Secciones

¿Sabía usted que en Valpo tenemos ninjas?

E-mail Compartir

Hace un tiempo, en el portal de "Yahoo! Respuestas", un joven con sendas faltas ortográficas escribió: "Quiero ser un ninja real, no sólo por Naruto (serie de manga) así que por favor, ¿me dirían algunos ejercicios de ninjas? y no se burlen, porque no renunciaré y seguiré mi camino para ser un ninja Hokage Dattebayo (sic)".

Los usuarios, identificados con la inquietud, no tardaron en darle algunos tips, aunque la mayoría le aconsejó que se metiera a una academia de artes marciales. Lo haya hecho o no, lo cierto es que acá en Valparaíso hay varios hombres que se preguntan lo mismo y que todas las semanas están visitando la juguetería "Anaís" de calle Condell, porque el porteño Héctor Arancibia vende armas que son idénticas a las que usan los mercenarios japoneses.

shuriken

Katanas y Estrellas

katanas

nunchaku,

Permiso para vender

Sai,

"Casi todas las semanas tengo gente aquí que me reclama por lo que vendo. Me dice que cómo se me ocurre y muchas veces me mandan a los carabineros. Yo les explico que son réplicas baratas y que tengo un permiso de la Comandancia de Guarnición de Ejército (Ley Nº 18.356) y que se renueva cada año. A todos se los muestro, también a carabineros cuando viene a controlarme", asegura el porteño.

Por esta razón, Héctor Arancibia no le vende ninguno de estos artículos a menores de edad. "Por ningún motivo a niños o escolares. Sólo a mayores de edad que me muestren su cédula de identidad. A veces me intentan chantajear diciéndome que se esconderán las cosas entre medio de la ropa al salir, pero les digo que no, que no voy a arriesgar la confianza que me dieron al darme el permiso", enfatizó el hombre.

No son para delinquir

El porteño tampoco cree que sus artículos promuevan la delincuencia en la ciudad. "Dudo que un lanza venga a comprar una katana para salir a robar. Una, es muy larga y todos se la verían y dos, al mínimo contacto con su víctima se rompería porque no son filosas ni nada de eso. Si vendiera armas de fuego, como ocurre en otros lados, entonces ahí sí que estaría de acuerdo con los reclamos", declaró.

Héctor Arancibia confiesa que le gustan estos objetos pero que los empezó a vender sin querer, luego que madres llegaran a su local a comprar cortaplumas que les piden las instituciones a sus hijos marinos o militares. "Pasaban por el slip, los calcetines y un cortaplumas. Traía sólo eso al principio y luego me empecé a entusiasmar. Y mis clientes también, porque hay algunos que vienen todos los meses. También aprendí que se necesitaba un permiso porque al comienzo no sabía y me requisaron todo. Hoy tengo todo en orden", declaró. J