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El huaso japonés que canta y baila cuecas

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Pasadas las 10.30 de la mañana del miércoles en Santiago, el japonés Toshiro Murata se pasea como Pedro por su casa, vestido de huaso, entre las pescaderías del Mercado Central. Él es un habitué del lugar y algunos locatarios lo saludan alegres. Pero los que no lo conocen miran con extrañeza. La curiosidad aumenta exponencialmente cuando Toshiro se pone a cantar cuecas con la guitarra.La sorpresa es generalizada. Hay silbidos, aplausos, uno que otro "uyuuuui" y hasta una señora mimosa que le baila una patita de cueca.Coqueta ella. Toshiro sonríe. Le gusta el ambiente dieciochero, admite.

"Uy, nunca había visto un chinito cantando cueca", grita otra señora que filetea con destreza envidiable un pescado fresquito. Pero Toshiro es un caballero y prefiere ignorar esta confusión de gentilicio -porque ser japonés es muy distinto a ser chino- y vuelve a sonreír. "Es difícil distinguir la nacionalidad de la gente de rasgos asiáticos", explica Toshiro con espíritu pedagógico y comprensivo.

Algunos quizás lo recuerden por algunas apariciones esporádicas en televisión. Pasó por programas de talentos como cantante y humorista. También por algunos matinales. Pero lo suyo es la música y por eso ha aprendido algunas cuecas y tonadas como "El Guatón Loyola" y "Si vas para Chile". Ambas las canta intercalando frases en español y japonés y algunas de sus creaciones las comparte en Facebook y Youtube.

Un océano de distancia

Entre su natal Chiba y Santiago de Chile, donde está radicado desde hace 12 años, hay 17.204 kilómetros de distancia y un océano entero separándolo de Japón. Pero él es feliz acá y la distancia geográfica no lo asusta.

"Vine como turista un par de veces y luego decidí quedarme a vivir", explica en un correcto castellano.

De hecho, a estas alturas de la vida, con una docena de años en este terruño, Toshiro ya conoce bien el país. "Por el norte conozco hasta Arica y hacia el sur, hasta Puerto Montt. Quiero conocer Chiloé y luego, Coyhaique y Punta Arenas", cuenta feliz.

-Chile es el país más parecido a Japón en Sudamérica...

-Tenemos muchos parecidos. El clima, la calidad de la gente, la arquitectura. Además, estamos muy conectados: cuando hay un terremoto en Japón, hay alerta de tsunami en Chile. Y cuando hay terremoto en Chile, hay alerta de tsunami en Japón, jaja. Pero en serio, acá la gente es como allá. O muy seria, o muy feliz. Cuando viene gente de Japón, yo los acompaño en su recorrido y todos dicen que Chile es un buen lugar para vivir.

-Mi familia me entiende muy bien. Así que me dijeron: 'dale, dale no más. Otro camino, otra vida'. Me vine solo con una mochila.

-Cuando llegué, me costó hacerme un estilo de vida. Pero ahora trabajo como freelance en turismo. Recibo delegaciones de japoneses. También trabajo como músico a lo largo del país. Eso me hace muy feliz.

-La comida japonesa. Los amigos y mi familia. Pero acá tengo mi familia adoptiva chilena, mis amigos chilenos y mi novia chilena.

-Mira, no somos tan distintos. Los chilenos son latinos, pero diferentes a los otros. Acá se trabaja más que en otros países. Los chilenos a veces están un poco tristes, a veces serios, a veces tímidos. Eso me evoca a los japoneses.

-La analicé. La cueca siempre tiene 48 compases. Es una música muy minimalista. Y eso me recuerda mucho a Haiku, un poema minimalista japonés.

-Mmm... creo que la contaminación del aire en Santiago no me gusta. J