Así es. La mesa está servida y todos los comensales ya están dispuestos en nuestro país para quedarse con el exquisito postre -la ansiada Copa América- que tiene como máximo premio la prolongada y variada cena que durará casi un mes para deleite de los aficionados.
La Copa América está a la vuelta de la esquina y las ilusiones crecen en cada una de las representaciones que disputarán la famosa competencia futbolística de selecciones.
Argentina, Brasil, Colombia y Chile aparecen como favoritos en los pronósticos considerando la cantidad y calidad de sus jugadores. Pero cuidado, que siempre hay que estar atentos a las sorpresas que se pueden dar y más de alguna selección no considerada entre las mejores, puede luchar por los puestos de avanzada.
Lionel Messi, el Kun Agüero, Carlos Tévez, Neymar, Robinho, David Luiz, Thiago Silva, James Rodríguez, Radamel Falcao, Teo Gutiérrez, Claudio Bravo, Gary Medel, Arturo Vidal, Alexis Sánchez, Diego Godín, Edinson Cavani, Paolo Guerrero, Claudio Pizarro, Jefferson Farfán, Juan Vargas, Alejandro Chumacero, Marcelo Martins, son sólo algunos de los futbolistas que triunfan en el mundo y que dirán presente en el torneo que tendrá como escenario la capital del país y hermosos estadios que fueron construidos o remodelados para la ocasión.
Una constelación de estrellas que nos mantendrá atentos al desarrollo de esta competencia y esperanzados de que nuestra representación no sólo se conforme con dejar una buena impresión, sino que llegue a la disputa del título y pueda ganarlo por primera vez.
Tarea sumamente difícil, pero no imposible, considerando el excelente momento por el que atraviesan varios integrantes de La Roja, aunque otros no hayan estado a la altura en la presente temporada.
Sólo cabe desear que sea una gran Copa América, de buen nivel técnico, de alto vuelo futbolístico y que transcurra por los cauces normales en que debe desenvolverse este deporte, aunque esté en entredicho el actuar de muchos de los encargados de manejarlo a nivel mundial.
Que Chile sea un ejemplo de organización, que los arbitrajes destaquen por administrar justicia con el mínimo de errores, que los buenos jugadores demuestren su categoría y que el público tenga un comportamiento acorde con la importancia del torneo. Si eso se cumple, podemos sentirnos ganadores.