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Joven quillotano es el brutal asesino de San Antonio

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La madrugada del pasado sábado 25 de julio, la provincia de San Antonio se enteró de uno de los hechos más sangrientos de los cuales se tenga recuerdo en la zona.

Francisco Solano Pontivo Silva, de 67 años, tuvo la mala suerte de toparse ese día con Cristóbal Lagos Rodríguez, de tan sólo 19 años, en el sector de la plaza René Schneider, ubicada en el centro de la ciudad.

En el lugar, según el relato del Ministerio Público de San Antonio, el joven golpeó a su víctima hasta darle muerte, sin que haya existido previa provocación de por medio.

Las lesiones, según el informe entregado por la PDI, incluían golpes fuertes en la frente, el mentón, los labios, una fractura en la nariz y un corte de 30 centímetros en el estómago.

Además Lagos Rodríguez, habría quebrado una botella de vidrio con la cual también habría propinado nueve estocadas a su víctima, sin que éste pudiera hacer nada para defenderse. Finalmente, el infortunado hombre falleció por traumatismo encefalocraneano severo.

Si bien en primera instancia el joven se había declarado inocente, señalando que él había ido a socorrer a Pontivo Silva, ante la PDI y luego durante el control de formalización confesó frente al magistrado de San Antonio haber cometido el sangriento crimen que acabó con la vida del hombre de 67 años. Además, un testigo lo reconoció como el autor material del crimen,

quillotano

La historia del joven Cristóbal Lagos Rodríguez en San Antonio comienza hace aproximadamente dos años, cuando fue enviado por sus padres desde Quillota a vivir con un pariente de dicha ciudad puerto.

Lagos Rodríguez fue catalogado como un joven "problemático" por sus cercanos, quienes confirmaron que en Quillota había sido detenido por robo en lugar no habitado y en la ciudad sureña de Rengo, apresado luego de que fuera sorprendido lanzando piedras desde un puente hacia los automóviles. Una de la las piedras lanzadas por Lagos Rodríguez cayó en el parabrisas de un automóvil manejado por una mujer embarazada, quien perdió el control del vehículo y quedó grave.

El joven , que hoy tiene 19 años, fue abandonado a los pocos meses de haber nacido en el hospital San Martín de Quillota. Poco tiempo después fue adoptado por el que fuera director del hospital de la ciudad, David Lagos, y su esposa.

Durante todo este tiempo, el joven vivió con su familia adoptiva y estudió en diversos establecimientos educacionales privados, de los que era frecuentemente expulsado.

Hace un par de años, fue a vivir con un familiar en San Antonio. Fue en dicha ciudad en donde se desencadenó el sangriento suceso que terminó con la vida de un hombre de 67 años.

prisión preventiva

En el ámbito legal, el joven deberá pasar dos meses en prisión preventiva mientras dura la investigación de su caso en manos del Ministerio público de San Antonio.

"Se da cuenta de múltiples lesiones, en cuanto al contexto de los hechos, no se trata de una sola lesión que haya provocado la muerte. Al menos se da cuenta de nueve lesiones y en relación a ello a la brutalidad realizada por el imputado", expresó la jueza Leticia Morales para argumentar que Cristóbal Lagos deberá permanecer en prisión preventiva.

El jefe de la segunda agrupación de la Brigada de Homicidios, subcomisario Rodrigo Burgos, manifestó que se trata de uno de los crímenes más cruentos ocurridos en la provincia. J

espeluznante confesión

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El Ministerio Público expuso ante el Tribunal de Garantía de San Antonio la cruda declaración entregada por el acusado a la Policía de Investigaciones. Cristóbal Lagos Rodríguez declaró: "A las 7 (de la mañana del sábado 25 de julio) crucé la plaza (René Schneider) y vi a un adulto y le pegué un combo, se cayó al suelo y me dijo cabro culiao, por lo que volví y agarré una tabla que se encontraba en el lugar y cuando se levantó le pegué en la cara un tablazo, cayendo el sujeto nuevamente al suelo a una especie de quebrada, por lo que bajé y le pegué una patada en el pecho (…). En el suelo observé que sangraba mucho de su cara por lo que rompí una botella con una piedra y con el gollete le di un corte a la altura de su estómago y luego pateé una caja de computador que le pegó en su cara. Le seguí pegando dos tablazos más en su cara (...). Cuando lo miré me asusté, tiré la tabla y me di cuenta que tenía mucha sangre salpicada en mi ropa".