Los secretos de una tradicional lavandería
Mario Muga ha dedicado gran parte de su vida al trabajo de la lavandería. Partió desde que tenía 17 años y volvía de Concepción para radicarse definitivamente en Valparaíso. Él dice que es un negocio rentable y que debe ser desempeñado por personas idóneas y con la experiencia suficiente para la limpieza y cuidado de las prendas de los clientes.
Don Mario cuenta que aprendió todo en la extinta lavandería City Service, que se ubicaba en la calle Condell, y cuya especialidad era la limpieza en seco. Aunque con el paso del tiempo ambos servicios se compatibilizaron. Así fue adquiriendo los gajes del oficio, donde supo cómo lavar cada una de las prendas de acuerdo a sus respectivas características.
"Para el lavado en seco se utilizan solventes derivados del petróleo que es el percloroetileno, más denso que el agua, y se utiliza para lavar las prendas más finas para que así no sean dañadas en el proceso", asegura. Es por eso que Muga hace énfasis en la experiencia, "ya que hay prendas que no soportarían el proceso de lavandería y necesariamente deben irse al lavaseco".
LAVACENTRO SERVICE
Todos esos conocimientos son aplicados por Mario en su lavandería Lavacentro Service, ubicada en calle Salvador Donoso 1450, local 5 de la Galería Hotel Prat.
En Lavacentro Service, el precio de ambos servicios es similar aunque el lavaseco tiene un recargo de aproximadamente el 30% de la lavandería. Y el lavaseco normal básico parte desde los $4.900, si necesita lavar un ambo por ejemplo. Y todo va dependiendo del trabajo que se requiera para dejar su prenda como nueva.
ANÉCDOTAS DE LAVADO
Muga llegó a trabajar al local como empleado hace unos 35 años, en los tiempos en que en Valparaíso había muchas lavanderías. Negocios que principalmente eran instalados por inmigrantes italianos y alemanes.
"Yo también trabajé en Central Express, de Viña del Mar, casi 20 años. Ahí empecé en el año 1961 y trabajé hasta 1979. Fui empleado y jefe de personal, trabajabamos más de 40 personas", recuerda.
Y agrega que "por las circunstancias de la vida aquí hoy solo trabajamos tres personas. Incluso, antes cuando empecé en City Service trabajábamos unas 140 personas, era un local muy grande de cuatro pisos y tenía sucursales en Viña y Quillota. En esos tiempo se recibía un promedio diario de 600 o 800 prendas. Hay que tomar en cuenta que en esa época casi nadie tenía lavadoras en sus casas, entonces el servicio de lavandería era muy importante y necesario. Ahora viene gente que no quiere echar a perder su ropa, que trabajan o estudian y no tienen tiempo para lavar".
Dentro de las anécdotas más peculiares de su vida como lavandero, este porteño cuenta que han llegado personas con prendas con manchas sospechosas, como de sangre, a requerir el servicio. Pero la encargada de recibir la ropa debe revisarlas antes delante del cliente y simplemente esas prendas no son recibidas en su lavandería.
"Nosotros le hacemos el quite a esas cosas para evitar problemas", explica.
Muy pocas veces en su lavandería han tenido problemas de daños en las prendas debido a errores en los procesos de lavado.
"No creo que más de tres veces, y han sido por pequeños descuidos, pero a los clientes siempre se les responde si el error es humano. Lo otro, es que aquí hemos tenido tres robos, y los delincuentes se han llevado ropa de clientes. Una vez nos robaron como 15 pantalones, lo que fue un drama para mí porque tuve que ir pagándole a los clientes".
UNIFORMES LIMPIOS
Otro hecho particular que relata Muga, es que una vez llegó a su lavandería personal de carabineros porque querían revisar si es que había ropa de los uniformados en el lugar.
"Ellos buscaban prendas o uniformes rezagados porque de seguro así controlan y evitan que otras personas puedas hacerse de estos y cometer algún delito haciéndose pasar por carabinero. Y bueno esa vez encontraron una pura chaqueta", asegura.
Agregando que "muy pocas veces vienen carabineros a lavar sus uniformes, es más común que vengan los marinos. Aunque hay una lavandería que se especializa en limpieza de los uniformados".
LA MÁQUINA FAMOSA
Al mismo tiempo, reconoce que el negocio es bueno y rentable gracias a su fiel clientela, pero aún así genera bastantes gastos, sobre todo de luz; con cuentas que rondan los 300 mil pesos mensuales, debido al funcionamiento de las máquinas.
Y la que tiene más consumo es una hermosa máquina italiana marca Maestrelli del año 1968, que se ubica estratégicamente en la entrada de la lavandería, y llama la atención de todos quienes transitan por la galería.
"Esta máquina es para lavar en seco, centrifuga y seca, pero ya tiene sus años y es bastante gastadora. Entonces yo trabajo también con otras máquinas que tengo en un taller", explica.
Aclarando que casi siempre la mantiene funcionando en una operación mínima a modo de propaganda, ya que son muchas las personas que entran al local porque les llama la atención la particular lavadora.
Sin duda un acierto de marketing de don Mario, quien se pone de pie, camina hacia la máquina italiana y la hace una demostración de sus distintas funciones.
"Yo la conservo como una reliquia, porque es una máquina que no tiene un valor tan alto económicamente, pero aquí a veces vienen muchos turistas europeos que le hacen fotos y les gusta mucho porque ya casi no hay como éstas en las pocas lavanderías que van quedando. Hoy en día hay otro tipo de máquinas en los locales, que son más modernas e incluso ecológicas", asegura Muga.
BUENOS CLIENTES
Senadores, diputados, secretarios ministeriales y hasta periodistas son parte de la fiel clientela del Lavacentro Service. Pero también personas comunes y corrientes.
"Por lo general vienen personas que son viudos y separados, estudiantes y profesionales que viven solos. Muchas personas vienen a lavar acá porque están de paso, no viven aquí", dice Mario.
Quien concluye que sus clientes son buenos porque les agrada el servicio que ofrece. Se les entrega la ropa limpia, bien planchada e incluso doblada, lista para ir al closet o al cajón de la cómoda.
Un noble servicio que se mantiene a pesar de en los últimos años han ido disminuyendo. J