La Once
Cada vez queda más claro que no existen los documentales puros, ya que al registrar una realidad por un período largo de tiempo y luego editarla, aquella se interviene y se genera un punto de vista, el del director de la cinta, a través del cual el espectador accede al asunto.
Esta afirmación se ratifica luego de ver La Once (2014), tercer largometraje documental de la cineasta chilena Maite Alberdi, el cual por momentos parece un filme de ficción. Alberdi, de 32 años, había dirigido y escrito los documentales Los Trapecistas (2005) y El Salvavidas (2011), en los cuales se ha destacado por su profesionalismo y rigor, que la han llevado a filmar durante años a sus personajes, para sí tener el material suficiente para mostrar una realidad en forma profunda y prolija.
En La Once registró durante cinco años al círculo de amigas íntimas de su abuela, compañeras de curso que se siguieron juntando periódicamente después de egresar del liceo hasta llegar a los sesenta años, fecha en que Alberdi las comenzó a filmar. El grupo más cerrado está formado por María Teresa Muñoz, que hace de narradora, Ximena Calderón, Alicia Pérez, Angélica Charpentier y Gema Droguett; cada una con una personalidad bien definida, de acuerdo a las descripciones que hace la propia Muñoz.
El grupo se reunirá a tomar onces; por lo cual la buena comida no faltará nunca, amén de algunos licores y vinos arreglados. Las primeras imágenes de la cinta muestran apropiadamente en primeros planos la preparación de tartaletas, tortas y pasteles; así como también de tapaditos y sándwiches, que indican al espectador que estas señoras tienen algo común: el deseo de pasarlo bien juntas. Aunque esta oscilación entre lo dulce y lo salado también es un reflejo de lo agridulce que son sus vidas, ya que una es solterona, otra es viuda, otra tiene una hija con síndrome de Down, es decir las dificultades propias de la existencia.
El recurso del primer plano también lo utiliza para mostrar los rostros de las amigas, por los cuales el tiempo va dejando su huella; decisión que recuerda que estamos finalmente frente a un documental, con excelente fotografía y dirección de arte, que saca bastantes sonrisas al espectador, pero que también emociona por la dignidad y sabiduría de estas mujeres, que conocen perfectamente el valor de la amistad y de la vida que se esfuma.