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La "Sethmacher" sigue conquistando paladares

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En las profundidades del barrio puerto, se alojan una serie de tiendas y locales de gran antigüedad. En ese rincón sobreviven los pocos negocios de barrio que han sabido "darle la pelea" a los supermercados y tiendas de las grandes cadenas. La fiambrería Sethmacher es una de las pocas tiendas de cecinas que sigue funcionando y al adentrarnos en su interior, se puede ver que está más viva que nunca.

tradición

"Tradición del Puerto" es el eslogan con el que se promociona el negocio y aquí efectivamente se puede hablar de tradición. El negocio familiar lleva funcionando más de 70 años en Valparaíso. Los orígenes de la fábrica de cecinas se remontan al año 1943 cuando el alemán Alfredo Sethmacher compró la empresa al dueño original del negocio para ejercer su profesión como "maestro de cecinas", ya que durante esos años en Alemania se impartía una carrera en la que se estudiaba para trabajar en el rubro de la fiambrería y Alfredo la terminó en 7 años. Hasta el día de hoy, se puede ver colgado y enmarcado en una de las paredes del negocio el diploma que certifica el título de "cecinero".

Alfredo llamó a la tienda Sethmacher y vertió todos sus conocimientos en cecinas para hacer de su local un negocio provechoso, preparando sus propias recetas con la fórmula original del país bávaro. Los resultados fueron un rotundo éxito y poco a poco se fue haciendo de una clientela fiel, que lo ha acompañado hasta el día de hoy.

En cosa de meses, el negocio fue creciendo y las ventas subieron como la espuma. Los porteños llegaban todos los días preguntando por los jamones, longanizas, prietas y embutidos varios que se ofrecían. Cuando la Sethmacher llevaba poco menos de 20 años de existencia, se abrieron dos nuevas sucursales para dar abasto con la gran demanda de clientes.

Cuando Alfredo falleció la fiambrería pasó a manos de su sobrina Hertha y ella le entregó el local a su hijo Hans, antes de radicarse en Alemania. En la década de los 90, Hans viajó a Alemania para cursar los mismos estudios que realizó Alfred, pero luego de unas semanas decidió abandonar la carrera porque, según él, se dio cuenta que ya había aprendido todo lo necesario cuando trabajó en el negocio.

Actualmente Hans, el sobrino-nieto del primer Sethmacher está con problemas de salud así que su madre, tuvo que volver a Valparaíso a retomar la empresa.

siguen vigentes

Actualmente la fiambrería sigue funcionando en el mismo lugar de siempre, en la calle Bustamante donde colinda con una serie de otros negocios típicos de Valparaíso.

Horan Martínez, jefe del local de ventas del negocio, ha trabajado allí desde hace 39 años y ha sido testigo de cómo ha cambiado el rubro. El trabajador cuenta que en la época que se fundó el negocio eran varios los locales que se dedicaban al mismo rubro y la competencia era bien peleada entre los "cecineros" del puerto, pero con el tiempo fueron cerrando sus locales.

Actualmente quedan muy pocos de estos negocios familiares, según explica Horan, por la masiva arribada de supermercados y grandes cadenas carniceras que acaparan el mercado y se quedan con la clientela. "Antiguamente eran muchas las que habían, pero por las grandes cadenas tuvieron que ir cerrando", recuerda Horan.

La variedad de embutidos que ofrece la "Sethmacher" incluye una gran cantidad de productos hechos de manera artesanal, sus vitrinas exhiben jamón ahumado, arrollado, salame, vienesas, longanizas y prietas. Su fuerte son las cecinas, pero también venden costillar, chuletas y lomo. Tradicionalmnete se dedicaban a la venta exclusiva de fiambres de cerdo, pero hace algunos años empezaron a trabajar con pavo.

sello alemán

Horan dice tener muy claras las razones por las cuales el negocio se ha mantenido vigente por tanto tiempo.

La primera es la receta de los productos que son elaborados de manera cien por ciento original y sin la introducción de aditivos químicos. "Nuestro sello es la calidad porque trabajamos con pura carne, productos naturales sin químicos", afirma Horan y agrega que el trato de los negocios de barrio le dan un toque distinto a las compras.

El trabajador explica que la atención al cliente es clave. "La tradición no ha cambiado, el trato es personalizado con los clientes. Aquí nosotros le cortamos al momento de que la gente pide y eso es lo que le gusta al público", asegura y agrega que desde que hay familias enteras que la han preferido generación tras generación.

Carlos Pacheco es uno de esos clientes eternos de la fiambrería, dice que acude allí desde hace 35 años por la calidad de sus embutidos. "Es mucho mejor que los productos envasado, ojalá esto no muera nunca", explica. Más atrás de él, espera en la fila Francisco Muñoz que viene por primera vez a la "Sethmacher" desde Villa ALemana, cuenta que ha escuchado varias veces que las prietas y el paté son muy sabrosos. "Vamos a ver que tal, me la han recomendado mucho", afirma.

el barrio

El icónico sector del barrio puerto alberga a este y otros negocios de gran tradición en la cultura porteña y estos deben lidiar con los problemas que aquejan a la zona.

El estigma de la delincuencia es uno de esos problemas. Horan confiesa que hubo momentos en que la escalada de robos y asaltos ocurridos en el sector tuvo un efecto negativo en las ventas, ya que la gente prefería no pasar por allí para evitarse problemas.

En la misma fiambrería fueron víctima de robos en oportunidades anteriores en que desconocidos sustrajeron dinero y productos, pero se trata de hechos aislados.

Pese a este incoveniente, Horan señala que la Sethmacher está lejos de acabarse y sigue al pie del cañón para ofrecer lo mejor de la fiambrería local, ya sea para el almuerzo, la once o la parrilla. J