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Buscan rescatar edificio de la Bolsa de Valores

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Los 4 mil metros cuadrados patrimoniales de fachada neoclásica de corte francés de la Bolsa de Valores de Valparaíso -ubicada en Prat con Urriola- esconden un pasado imponente y que hoy se niega a morir.

Más de 100 años de historia están en juego, y no precisamente en movimientos bursátiles o colocaciones propias de "Chicago Boys" -o tal vez sí-, sino en una fuerte apuesta local: preservar el emblema arquitectónico de los porteños. Y quien se anime, deberá ponerse, a lo menos, se especula, con unos 2 mil 500 millones de pesos.

"Hemos tenido ofertas de discotecas, restaurantes y hasta de un MacDonalds, pero las hemos rechazado. No se trata de aceptar a cualquier comprador, queremos a alguien que preserve este inmueble digno de la Unesco", afirma Ariel Gelfenstein, gerente general de la Bolsa porteña, para quien no tiene sentido seguir gastando en mantenimiento, si sólo acoge a 20 de sus analistas de mercado y una ocupación total del edificio de sólo un 10%.

Patrimonio

Basta con adentrarse en sus pasillos de aún pulcro mosaico en tonalidad pastel y erguidos pilares a prueba de terremotos, para ser testigos de una historia que se forjó a pulso en la época de bonanza porteña. Primero, en 1898, con el salón de corredores, y luego, en 1905, con su transformación a la Bolsa de Corredores de Valparaíso Sociedad Anónima.

Una arquitecta del departamento de monumetos, propone: "Este edificio tiene potencial. Hay que hacer un modelo de gestión para que sea autosustentable". El core Manuel Millones, añade: "El municipio de Valparaíso está interesado en tenerlo". Jorge Castro, alcalde porteño, alza la voz: "Hemos hablado con varios actores para adquirirlo. Estamos con el presupuesto justo y la glosa en curso 2016, pero no queremos que desaparezca. Haremos el intento".

Un haz de luz fluye desde un trizado techo bajo la cúpula del quinto piso. También hay un subterráneo: secretas bóvedas almacenan archivos de hasta el mismísimo Arturo Prat. El legendario reloj Leroy (Paris) da la hora frente a un tablero bursátil que se resiste a la buenaventura de su símil en la bolsa santiaguina, ahora epicentro inversionista del país.

"Es verdad, requiere de un espacio menor. Que quede claro: queremos que este patrimonio se mantenga dentro de la zona", acota Carlos Marín, presidente de la Bolsa, mientras se aleja por unas escalinatas de mármol rumbo al exterior de este Monumento Nacional. J