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Para prosperar hay que trabajar como chino

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Trabajan como chinos, de lunes a lunes y en horarios extendidos que superan las 12 horas de atención al público. Ese es el secreto de los comerciantes orientales que vienen desde Japón, China, y Corea, con containers repletos de mercaderías importadas desde sus tierras lejanas.

Sus esfuerzos se concentran en la competencia de tener la tienda más grande y con mayor cantidad de mercadería para ofrecer a sus clientes porteños, quienes constantemente entran y salen por alguna novedad venida del oriente.

Prácticamente no tienen vida, viven para trabajar. Así lo asegura Naomi Watanabe, de 18 años, una linda y simpática japonesa que trabaja en la 'Importadora Xu', una de las tantas tiendas que se masifican más y más por la avenida Pedro Montt. Pero una de las pocas que maneja bien el español, ya que la mayoría no entiende nada el complicado dialecto de los chilenos.

"Mis jefes vienen de China, hace poco trajeron mucha mercadería para abrir éste local. Todos quieren tener las mejores cosas. Les gusta darles trabajo a los otros orientales que vivimos acá, dicen que es bueno para la empresa", dice clarito Naomi.

Los fideos noodles y el té verde, son los productos que más se han masificado entre los porteños. Y ahora se venden como pan caliente en los locales.

"Arrendar un local en el centro de Valparaíso no sale tan barato, por eso ellos se sacrifican más aún. Están como condenados a trabajar todo el día. Igual acá todos nos tratamos de ayudar. La competencia es limpia, y nos llevamos bien con los comerciantes locales", aclara la trabajadora nipona.

Su jefe y dueño del local, Xiuxiong Fu, es amable y asegura que todo el sacrificio vale la pena para que los clientes se vayan felices. J

Caníbal con bototos intimida a viñamarinos

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"Yo comer niños, yo comer mujeres, yo comer, ¡yo comer a todos!", exclama un hombre de piel negra y apariencia de cavernícola. Pero lo que dice es cierto: es un caníbal y sus intenciones son devorarse a todo el que se atreva a pasar por el semáforo ubicado en San Martín con 1 Norte. Los más temerosos son los pequeños estudiantes que están de vacaciones y que sin medir consecuencias, le toman fotos con sus celulares desde los vehículos.

La Estrella le pide conversar unos minutos y el caníbal accede. Pero sólo porque hace calor y quiere estar un rato a la sombra. "Me llamo Zulu y he recorrido todo el país comiendo gente. Estoy en Viña ahora aprovechando que hay gente de vacaciones y porque también quiero dinero. Soy un caníbal y yo querer comer mujer ahora ya", dice el misterioso personaje, riendo.

Zulu comenta que se ha lucido en la fiesta de La Tirana, en Puerto Montt y en otros carnavales y que por su apariencia inigualable, le ha ido bien. "No me puedo quejar, a la gente le gusta y se ríe. Es positiva. Me gusta echar todo a la parrilla porque ya tengo seis años de existencia", declara ya más serio.

El caníbal eso sí, es una versión un poco más moderna, porque anda con bototos. Pero todo lo restante intimida. Israel Zelaya, el hombre detrás de este personaje, dice que Zulu fue naciendo solo, entre los cachureos de las ferias de las pulgas. "De ahí uno va sacando los accesorios y va armando el disfraz. De ahí saqué las calaveras y estos collares, obviamente no son de verdad. Ha sido entretenido y uno se gana sus monedas", declaró contento. J