Así son los recicladores del Mercado Cardonal
En los pasillos del mercado Cardonal los caseros ofrecen las frutas y verduras más frescas y coloridas de la estación. Cuando termina el día, y las pilastras se están cerrando, hay una importante cantidad de personas que se acerca a los puestos. Piden que les regalen los productos que no se han vendido por su mal estado. Ellos son los recicladores del Cardonal.
"Aquí vienen a cada rato personas a pedir cooperaciones", cuenta Ricardo Valdés, dueño de la pilastra que lleva su mismo nombre, una de las más grandes del mercado. El casero indica que diariamente viene gente de todo tipo a solicitar que les regalen frutas y verduras que no se puedan vender. "Ellos dicen que son recicladores de la comida" precisa. Don Ricardo afirma que esta es una práctica muy común en ferias y mercados, generalmente era gente de la tercera edad la que venía a pedir, pero ahora viene gente de todas las edades y clases sociales. "Vienen siempre, cualquier día de la semana y casi siempre andan a última hora" dice don Guillermo, otro trabajador del mercado.
FRUTA EN MAL ESTADO
Desde el Cardonal manifiestan que los productos que regalan no están podridas ni incomibles. Generalmente son frutas o verduras que no se pueden vender porque por apariencia no están "limpias".
Papas con manchas, zapallos muy tiernos o zanahorias partidas son algunas de las cosas que la clientela deja de lado y no compra. "Cuando la gente viene a comprar una zanahoria y ve que hay una que está partida prefieren llevar una entera, entonces la gente la va tirando para el lado. Esos son los productos que le regalamos a la gente que pide", dijo Ricardo y agregó que si hay frutas podridas o en muy mal estado las botan ya que su consumo puede traer problemas, por lo tanto la comida que reciben los recicladores es perfectamente consumible.
Las frutas se ven desprolijas a primera vista, pero por dentro pueden estar impecables y cuando tienen alguna mancha se le puede cortar y queda lista para comer. "De repente me salen algunos morrones medios feos o con alguna pifia chica y la gente no los compra", explica uno de los verduleros.
Según los caseros, los recicladores no piden productos en específico, la mayoría va a que les den "lo que haya".
Todos los verduleros consultados coinciden en que la mayoría de los trabajadores del mercado son muy solidarios y siempre regalan lo que no pueden vender cuando vienen los recicladores, "Aquí en el mercado todos son muy generosos cuando vienen a pedir" asegura Ricardo.
NO ES GENTE POBRE
Contrario a lo que se piensa, los recicladores del Cardonal no son sólo personas en estado de pobreza, de hecho Ricardo nos explica que, de la gente que viene a pedir, la minoría son personas de mala condición económica y existe una importante cantidad de personas que aparenta ser del sector acomodado. "No es gente pobre la que viene, hay hartas minas pelolais y señoras medias pitucas que nos piden las cosas", dijo.
Otro casero del mercado cuenta que en el verano pasado venían unas jóvenes que acudían a pedir frutas para hacer jugos naturales y los salían a vender. "Eran unas niñas universitarias que aprovecharon para ganar algunos pesos, se llevaban hartas frutillas y naranjas ", cuenta el trabajador.
pensiones miserables
Entre los recicladores también hay gente de escasos recursos que recurren al mercado porque su situación económica no les permite comprar las frutas y verduras del mercado, así que se ven obligados a reciclar.
Ricardo dice que es común que a su puesto lleguen ancianas a pedir una cooperación, a veces conversa brevemente con algunas de estas abuelitas que son muy humildes y sencillas, varias de ellas superan los 70 años de edad y le preguntan si tiene algo que regalarles ya que con sus pensiones de 40.000 pesos no les alcanza para comer. "En esos casos siempre les damos algo, son personas que por su situación se ven obligadas a recurrir a nosotros y vienen a pedir frutas. En el pedir no hay engaño y no es ninguna vergüenza pedir la comida que requieren para vivir" reflexiona un pensativo Ricardo.
LOS PUNKS
La comunidad de punks de Valparaíso aporta con varios recicladores al Cardonal. Los anti sistema pasan casi todos los días a pedir lo que no se vendió. "Siempre se les ve con sus bototos, pantalones negros y el pelo de colores" relata Ricardo y agrega que son súper respetuosos a la hora de preguntar y nunca ha tenido ningún problema con esos jóvenes. "Ellos siempre preguntan antes de sacar, a veces cuando se cae una naranja de los cajones, la recogen y me piden si se las puedo regalar y yo les digo que sí", afirma.
LOS UNIVERSITARIOS
Otro componente grande de los recicladores son los estudiantes univesitarios, en la ciudad hay varias casas de estudios superiores y en muchas de estas hay alumnos de otras regiones que viven con lo justo, así que aprovechan la buena voluntad de los trabajadores del mercado Cardonal para pedir frutas y ahorrar algo de dinero.
Con la movilización de los estudiantes por la educación en 2011 y este año, en apoyo al paro docente, muchos de los universitarios paralizaron actividades y se tomaron sus respectivas casas de estudios, donde pasaban la noche. Esas tomas se extendieron por varias semanas y los jóvenes unían fuerzas para almorzar juntos, realizando fondos comunes para todos los estudiantes en toma, fue por eso que recurrieron al mercado para conseguir frutas y verduras de forma gratuita, esta situación está ocurriendo ahora con las recientes tomas en algunos establecimientos universitarios de la ciudad, pero ya se vivió de manera más extensa el año 2011 cuando el movimiento estudiantil vivió un momento de apogeo. "Vinieron hartos cabros de las tomas, incluso una vez vinieron hasta con un carro de supermercados y se fueron con el carro lleno de cosas", recuerda Guillermo.
LAS MONJITAS
Mientras los punks y universitarios se dejan caer aleatoriamente en el mercado, hay un grupo que llega sin falta cada día miércoles hasta la pilastra de Ricardo Valdés. Se trata de un grupo de monjas que acuden hasta el mercado para recolectar frutas y verduras que utilizan para preparar almuerzos y cenas en los hogares de ancianos, donde prestan servicios como voluntarias.
Don Ricardo cuenta que ha su local llegan religiosas desde cuatro congregaciones de Valparaíso y alrededores, las que han venido de más lejos son unas que llegan desde Casablanca.
Estas monjas llegan periódicamente hasta el puesto de Ricardo y él se prepara para recibirlas. "Ellas se acostumbraron a venir para acá", cuenta y agrega que cuando recibe los cargamentos con su mercadería y revisa el estado de ella, separa algunas unidades para entregárselas a las religiosas.
Las monjas reciben los productos, los pelan, lavan y botan lo malo para prepararles comida a los más necesitados con los que trabajan.
LOS QUE SE APROVECHAN
Lamentablemente no todo puede ser color de rosa y siempre hay alguien que mancha el reciclaje de alimentos.
Según lo que nos cuenta Ricardo, ha pasado que llega gente que realmente no necesita este tipo de cooperaciones y se aprovecha del buen corazón de los caseros, en algunas ocasiones pasaba que estas personas llegaban a llenar un saco con las frutas que les regalaban y las salían a vender a precios muy bajos e incluso volvían al otro día a pedir más cuando vendían todo lo que ya les habían donado.
Naturalmente estas prácticas generaron enojo en los trabajadores del mercado y algunos de ellos decidieron no regalar más productos. Ricardo hace el alcance de que se trata de casos aislados y ya no se ven personas que hagan eso, además dice que con el tiempo aprenden a reconocer a quienes piden porque realmente lo necesitan y a quienes lo hacen sólo para aprovecharse de su buena voluntad, "Uno mismo va aprendiendo a seleccionar a las personas", manifiesta con seguridad.
Productoras de jugo, jóvenes anarquistas, universritarios en toma, monjas, personas necesitadas y los desconsiderados de siempre, por los pasillos del tradicional mercado Cardonal siempre se puede encontrar a uno de estos recicladores de la comida, todos ellos reciben la generosidad de los caseros y llevan todo tipo de frutas y verduras.
Cada uno de ellos tiene distintas razones para hacerlo, pero todos coinciden en un mismo lugar llevándose a su casa aquellos productos magullados o partidos que otros vieron y dejaron de lado, pero para ellos son una fuente de alimento y una forma de supervivencia desde la generosidad. J