Horcón: vecinos beben y cocinan con el agua de lluvia
La lluvia cae en Horcón y la señora Lila Valencia, que está afuera de una carnicería de la avenida Principal, corre a su casa. "Tengo que ver los tambores", dice, mientras se dirige rápidamente hacia el jardín que tiene vista al mar. Luego que los revisa y acomoda unos pequeños tarros al lado de sus plantas, comenta que desde el jueves está sin luz ni agua. "Ahora tengo que juntar el agua de lluvia para poder lavarme y cocinar algo. Obviamente no es lo más saludable, pero no tengo otra alternativa. La hiervo y la uso... estamos desamparados aquí", señala secándose las gotas que le caen por el rostro.
Un poco más abajo de su casa, una mujer observa con un paragua a los trabajadores que están metidos en el socavón que fue noticia por varias horas. Su nombre es Rosa Contreras y en la entrada de su hogar declara sentir pena. "De los 30 años que vivo aquí es primera vez que pasa algo así. Hace un mes había llovido mientras trabajaban ahí, pero no había pasado esto. Ahora ya quedó la embarrada y el problema es que también tenemos árboles grandes que se nos pueden venir encima de las casas. Da pena pasar por esto", expresa dolida.
Su vecino Ciro Rubilar, también observa preocupado lo que está pasando. "Nosotros vivimos del arriendo de cabañas y mi hija con el local de amasandería que está ahí (apunta a su lado). Por eso estamos esperando que nos den la luz para que no se nos echen a perder las masas. Esta tierra gredosa pasó por encima de todo lo que habían compactado en la obra y por eso se produjo el socavón", afirma.
Atrapados
La lluvia cae con más fuerza y las maquinarias intentan con insistencia cubrir el agujero que tiene a todos con la cara larga. La angustia se apodera especialmente de aquellos que no pueden entrar a sus viviendas. "Es la casa de mi mamá y la calle se está quebrando cada vez más. Ayer (jueves) la saqué y después cuando vine a buscarle sus remedios, ya estaba todo en el suelo. El agua sigue cayendo por las tapas de las cámaras que están rotas. Dicen que van a poner sacos, pero eso no va a ayudar en nada porque el agua sigue corriendo... está todo en el aire. En la mañana sólo pude entrar porque un carabinero me ayudó a acceder para llevarle ropa a mi mamá que está muy enferma. Ella que ha vivido toda su vida aquí se muere si ve esto", manifiesta Macarena Acevedo, llorando.
El mismo sentir tiene Marcela Rodríguez, que también tiene a su madre aislada por el socavón. "Los vecinos me avisaron cuando estaba trabajando en Viña. Por suerte mi mamá no estaba aquí cuando pasó, estaba en Quintero, pero ella no ha querido venir a ver porque es de la tercera edad. Ahora tuve que entrar por la parte de atrás para poder sacarle ropa y sus cosas personales, porque es imposible por la puerta principal. Los vecinos me ayudaron a saltar el muro", indica inquieta.
En efecto, las casas ni siquiera tienen un trozo de vereda para poder pararse. Sólo un hoyo de un metro y medio de profundidad que deja ver las cañerías.
En los restaurantes también tienen problemas. A las 11.00 de la mañana, la administradora del "Nuevo Bahía", Elvira Rocco, baja desesperada por la avenida principal. Apenas ingresa al local que queda a orilla de mar, comenta que ya van a tener que botar la comida por la falta de electricidad. "Mariscos, salmones, pescados de todas las clases se nos están descongelando. Cuando supimos del temporal juntamos agua en un tarro grande, pero ya no nos alcanza y vamos a tener que botar todo. La pérdida es muy grande porque nosotros como trabajadores venimos de lejos y los dueños, que están en Quillota, igual van a tener que pagarnos por estos días", apunta mostrando los alimentos.
El daewoo atrapado
El drama para la gente que vive en esta caleta es mayor puesto que los trabajos que se estaban realizando en la avenida Principal, los habían estado esperando por 17 años. "Soñábamos con el alcantarillado y ahora que por fin se pudo licitar y comenzar las obras, nos pasa esto. No podemos ser más quemados", lamenta el dueño de un negocio, que está con un generador tratando de que no se le echen a perder las cosas de su vitrina. José Núñez, el dueño del Daewoo que quedó atrapado en el socavón, camina de arriba para abajo, aguardando con impaciencia que lo saquen. Explica que el miércoles viajó de Santiago a dejar a su esposa en casa de la suegra. "La vine a dejar porque mi suegra es encargada de la posta de Horcón y ella era la más adecuada para cuidar a mi señora recién operada. Y el auto, pucha, cuando llegamos en la noche estaba garugando pero nunca pensamos que iba a ser tanto así. No alcancé a sacarlo... sacamos otro auto, pero yo no alcancé y quedó ahí", detalló resignado. Ahora espera que el jefe sea comprensivo y no lo despida de su trabajo por faltar algunos días. J