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Las mil y una historias de los locutores radiales

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Ayer se conmemoró el "Día Nacional del Trabajador de la Radiodifusión Sonora", decretado oficialmente durante el gobierno del Presidente Patricio Aylwin en 1991. Así los trabajadores de todas las radios del país conmemoraron su día trabajando en uno de los medios de comunicación más cercanos y queridos por la comunidad.

A continuación, un recorrido por la historia del rubro, a través del testimonio de tres locutores radiales de la región.

Luis Muñoz partió como locutor radial hace más de 60 años. Según cuenta el experimentado locutor, las radioemisoras de la década de los 40' no tenían tanta infraestructura ni personal como las estaciones de ahora, y para las Fiestas Patrias desplegaban todos sus esfuerzos. Las radios cubrían las múltiples actividades de los tres días festivos que se decretaban. Desde el Te deum a la Parada Militar, eran los mismos funcionarios quienes sudaban la gota gorda trabajando y en consecuencia el día 21 de septiembre se destinaba al descanso.

Durante ese día las radios cerraban sus transmisiones, excepto por una que quedaba de turno. Luis recuerda que a fines de los 60' la tradición se acabó, luego de que algunas radiodifusoras reclamaran que la radio de turno se quedaba con toda la audiencia, razón por la cual abandonaron el día de descanso y lentamente la fecha pasó a ser sólo una conmemoración simbólica, en la que las radios funcionaban igual, como cualquier otro día del calendario.

años de experiencia

A sus 91 años Luis Muñoz sigue desempeñándose como locutor radial en la radio Valparaíso, donde conduce su programa "Enfoques", en el que comenta la actualidad y la contingencia nacional. El comunicador califica su entrada al rubro como "un accidente". Recuerda que decidió trabajar en la radio para ganar un dinero extra, mientras cursaba sus estudios de derecho. Su paso a la prensa se dio cuando le pidieron hacer la lectura del noticiero matutino, que comenzaba a las 07.30 horas, ya que el conductor original se había sometido a un tratamiento dental. Luis dijo que sí y se sentó frente al micrófono, mientras recibía los boletines de agencias nacionales e internacionales. Cuenta que el orden en que llegaban las informaciones era muy aleatorio y le tocaba leer informaciones sobre la Segunda Guerra Mundial, luego noticias del deporte y a continuación, sucesos de la política, lo que hacía muy desordenado el noticiero. Para evitar que se repitiera el problema, en su segundo día Luis llegó al locutorio una hora antes para ordenar las informaciones. Los resultados fueron muy positivos y sacó aplausos con su iniciativa. Desde ese momento consagró su vida a la información, a través de las ondas sonoras.

Ha trabajado desde los 19 años junto al micrófono e informado en Valparaíso, La Serena y Viña del Mar. Luis sentencia que la radio cambió tanto como la sociedad, pero ha sobrevivido en el tiempo. "Se pensó que la FM mataría a la AM, y luego se pensó que la Televisión mataría la FM, pero nada de eso pasó, porque la radio tiene una gracia, y es que está en todos lados y acompaña en todo, sin importar lo que haga el auditor", concluye.

el locutor móvil

La historia de Carlos Williams es muy particular, ya que la pasión por la radiodifusión está arraigada en su médula. Su padre, Arturo Williams, también es locutor de radio y, pese a que no se crió con él, siguió su mismo camino. "Parece que la radio está en mi sangre", bromea.

El locutor de 55 años lleva más de 30 años trabajando en la radiodifusión y recuerda que su debut se dio cuando se presentó a la extinta radio porteña "Litoral", donde fue apadrinado por Lucho Donoso, su mentor en el oficio.

Por un tiempo trabajó en programas de trasnoche, y optó por dejar sus estudios hasta que fue contactado por la radio Festival, para integrar sus filas en lo que le significó el gran salto en las ligas radiales. "Fue como pasar de un club de la B, a la primera A", recuerda.

En su arribo a la radio Festival destacó en su conducción de "La Hora Festival" y en el móvil de la radio, en el cual recorría la ciudad cada vez que una emergencia ameritaba; era el reportero en terreno. Desde la camioneta transmitía para miles de auditores -y como suele ocurrir con la radio- fueron de los primeros en transmitir boletines para eventos como el terremoto del 27-F y la explosión de la calle Serrano.

Un recuerdo imborrable de su experiencia es el de una joven que llamó a la radio contando que quería suicidarse pues la atormentaba una pena de amor. Carlos avisó por interno que llamaran a carabineros para contactar la casa, por mientras distrajo a la joven. Llegaran los uniformados y felizmente logró su objetivo. Tiempo después la joven llegó a la radio en compañía de su pareja contándole que se iban a casar.

Anécdotas como esas, hacen a Carlos valorar su oficio. "La radio tiene la magia de que las personas incentivan su imaginación", plantea y advierte que antes era mucho más difícil llegar a hablar frente al micrófono, de hecho los relatores debían adquirir un "carnet de locutor" con la autorización de la Archi, el sindicato de locutores de Chile y la Inspección del Trabajo.

EL INGENIERO

Eduardo Tapia es ingeniero de profesión, pero su vocación lo impulsó a la radio. Comenzó como corresponsal en deportes el año 1993, ya que su padre también es locutor y lo ayudó a entrar en el ambiente.

Años después siguió cosechando experiencias en el dial y actualmente trabaja en la radio Portales, donde lee noticias.

Dice que su vocación nace desde la cercanía con la gente que provee la radio como canal masivo. "A diferencia de otros medios de comunicación, la radio es súper instantánea. En casos de emergencias, lo primero a lo que la gente recurre es a la radio; es como más cercano", dice y advierte que él ha tenido que interrumpir actividades personales cuando han ocurrido sucesos noticiosos. Algunas de las que más recuerda fue cuando un día que se alistaba para celebrar su cumpleaños, ocurrió el accidente de Juan Fernández. Tuvo que suspender la fiesta que tenía organizada y se vio obligado a volver raudamente a la radio, para transmitir la noticia.

También recuerda un día domingo, a las 13.55 horas, cuando le faltaban solo cinco minutos para terminar el turno y se supo de la muerte de Augusto Pinochet, por lo cual tuvo que quedarse trabajando hasta las 00.00 horas.

En más de veinte años sonando fuerte, las anécdotas sobran; lo más común es que el micrófono quede abierto y se escuchen palabras impropias, pero la anécdota más tragicómica fue ésta: en una oportunidad una mujer hablaba por teléfono con la radio en vivo, mientras estaba entrando a su casa y notó que había ruidos extraños al interior de ésta. Cuando ingresó a su hogar se encontró con que su marido la estaba engañando con otra mujer y por la transmisión se escuchó como el infiel era sorprendido por su esposa, hasta que esta última cortó el teléfono. "Después tratamos de comunicarnos con la señora, pero no hubo caso", recuerda Eduardo, quién al igual que Luis, Carlos y cientos de trabajadores radiales, cultivan uno de los oficios más antiguos del mundo, uno que transmite música, información o una conversación amigable a miles de hogares en la región. J