Invasión de polillas causa inquietud en los porteños
En un colectivo que se dirige al plan de Valparaíso, tres personas, incluyendo el conductor, se abren al diálogo para comentar una situación que los tiene un poco irritados: las polillas. La conversación, que surge porque en la radio se escucha a una mujer que ha llamado para preguntar si alguien le puede indicar por qué han aparecido tantas y cómo se pueden liquidar, los hace sentir identificados.
Uno de los pasajeros, que se podría describir como una porteña de 50 años, dice: "Yo no sé de dónde aparecen tantas, pero no me gustan como son y yo las mato con Raid". A lo que el conductor responde: "Sí, además se comen la ropa y se esconden en el clóset". El otro pasajero, que aparenta ser un ejecutivo de unos 35 años, tampoco queda indiferente al tema y declara: "A mi casa también han llegado pero yo creo que es por la humedad. Igual son súper lentas, cuando prendo la luz de la pieza las veo y las agarro de las alas y las tiro por la ventana. No me agradan".
Esta plática cotidiana, que se ha replicado en varias partes de la ciudad, es porque efectivamente han aparecido muchas polillas. Especialmente en los cerros Alegre, Concepción y Playa Ancha, en donde lectores de La Estrella han manifestado su repentina aparición.
45 días
Rodrigo Prado, gerente regional de la empresa "Truly Nolen", conocida por dedicarse al control de plagas, explica que la aparición de estos insectos es normal y que no hay que temer. "Esta plaga se mueve todos los años entre noviembre y diciembre, pero no es la polilla común que todos conocemos y que se come la ropa. Esta es una polilla que viene de los árboles, que dura unos 45 días y que después se elimina sola. Clínicamente no hay nada con qué tratarla porque es atraída por la luz y tenemos que pillarla justo volando, pero no hace nada, es transitoria", afirma.
Según Prado, esta polilla debería desaparecer a mediados de diciembre. "Todos los años aparece, pero como a mitad de diciembre ya no está. Al final son los murciélagos sus roedores (...) como decía, no hace nada malo, sólo molesta porque se pega a las luces y por eso mucha gente nos llama quejándose de ellas porque además de porte es un poco más grande. Se alimenta de la misma suciedad de la ciudad, no busca ropa ni se cría dentro de un clóset", apunta.
El nombre científico de esta polilla es Noctuidae y a diferencia de la que hace estragos en las prendas, que es de unos 6 milímetros, ésta mide hasta unos 3 centímetros. Fernando Calvo, un ingeniero que las conoce bien de cerca porque durante un tiempo las crió como si fueran sus hijas -en este medio se publicó su historia- enfatiza que no son dañinas para el ser humano y que no se deben matar. "No me había tocado ver tantas polillas, por eso especulo que debe ser por El Niño (la corriente). Pero es bueno recalcar que no son nocivas y que de hecho, las que se comen la ropa son poquísimas. Las larvas de la mayoría de las especies sólo comen plantas", señala. J