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Las últimas horas de Juan Pinto Durán

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Claudio Bravo, el hombre más maduro de la Roja, pidió hace 14 días que se reemplace Juan Pinto Durán, el lugar de concentración de la Selección desde los años 60, por un lugar más moderno. Dos años antes, Sergio Jadue, presidente de la ANFP, había emitido una opinión similar: habló de una inversión de US$16 millones, varias canchas y un hotel de lujo.

Y hace 48 horas, la Presidenta Michelle Bachelet, hincha reciente del fútbol, acusó el llamado y prometió apoyo. El resultado: una lanzadora de bala furiosa, hordas de deportistas histéricos, analistas muy serios hablando de Bachelet y Jadue jurando que nunca pidió financiamiento al Estado. Pinto Durán, en definitiva, vive su apogeo. Su frontis comienza a verse en blanco y negro, y su nombre será reemplazado por tres palabras: Ciudad del Fútbol.

La historia

Humberto Cruz, vocero informal de los mundialistas del 62, considera que JPD es un lugar histórico. Suelta dos suspiros, le cambia el nombre al reportero, y filosofa: "Se perderá parte de la historia del fútbol chileno. Si desaparece será como poner una tumba encima de él". Habla ahora Edgardo Marín, mito del periodismo y hombre con fama de culto: "Se irán muchos recuerdos. Pinto Durán fue ponerse a la vanguardia en su momento, en un país en el que a los deportes le ha costado mucho".

Por el búnker han pasado siete selecciones mundialistas, 27 entrenadores y un número indeterminado de jugadores. La primera vez que acogió a una selección fue en 1961: se trataba de la prenómina del equipo que meses después jugaría el Mundial de 1962.

Alojó, luego, a hombres reputados como Elías Figueroa, tipos hábiles como Caszely, seres humanos vigorosos como Astengo y leyendas como Zamorano y Salas.

Recibió, también, a Juvenal Olmos y, con él, al nuevo camarín. A Marcelo Bielsa, que lideró su primera gran remodelación en 45 años. A Borghi y jugadores medianamente ebrios y adictos a los bautizos. Y Sampaoli y una selección que se haría famosa.

paso a la modernidad

Pese a eso, Cruz y Marín avalan el cambio: la Roja debe mudarse. "Si es para el bien del fútbol es bueno", dice Chita. "Se pierde pero se gana mucho más", agrega Marín.

Coinciden en que Pinto Durán quedó chico y que su ubicación resulta molesta. "Está muy al centro de la ciudad, necesita un lugar más tranquilo", considera el reportero.

De ahí la importancia de mudarse. Pinto Durán, a sus 54 años, prepara su jubilación. Sólo falta encontrar a su reemplazante. J