Banderas chilenas, lienzos en alto y batucadas, sin peñascazos, distinguieron la multitudinaria marcha de los pescadores por las calles de Valparaíso hasta entregar sus demandas al Congreso Nacional, en manos de una comisión del Senado y de varios diputados. A diferencia de otros años, en vista del agotamiento de los cardúmenes, el gremio apunta a la estabilidad o la disminución de las cuotas de merluza, pero insiste en rechazar la red de arrastre industrial. En la jibia, todavía abundante, demandan que la autoridad establezca la línea de mano, "potera", cómo el único arte de pesca del calamar, según el acuerdo que tomó la Cámara de Diputados en julio último, tema pendiente. En visión regional, los pescadores denuncian que la contaminación marina es más amplia que la bahía de Quintero, saturada de concesiones, cuyo problema se reactualiza con eventuales derrames de petróleo y carbón. En consecuencia, la "zona de sacrificio" de Puchucaví se mantiene o expande su influencia en el litoral.
En alcance constructivo, el petitorio de la marejada pesquera regional apoya la revisión a fondo de la ley vigente, cuyo análisis inició la comisión de Intereses marítimos, pesca y acuicultura del Senado.
Eduardo Reyes Frías