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El Danzalborde está a la vuelta de la esquina

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Llega la primavera y en Valparaíso parte la temporada de festivales. Uno de los consagrados es el Danzalborde, cuya versión número14 se realizará entre el 23 de octubre y el 1° de noviembre y que ya tiene confirmada la participación de compañías de Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, España, México, Panamá y Uruguay.

El encuentro este año cuenta con el apoyo de Iberescena, fondo creado el 2006 en el marco de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno realizada en Montevideo y que busca la ejecución de un programa de fomento, intercambio e integración de la actividad de las artes escénicas iberoamericanas. Además tiene financiamiento del Fondart.

Iván Sánchez, co director de Danzalborde, destacó que el evento contará con la presencia de programadores de otros festivales latinoamericanos y con directores de residencia de Sudamérica y representantes de casas de danza de Europa.

"La idea es organizar un tejido en el cual se pueda compartir y conversar con la comunidad temas como gestión, contenidos, formatos, líneas curatoriales de cada espacio del festival, búsqueda de lugares comunes y lugares de encuentro y, de esa forma, proyectar artistas locales a otras plataformas. También vamos a tener una fuerte presencia sudamericana en la programación, con tres países que nunca habían asistido al Festival, como Brasil, Panamá y Costa Rica", destacó Sánchez.

las obras

Algunas de las obras confirmadas son de alto impacto. Entre ellas se cuentan "Mordedores" (Brasil), trabajo de Improbables Producciones, bajo la dirección de Marcela Levi y Lucía Russo, quienes trabajaron con la violencia como disparadora de "fuerzas en tensión".

En esta versión del Festival regresa a Valparaíso la compañía española Erre que erre, que presentará "Hoogerman", espectáculo de danza, que busca corporeizar el trabajo del artista digital Hans Hoogerbrugge y lo adapta al lenguaje escénico. Supone la digitalización de un hombre con sus obsesiones, ansiedades y miedos.

Desde Panamá llega "1mm2" de Omaris Mariñas, quien reflexiona acerca de cómo las ciudades se han convertido en espacios vacíos, donde sólo queda el recuerdo de lo que hubo, de las viejas edificaciones y de los espacios que todavía dejaban ver la naturaleza. J

"El Clan"

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El cine argentino, al igual que el nuestro, está teniendo una revitalización importante, acompañada de una nueva generación, que en este caso es conocida como el Nuevo Cine Argentino, denominación que a muchos molesta, pero que sirve para establecer ciertas preocupaciones temáticas comunes y un modo particular de ver la realidad, más directa y sin afectaciones.

Uno de sus representantes más importantes es el cineasta Pablo Trapero, director, guionista y productor de la cinta "El Clan" (2015), filme en que se destaca el humor negro para tratar hechos reales, ocurridos en Argentina luego de la dictadura militar, que duró siete años, entre 1976 y 1983. Trapero, de 44 años, había dirigido anteriormente siete largometrajes: "Mundo Grúa" (1999), "El Bonaerense" (2002), "Familia Rodante" (2004), "Nacido y Criado" (2006), "Leonera" (2008), "Carancho" (2010), el más conocido en Chile, y "Elefante Blanco" (2012); en los cuales ha demostrado un estilo irónico y cáustico, que incomoda al espectador, pero que logra su objetivo, que el público tome conciencia y enfrente acontecimientos y realidades que normalmente caen en el olvido.

En "El Clan" ocurre lo mismo. La cinta está basada en la historia de la familia Puccio, especialmente del jefe del grupo, Arquímedes (un notable Guillermo Francella), ex oficial de inteligencia de la dictadura, que luego de finalizada ésta, se dedica a secuestrar personas de clase alta y pedir suculentos rescates, con la ayuda de sus hijos Alejandro (Peter Lanzani) y Maguila (Gastón Cocchiarale) y la complicidad de su esposa Adriana (Antonia Bengoechea) y del alto mando del Ejército argentino.

A pesar de los escrúpulos de sus hijos, la fuerte personalidad y el ascendiente militar de Arquímedes, logró involucrar a toda la familia en sus delitos. Incluido el silencio de sus dos hijas menores, Silvia (Giselle Motta) y Epifanía (Lili Popovich). Sólo el menor de los hombres, Guillermo (Franco Masini) logró escapar, al no regresar a Argentina luego de una gira como jugador de rubgy. Lo que más sorprende es la naturalidad con que Arquímedes y sus secuaces llevaban a cabo los secuestros y la posterior negociación, sin sentir un mínimo de remordimiento de conciencia, ante el sufrimiento humano, aspecto que la cinta recoge magistralmente.