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Un mall con piso de tierra

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Es sábado, y la avenida Perú de El Belloto no luce como todos los días. Las incontables huellas, una sobre otra, en las primeras callecitas de tierra de la Feria Municipal, son el anticipo de la muchedumbre de compradores que se pasean con sus bolsas de saco o de supermercado ya desteñidas. Buscan precios convenientes y, si regateando se consiguen, éste es el lugar indicado. Por treinta años aliviaron el bolsillo de los bellotinos. Lo hacen hoy, y lo seguirán haciendo, dice un locatario, de pie junto a su local de videojuegos clásicos.

¿Por qué tanto éxito?

Algo tiene esta feria, sino no se entiende que hoy sea la más grande de la zona y que los centros comerciales no hayan acabado definitivamente con ella. ¿La atención, la variedad, el precio, los productos?. Los propios locatarios ayudan a descifrar esa incógnita.

La posibilidad de encontrar una inagotable cantidad de objetos y productos a buen precio, algunos que van quedando en el pasado y otros que destacan por su funcionalidad, es otro factor. "Acá puedes encontrar de todo. Hay locales de comida, verduras, herramientas, ropa, antigüedades... hasta acá afuera, aunque no son locatarios, ponen a veces autos con letreritos de 'se vende'", cuenta Guillermo Constela, quien tiene un puesto de venta de bebidas hace diez años.

Encontrar productos exclusivos es otro de los motivos, quizás el más determinante, que los locatarios dan para la preferencia por la feria que hoy cuenta con 1.100 puestos establecidos. Esta opinión es justificada por una de las dirigentas del lugar, Viviana Ahumada, quien comenta que "lo bueno es que acá hay cosas que no encuentras en ninguna parte, cosas distintas. En una tienda grande o un mall no pasa, porque las cosas son iguales, se repiten'.

Finalmente, el espacio como punto de encuentro para los bellotinos, también es un factor a considerar. El reducto hace tiempo dejó de ser solamente el lugar al que las dueñas de casa llegaban a hacer sus compras para la semana. Aquí también hay lugar para la conversación, el saludo, hay un rincón para la humanidad.

Los personajes populares y la presencia de expresiones artístico - culturales que sobreviven a merced de la feria, aún es capaz de congregar en el mismo sitio a familias y vecinos, dando pie para la conversación cara a cara, tan obsoleta en los tiempos de la era digital. "Por ejemplo, amigos que no se ven nunca en la semana, se encuentran aquí", dice Ahumada.

pañito al suelo

El nacimiento de la tradicional feria se remonta a inicios de los años ochenta, cuando - de manera completamente improvisada- algunos bellotinos tuvieron la idea de instalarse con nada más que un paño sobre el suelo del sector conocido como 'la cancha' (algunos aún la nombran como 'la feria de la cancha') para ofrecer ropa usada o sus cultivos.

La fragilidad económica de un número importante de las familias de El Belloto era preocupante y, con las ventas que podían alcanzar, lograban solventar, al menos en parte, los gastos de la casa. "Eran vecinos de aquí mismo los que llegaron primero a ponerse acá, con sus cosas debajo del brazo. Después algunos se fueron quedando y ahora tienen su local", cuenta Constela.

Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo el puente. Al poco andar, la Municipalidad de Quilpué se hizo cargo de administrar el espacio, que hoy es propiedad de la División de Bienestar Social de la FACH. El municipio arrienda el terreno a la entidad, mientras que los 1.100 locatarios cancelan un valor mensual a éste ( dependiendo de su situación económica), para asegurar su permanencia. Un monto, que como señala el propio alcalde Mauricio Viñambres, permite cancelar en parte el valor del terreno.

Desde la 'ciudad del sol'

La Feria Municipal funciona los miércoles y sábado, abriendo su puertas a las 6 de la mañana hasta pasadas las seis de la tarde. Aunque ambos días de venta es alto el flujo de clientes ávidos por encontrar aquel objeto especial que no ha podido hallar en otro lugar o -simplemente- comprar lo mismo, pero a un bajo precio, el sábado es el día diferente. Para los locatarios, el día de vociferar más fuerte sus productos, de mostrar su picardía y "amarrar la venta".Sin ánimo de exagerar, Viviana -que tiene un puesto ferretero- cuenta que cada sábado es tal la afluencia de personas, que hasta cuesta caminar por las callecitas de la feria. Algo que les entusiasma absolutamente; es sinónimo de buenas ventas y ganancias. La dirigenta asegura que, "pasan por acá 30 mil. En temporada alta pueden llegar a las 50 o 60 mil. Ahí aprovechamos de vender todo lo que se pueda".

Quilpueínos, villalemaninos, villamarinos y porteños son los más atraídos por el lugar. Aunque, caleranos, quillotanos, limachinos, crucinos y hasta santiaguinos llegan a pasearse por cada uno de los locales. Vida sana tiene aún esta feria, con uno que otro achaque, pero vida sana al fin. De otra forma no se explica, que se mantenga estoica frente al paso de los años. J