Existe un indeterminado porcentaje de seres humanos que vive un drama extraño. Se trata de un problema que el resto de los ciudadanos, los hombres y mujeres comunes, se niega a entender. O simplemente no puede.
Son las personas que gozan, o sufren, de una excesiva inteligencia y/o belleza (dos atributos que no son necesariamente incompatibles). Lo explica la Asociación Española de Superdotación y Altas Capacidades (AESAC), que, luego de años de estudio, concluyó que tanto las características estéticas como las habilidades cognitivas, cuando son muy altas, generan problemas.
La mayoría, explica el secretario de AESAC Adolfo Guadamillas, es la envidia. "Son mirados por la sociedad con cierto recelo", explica. Rocío Martín-Serrano, sicóloga del centro español Somos Psicología y Formación, complementa: "Despuntar en belleza o inteligencia siempre hace que otras personas envidien al sujeto que posee esas virtudes".
En el caso de los niños superdotados, explican de AESAC, es frecuente que terminen fracasando en el colegio y, en otros casos, con problemas psiquiátricos. Y esto, añaden, no es por culpa suya, sino que por el entorno que suele no aprovechar la totalidad de sus capacidades.
Según Rocío Martin-Serrano, eso sí, el drama que viven las personas bellas es menor al de las inteligentes. Actualmente, dice, la belleza es tan valorada, que casi nadie rechazaría a alguien con un "atractivo físico espectacular".
Pese a ello, a la excesiva aceptación de la gente bella, existe otro porcentaje que, por el sólo hecho de ser atractivos, los consideran como rivales. "Tanto hombres como mujeres suelen identificar a estas personas objetivamente atractivas como firmes rivales que les hacen sentir inferiores", remarca Martín-Serrano. J