Por extraño que parezca, existen personas que agradecen la situación que se vive en Chile, y las oportunidades económicas que ofrece. Se trata de los ciudadanos extranjeros que se radican en Chile buscando un mejor pasar y Valparaíso no se ve ajeno a eso.

La colonia colombiana es una de las más grandes de la Ciudad Puerto, y la mayoría de los colombianos residentes en Valparaíso, vinieron en busca del "sueño porteño".

María Elena Rivera, llegó con su marido, José Parra, a este Puerto hace cerca de un año y medio con una maleta llena de sueños. La mujer, oriunda de Medellín, cuenta que la situación económica por la que atraviesa el país cafetero está bastante crítica y la gente ruega por un puesto de trabajo. Es por eso que se decidió a viajar a Chile, además un familiar que llegó hace más de diez año les había comentado que en Valparaíso había más oportunidades de surgir, lo que los convenció.

Una vez que estuvieron en estas tierras, María Elena y su esposo invirtieron el dinero que tenían en un negocio de jugos naturales, al que llamaron "Fruta Fresca". En cosa de semanas el negocio fue cosechando clientes y comprobaron ellos mismos que en Valparaíso la situación económica era más próspera que en su natal Medellín. Actualmente siguen trabajando en su negocio, el que amplió su carta y ahora ofrece lo mejor del sabor cafetero, vendiendo jugos de frutas tropicales, arepas, bandejas paisas, café y otros productos de su tierra natal.

En su local, además de la clientela porteña, reciben a varios ciudadanos de su mismo país y se dan espacios para comentar la difícil situación que se vive en Colombia.

María Elena comenta que es muy común que los colombianos residentes acá, además de mantenerse a sí mismos, envían dinero a sus familiares que siguen en Colombia ya que el cambio de la moneda les es muy conveniente. "Hasta cuatro veces puede rendir el dinero", explica.

Además de enviar dinero, hay muchos casos de personas que juntan dinero por harto tiempo para poder traer a sus familiares a que sigan su camino e inicien una vida en Valparaíso, donde siguen encontrando la estabilidad que buscan con tanto ímpetu. J

La vida del porteño, siempre ha sido de esfuerzo y la difícil tarea de sobrevivir al alza de precios con sueldos bajos es sólo una de las muchas batallas que los residentes de Valparaíso deben enfrentar.

Don Jesús Hidalgo es uno de aquellos porteños que se las ha debido rebuscar para costear todos sus gastos. El porteño trabajó por 20 años como guardia de seguridad y obrero en la empresa de productos químicos Oxiquín, en El Salto. Hoy, jubilado, con 65 años, separado y nietos, recibe una humilde pensión de cerca de $200.000, la cual no le es suficiente para pagar sus cuentas y vivir de manera óptima, ya que vive con sus dos hijas en su casa, ubicada en el cerro Monjas.

Para ayudar a sus hijas y tener un mejor pasar, don Jesús se ha visto obligado a abandonar el retiro y salir a buscar trabajo para ganarse el pan. Anteriormente se desempeñó como pintor para pequeños pololos que hacía de vez en cuando, pero encontró mayor estabilidad como conserje en un condominio del cerro Placeres.

Dice que de momento, a punta de esfuerzo y trabajo duro, él y su familia están bien económicamente y piensa que la clave para alcanzar un estado de mayor tranquilidad financiera fue abandonar las tarjetas de crédito, pues antes tenía cuatro y le costaba ordenarse, ahora sólo tiene una que usa muy poco, por lo cual tiene mayor control de sus gastos.

El conserje manifiesta que según su experiencia la vida se va haciendo cada vez más cara, pues todo sube menos el sueldo, lo que tiene afectado a muchos de sus conocidos que están encalillados con muchas deudas. "El sueldo mínimo no alcanza para nada, aquí hay harta gente que está mal y encalillada con el famoso crédito. Yo creo que sinceramente el sueldo mínimo debería ser de $500.000 para que alcance para pagar las cuentas", sentencia y, con muy buen ojo, le recomieda a la juventud que no se arriesgue con los cupos de su tarjeta comprando en las grandes tiendas porque es un craso error que suelen cometer, y terminan con deudas millonarias que asumen sus padres.

Mónica Orellana, coincide con su coterráneo, pues tampoco posee tarjeta de crédito y al igual que muchos porteños ha sabido salir a delante a pesar de las dificultades que la ciudad les ha presentado. La mujer, que vive en el cerro Ramaditas, fue una de las cientos de víctimas del mega incendio que golpeó a Valparaíso en 2014, pero eso no ha sido impedimento para salir adelante y luego de rearmar su vivienda siguió trabajando como siempre lo ha hecho.

La porteña recuerda que hace algunos años, para el mes de diciembre, su pareja recibió un exiguo sueldo de 47 mil pesos, lo que estaba muy lejos de cubrir los gastos de la casa que debían cancelar, así que para salvar la situación, Mónica decidió invertir ese dinero para comprar verduras y venderlas como ensaladas en la calle Pedro Montt, de modo que se pudieran rescatar más ingresos. Los resultados de su apuesta fueron tan buenos, que decidió dedicarse permanetemente a la venta de las ensaladas, y ha seguido haciéndolo desde hace 12 años. "Yo salí a trabajar porque con el sueldo de mi marido no nos alcanza. Hay cosas que van subiendo mensualmente, como el gas por ejemplo y simplemente no alcanza. Uno tiene un presupuesto listo y cuando las cosas suben se te desarma todo", menciona.

Mónica llega sagradamente de lunes a viernes a su sector entre las calles Pedro Montt y Las Heras, cerca del mediodía donde vende sus ensaladas y no se va hasta venderlas todas, pues trabaja para poder mantener, junto a su marido, a sus cinco hijos, ya que piensa que el trabajo duro es la única forma de subsistir en una economía tan dura. "Todos los días del año hay que trabajar que comer y que comprar. Hay gente que si no tiene, se va a esforzar con un trabajo honrado", indica. J