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Una tarde en el templo del Islam en la V Región

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Viernes, 20 de noviembre. 16.00 horas. Viña del Mar. En 6 Oriente. Centro de Oración Musalla Naziha.

Afuera, las copas de los árboles danzan al vaivén de la brisa primaveral. Dentro, los zapatos aguardan en un estrecho pasillo.

Estamos descalzos sobre una alfombra verde -los que ahora quedamos- en una sala, por decir, minimalista: paredes amarillas, cuadros alusivos al Islam, dos estanterías con libros y una pequeña lámpara adosada al techo. Se siente paz. Mucha.

En eso, un ácido murmullo: "¿Y por qué tantos datos? No vaya a venir alguien a ponernos una bomba".

Una semana antes. Viernes 13 de noviembre. 21.20 horas. París.

¿Será el infierno de Dante? Ecos de dolor retumban por las calles, a manos de Estado Islámico y, con ellos, 130 víctimas y sobre 300 heridos. Consternación en Francia. Europa. El mundo. Facebook (aplicación bandera francesa). Y Chile...

De vuelta en Viña, han pasado siete días de la tragedia gala. Pero hoy viernes 20, otro atentado sacude a un hotel en Mali. Muchos muertos. Esta vez Al Qaeda. No hay banderas de esa nación africana en las redes.

Son las 13.40. Primer llamado a la oración. Llegan de a dos, de a tres, o solos. Algunos acceden a pie y otros en 4X4, todos a un punto: la sobria casa de color blanco salpicada de símbolos árabes en negro. A su entrada, los devotos miran con cierta desconfianza. Algo emiten... la cámara de nuestro gráfico podría invadir privacidad.

Asoma el contacto. Es Imad Singer, directivo del Centro Islámico de Chile. Tras un gentil intercambio de palabras y abrazos, la escena cambia. Una angosta puerta se abre: el olor a incienso lo invade todo. Nos untan un aroma. Los saludos se multiplican, mientras varios se dirigen a un baño para lavarse. Lo llaman ablución (menor: limpieza de cara, cabezas, manos y pies. Mayor: lavado completo).

Puertas adentro

14.00 en punto. Inicia la prédica (en la amplia sala de alfombra verde). Objetivo: recibir el mensaje del iman. Así como los judíos celebran su día sagrado llamado Shabat el sábado, y los católicos la misa el domingo, los árabes lo hacen con su Oración los viernes. A esta hora.

En un principio, son veinte. Están de pie. Por delante de ellos, un joven de gafas, barba y túnica blanca alza la voz. Impone autoridad. Ora. Es el Sheikh Subhan, quien vela por la mezquita, apoya a la comunidad musulmán en la zona -no son más de 150- y las hace de teólogo. Silencio.

Pasan los minutos y hay más miembros, jóvenes y de mediana edad. La mayoría viste ropa de calle. Ya son 30. Santiago y luego Iquique, registran más musulmanes en Chile. 80% son sunitas.

Varios están insertos en el mercado laboral criollo. Otros son comerciantes. Algunos vienen de Quilpué, Quillota, San Felipe... También los hay de otras latitudes. Incluso llega un canadiense, que hoy arribó a Valparaíso en crucero.

Ahora están sentados. Se inclinan. Besan el piso en dirección a La Meca, hacia la lejana Arabia Saudita. Y es que los pilares del Islam, preceptos fundamentales para todo musulmán -de acuerdo a la concepción suní- son cinco: la fe, oración, limosna, ayuno (mes Ramadán) y peregrinación a La Meca.

Un paréntesis. Estamos en una casa que llaman Musallah, no una mezquita propiamente tal. Ese es el desafío: juntar platita y construir una acá. Como la de San Bernardo, en Santiago, la misma donde predicaba el iman que está adelante.

Ahora Herman Mohamad, experimentado traductor, toma la palabra. "Sus hijos deben venir aquí para aprender árabe" (el Corán, su libro sagrado, debe leerse en ese idioma). También a la creencia en la unidad de Alá, la bondad de la mujer hacia el hombre, el rechazo al pecado y el estigma por cargar con lo de EI.

Seguir los postulados de Mahoma, el profeta fundador del Islam. Los mismos que sedujeron en Occidente al músico Cat Stevens (Yusuf Islam) y el mejor boxeador de todos los tiempos, Casssius Clay (Muhammad Ali).

Bajo el manto de Alá

14.45. El Sheikh Subhan cierra la oración del viernes. En un minuto, la sala queda casi desierta, como el Sahara. Se nos acerca el contacto Imad Singer. Tras él, el Sheikh Subhan y un chileno converso. Muestran disposición. "Somos así", aseguran. Hay buena vibra.

Singer, tres hijos, dos nietos y otro en camino, oriundo del Líbano, rompe el hielo. "La casa es sagrada. Lo importante es reunirse acá para celebrar con la comunidad islámica", enfatiza el comerciante que lleva radicado en Viña, Chorrillos, hace 40 años: una católica chilena le robó el corazón.

Ahora interviene Subhan, 29 años, quien proviene de la tierra del té, Sri Lanka. Casado y con una hija, lleva seis años de prédica en Chile. Singer, a su lado, aclara que los Sheikhs no abordan temas que no sean exclusivamente sobre su fe. Subhan observa y susurra: "La idea es extender el lazo a la comunidad. Me siento cómodo y bien en Viña. Presto un servicio, orientar a los nuestros", desliza en un aceptable castellano.

Gonzalo Silva tiene 31 años. Es de Quilpué, una hija en matrimonio con venezolana conversa. La fe lo hizo optar por el Islam, peregrinar hasta La Meca y hacerle la cruz al catolicismo. Fue el primer chileno en titularse en Lengua Árabe y Religión, en la Universidad Islámica de Medina (segunda ciudad sagrada del Islam). "Estudié muchas religiones. Llevo 10 años de aplicar este modo de vida, pero ya viste, hoy tuvimos a ocho conversos", acota Silva.

Una anécdota a consignar. Para el 11-S de las Torres Gemelas, Singer se encontraba junto a miembros de su comunidad en Copiapó. Él considera que los chilenos son "oscilantes" -cambiantes- en la forma de apreciarlos. "El día anterior al atentado de Nueva York, todos nos trataban bien. En la plaza nos saludaban. En cosa de horas, pasó el triste hecho, y muchos nos sindicaban. Es más: nos decían terroristas".

En algo concuerdan todos: hoy no hay nada que justifique la barbarie de Estado Islámico, quienes, a su juicio, se ganaron la ira de Alá. "Nuestra religión lo condena absolutamente. Si un individuo atenta contra otra vida, él asumirá todos los pecados del afectado" ahonda un reflexivo Imad Singer, quien ya mira la hora. Son las cuatro de la tarde.

¿ 150? ¿6 Oriente con...?

La sonrisa en ellos parece sincera. "¿Y por qué tantos datos? Que no vaya a venir alguien a ponernos una bomba", bromea, a esta altura, un relajado Singer.

"Tiempo de volver al trabajo", dicen a coro. Y en paz, agrego. Salam. J