Un joven alto y delgado observa la profundidad de la ex piscina de Recreo para tirarse un piquero. Unas chiquillas que acaba de conocer le gritan "¡Yapoh, Luciano, tírate!", pero el joven responde que está muy hondo y que mejor lo deja para otra ocasión.

Las chiquillas siguen insistiendo en que se lance, hasta que una de ellas corre hacia él y lo empuja. Todos ríen, luego todos gritan: Luciano cayó de cabeza al agua y se quedó flotando sin poder mover el cuerpo. "¡Llamen a una ambulancia!" son las primeras reacciones.

"Tengo rabia y pena"

La calle Pedro Prendes del cerro Barón tiene una cuesta tan elevada, que hasta los colectiveros y conductores del barrio le hacen el quite para no dañar sus vehículos. Los vecinos están conscientes de esta situación, por eso cuando escuchan hablar de Luciano, mueven la cabeza y dicen: "Ay sí, pobrecito, vive justo detrás de esta tremenda subida".

Luciano Benítez dice que por la broma quedó tetrapléjico y que por eso tiene que andar en silla de ruedas. "Tengo rabia, impotencia y pena, pero ya no hay vuelta atrás", son sus declaraciones.

No obstante, pese a lo dramático de su historia, Luciano sonríe y trata de llevarlo con calma. Por eso, entre risas tímidas, cuenta qué fue lo que pasó exactamente ese 4 de diciembre de 2010. "Ese día era sábado y estaba muy soleado, ideal para ir a la piscina. Por eso cuando salí temprano de la pega, a eso del mediodía, llamé a un amigo para que fuéramos a nadar a la ex piscina de Recreo", relata recordando la fatídica jornada.

Luciano por entonces tenía una relación sentimental con una joven que estaba embarazada de su segundo hijo. Y aunque las cosas entre ellos no estaban bien, él tenía toda la esperanza de que se pudieran arreglar.

"Mi amigo aceptó la invitación y nos fuimos para la piscina. Nos tomamos unas cervezas, conversamos de la vida, lo pasamos bien y compartimos como siempre, un momento agradable", dice el joven de 24 años.

discapacitado

Los amigos compartían solos, hasta que dos muchachas se les acercaron a meter conversa. "Nos empezaron a hablar y buena onda. Entonces ahí quise tirarme un piquero, pero como vi que estaba muy profundo, me arrepentí. Y ahí una de ellas me empujó en broma y quedé así", señaló dolido.

Luciano quedó flotando en la piscina sin moverse y varios nadaron hacia él para sacarlo de la piscina. Cuando ya estaba en tierra firme, pidió una ambulancia y se desmayó. "Cuando abrí los ojos vi que estaba en el hospital y trataba de recordar lo que había pasado. Me dicen que me van a operar y me desmayo de nuevo. Quedé en coma por dos semanas", explica el porteño.

Su madre, hermana, cuñado y pareja, estaban muy preocupados por él. Y cuando despertó del coma, ya tenía asimilado lo que estaba ocurriendo. "Como no sentía mi cuerpo, ya suponía que me estaba quedando inválido. Entonces cuando el médico me dijo que iba a quedar tetrapléjico de por vida, no me sorprendí tanto. Sí sentí rabia porque altiro pensé que todo iba a tener que postergarlo", declaró Luciano.

El porteño pasó Navidad y Año Nuevo en el hospital. Y su segunda hija, que hoy tiene cuatro años, nació cuando estaba en coma.

"Yo estaba en el piso de arriba luchando por mi vida y ella, abajo, llegando a este mundo. Fue fuerte y por eso es que más rabia sentía, de pensar en que mis hijos van a crecer y yo así", manifestó.

Sus hijos

Luciano salió del hospital y se fue a casa con su pareja. "Si las cosas ya estaban un poco mal, con mi enfermedad empeoraron porque ella aparte de ver a la niña me tenía que ver a mí y era como que tuviera dos guaguas. Aparte yo requería y necesitaba muchas cosas... entonces las cosas no se dieron más y le dije que dejáramos todo hasta ahí no más, pero que yo estaría para mis hijos siempre", enfatizó.

De ahí el joven volvió a vivir con su madre y su hermana tratando de no dar tantas molestias. "Era duro eso de que tuvieran que hacerme todo, pero en lo que puedo trato de hacer yo las cosas para que no hagan tanta fuerza tomándome y esas cosas", detalla.

Luciano empezó un tratamiento de rehabilitación en la Teletón y en 2011 tuvo que ser operado en Santiago porque le empezaron a salir escaras. "En la clínica Bicentenario de Santiago estuve hospitalizado cuatro meses y ahora no me han llamado más de la Teletón para seguir con el tratamiento, yo creo que por la edad, así que paso encerrado en la casa", afirmó.

Sin embargo, Luciano se da ánimo por sus hijos. "Yo antes trabajaba en la construcción y por eso recibo una pensión que divido en dos para darle un aporte a mis hijos. Yo sé que debo responder por ellos, así que lo único que quiero es que me salga la casa para que ya no tengamos que arrendar. Mis hijos viven con su mamá y me vienen a ver y eso es lo más doloroso porque mi hija más pequeña sobre todo, me dice 'ya po' papi, párate' y no entiende lo que me pasa", comentó.

De la muchacha que lo empujó nunca más supo, pero no le guarda rencor. "No le tengo mala, sólo quiero que me salga el subsidio porque tengo el dinero y así no tendría problemas con la subida y tendría más acceso a la locomoción. También capacitarme para por ejemplo, trabajar en un callcenter. No siento desde las tetillas para abajo, pero puedo trabajar igual. Y quizás después, si Dios quiere, tener un auto y adaptarlo para movilizarme sin molestar a nadie", apuntó. J