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¿Hay integración para las comunidades indígenas?

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La Región de Valparaíso es la quinta con menor población indígena en Chile, seguida de la Región de O`higgins.

Más allá de esta baja cifra en comparación con otras zonas del país como la Araucanía, las comunidades han sabido marcar presencia en la vida cotidiana de las ciudades donde están insertas. Pero, la pregunta es, si la tan ansiada integración de los pueblos indígenas se ha producido de manera efectiva.

En septiembre del 2008, Chile ratificó el Convenio 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), documento que -entre otras cosas- establece el deber del Estado de consultar las medidas legislativas y administrativas que puedan afectar de manera directa a los pueblos originarios. Además, éste regula aspectos relacionados con la costumbre, el derecho consuetudinario y la conservación de su cultura.

Lo que en el momento de su entrada en vigencia aparecía en el papel como una ambiciosa meta a largo plazo, a juicio de las propias comunidades indígenas de región, ha significado un avance en la forma que tienen de ver el resto de la sociedad a los pueblos originarios.

Hoy, la ignorancia hacia la cosmovisión que éstos tienen es cada vez menor y, en parte importante, estiman que eso es gracias a la adopción del convenio, aunque también opinan que hay aspectos que se pueden mejorar.

pascuense

Sergio Tepano vive en Viña del Mar, llegó hace más de quince años al "conti" desde Isla de Pascua. A sus 32 años, con prácticamente la mitad de su vida fuera de Rapa Nui, es voz autorizada para hablar acerca de la anhelada integración. Llegó siendo adolescente a Rancagua, persiguiendo su sueño de niñez de ser futbolista y más tarde se trasladó a la ciudad jardín para estudiar una carrera universitaria.

Según cuenta el joven, en ninguna de estas dos ciudades vivió algún episodio de discriminación. Asegura que, haciendo un balance, "hay un clima de integración más que de discriminación hacia nosotros. La discriminación se da por ignorancia, pero cuando la gente ya te conoce es diferente".

Para él, si bien no existe la discriminación por parte de las personas, donde sí la hay aún es en el ámbito legislativo, pues "el Estado no deja al Rapa Nui espacio para la autodeterminación, que nos de la libertad de elegir en cuanto a nuestros recursos, educación y salud".

MAPUCHE

Una visión similar tiene el Lonco Manuel Currilén, para quien el convenio 169 fue fructífero, lo que se traduce en un mejor trato hacia los pueblos originarios. El dirigente Mapuche asegura que "somos más respetados y nos están haciendo consultas permanentemente, como debió haber sido desde muchos años atrás(...) Pero todavía no está como debiese. El Estado todavía tiene una deuda con nosotros".

Currilén, también tiene reparos respecto a la forma en que son entregados beneficios como las becas de estudio a los descendientes indígenas. "Que se diga que nos dan tantos beneficios no es así. Nosotros somos medidos por la ficha CAS (Protección Social), pero hemos dicho que no puede ser así. Es un derecho para los pueblos originarios que nos entreguen una beca sin evaluación. Es por un tema de reparación y deuda histórica", manifiesta el Lonco.

Por su parte, Gabriela Aballay, presidenta de la Agrupación Cultural Newen de Petorca, coincide con Currilén respecto a la relevancia del Convenio 169, pues percibe que es más sencillo relacionarse con el resto de la población que no pertenece a un pueblo originario. "Ahora se sabe mejor cuáles son los derechos y deberes que tenemos. No es algo que quedó en el papel", piensa la dirigenta.

Al igual que Currilén, Aballay tiene una opinión bastante categórica respecto a la postura crítica de algunos sectores de la población que cuestionan la cantidad de beneficios académicos que son entregados a los descendientes indígenas. En su caso, no hace observaciones sobre la forma en que se distribuyen las becas indígenas, aunque sí reconoce que a veces es molesto, poque se trata de "un derecho bien ganado".

La beca indígena está dirigida a alumnos de ascendencia indígena, hasta la tercera generación, que presentan un buen rendimiento académico y que provienen de una situación socioeconómica vulnerable. Para acceder a ella se debe tener como mínimo una nota promedio de 4.5 en educación superior o una nota 5.0 en el último curso de educación media y acreditar a través de documentos una situación socioeconómica deficiente que justifique la necesidad del beneficio.

Este aporte no es compatible c on la beca Presidente de la República, otro punto que debiese cambiarsegún los dirigentes. J