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¿Cómo es la doble vida de una escort porteña?

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En un bello departamento privado ubicado en el corazón del barrio El Almendral de Valparaíso, nos recibe Claudia, una joven, simpática y muy guapa escort porteña.

Su casa es como la de cualquier mujer soltera, independiente y empoderada de su vida. Amablemente nos ofrece una taza de café con vainilla, para que así el relato de su historia de vida y de cómo llegó a ejercer la prostitución, se haga más ameno.

Distendida y segura de sí misma, pregunta: "Bueno, ¿qué necesitan saber?". Y tras un par de preguntas comienza un relato muy sincero y sin adornos.

"Empecé bailando en los night club acá en Valparaíso a los 22 años. Pero después me enteré de que en el norte pagaban mucho mejor así que me fui para allá, además que si tú bailas no tienes la necesidad de acostarte con los clientes. En ese tiempo pagaban unos 20 mil pesos por baile y a parte los tragos y propinas", cuenta Claudia.

Quien asegura que entró en el mundo de la noche bohemia, la sensualidad y sexualidad por decisión propia. "Siempre trabajé, pero era mucho el trabajo y muy poca la plata. Como no tuve la posibilidad de estudiar, me aburrí de ganar el mínimo y un día tomé valor y me puse a bailar".

de bailarina a escort

Claudia reconoce que desde el comienzo tuvo privilegios. "El hecho de ser más tímida y señorita, no como las otras niñas que eran más humildes, menos preparadas, me entregó facilidades. Después le empecé a tomar gusto al dinero y me ofrecieron acostarme con un cliente decente, con plata, educado, y me fue bien desde el principio".

Concluye que el hecho de haber escogido continuar con ese estilo de vida la llevó a decidir no casarse y menos tener hijos.

"Tampoco ha llegado el hombre que me enamore. En este ambiente uno aprende a conocer muy bien a los hombres, se ve de todo, y la mayoría están casados y son hombres mayores. Yo estoy mentalizada en ahorrar la mayor cantidad de plata posible para después invertirlo en algo que me genere ganancias cuando ya deje este trabajo", aclara.

volver al puerto

Una vez que Claudia retornó a la ciudad Puerto, luego de muchos años viviendo en el norte, donde incluso pudo comprarse una casa al contado en Iquique, que debió vender para volver; siguió trabajando por su lado, atendiendo a clientes seleccionados por ella y en su propio departamento que ofrece de "privado".

"Además me propuse estudiar y en el norte era muy caro. Así que me matriculé en una carrera técnica relacionada con el tema salud. Pero el ritmo de vida no me acompañaba así que tuve que congelar la carrera", comenta.

Concluyendo que "si hubiese tenido la oportunidad de estudiar tal vez no habría escogido este camino, aunque no me arrepiento de nada, siento que nunca tuve el apoyo como para decidir dejar esta vida. Pero la idea es no quejarse, y yo tengo claro que a futuro tendré que generar ganancias de otra forma". J

La solución sueca para la prostitución callejera

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En 1999, luego de años de investigación y estudios, Suecia aprobó una ley que penaliza la compra de servicios sexuales y despenaliza la venta de dichos servicios. La novedosa lógica detrás de esta legislación se estipula claramente en la literatura del Gobierno sobre la ley:

"En Suecia la prostitución es considerada como un aspecto de la violencia masculina contra mujeres, niñas y niños. Es reconocida oficialmente como una forma de explotación de mujeres, niñas y niños, y constituye un problema social significativo, la igualdad de género continuará siendo inalcanzable mientras los hombres compren, vendan y exploten a mujeres, niñas y niños prostituyéndoles".

Además, en el país escandinavo agregaron a la estrategia legal de dos vías, un tercer y esencial elemento de la ley sueca sobre la prostitución, que provee amplios fondos para que los servicios sociales integrales sean dirigidos a cualquier prostituta que desee dejar esa ocupación; y también provee fondos adicionales para educar al público.