Falló internet y el calor hizo lo suyo, pero la fe no decayó
Los peregrinos que llegaron antes de las 09.00 de la mañana al "Santuario de Nuestra Señora Purísima de Lo Vásquez", lo hicieron con el día nublado y con una brisa que los mantenía bien fresquitos. Sin embargo, a eso de las 10.30 horas, el calor volvió a golpear con fuerza y pocos desodorantes pasaron la prueba.
Así se pudo apreciar en el interior de la iglesia, en donde miles de personas yacían achoclonadas y arrastrándose como cuncunas para poder cumplir con sus mandas.
- Oye, que está hediondo aquí - expresó repentinamente una señora que estaba en una de las puertas laterales.
-Sí, parece que el desodorante abandonó a varios. Está pasado "a ala"- le respondió su hermana, colocando su mano en la nariz.
Las personas que estaban a su alrededor las miron con molestia, pero al final les encontraron razón: la multitud realmente olía extraño.
Afuera del famoso santuario, otras miles de personas aguardaban su turno para ingresar. A diferencia del lunes, era prácticamente imposible caminar y había que hacer filas para entrar por el acceso principal. Allí, encima de una alfombra hecha de piso flotante (y que se recalentaba como un horno), cientos de creyentes hicieron verdaderos sacrificios para seguir avanzando hacia sus metas. Los voluntarios de la Cruz Roja sacaron aplausos atendiéndolos con agua.
"No importa el calor, tengo que cumplir mi promesa porque la virgen sanó a mi hija", comentó Gustavo Fredes, uno de los hombres que luchaba por permanecer arrodillado.
Se caía el internet
Si bien los rayos solares hacían constantes estragos en las pieles de estos peregrinos, siempre hubo tiempo para las selfies. Y es que aunque iban cargados y exhaustos por las largas horas de caminata, no faltaba el que sacaba su celular para tomarse una foto con la cámara frontal o el palo "selfie stick". El problema eso sí, fue la conexión a internet porque como eran más de 500 mil personas las que estaban presentes en el lugar, la red se caía y pocos podían compartir sus fotografías en redes sociales.
Más arriba del santuario, en donde hay una capilla, también se estaban realizando misas y confesiones. En este sector se podía caminar con un poco más de tranquilidad, pero casi no había sombras. Las pocas que se podían encontrar habían sido reservadas por los que se vinieron a acampar y pasar un momento de esparcimiento. "Antes veníamos solas caminando, pero este año, como habíamos prometido venir con mi papá que sufre de artrosis, vinimos en vehículo y en familia. Ahora vamos a hacer un asado para compartir y de ahí nos iremos a la casa", dijeron las hermanas María Eugenia y María José Messina, que venían del Cerro Alegre.
Los ciclistas también disfrutaron de tener por varias horas la ruta despejada sólo para ellos.
Pitos de gato
Afuera del santuario, desde la pasarela de la Ruta 68, se encontraba la larga feria de los comerciantes y artesanos. También los estacionamientos, que cobraban hasta $4.000 por tener los vehículos todo el día.
En los puestos se podía encontrar ropa, loza, camisetas deportivas, aparatos electrónicos y lo que se le ocurra. Pero entre las novedades inusuales, destacaba Jonathan Juanito, un mexicano que decía provenir de Tijuana y que golpeaba un saco contra el cemento una y otra vez, emitiendo el maullido de un gato. "Son pitos que hacen como gato. El saco tiene una cola colgando, como si fuera un gato, entonces lo golpeo en el piso y hago sonar el pito. Obviamente no es un gato de verdad... los vendo a $500 y 3 por $1.000. Me ha ido bien, son novedades para los niños", aseveró.
Los caseros que estaban a su lado estaban medios aburridos por el constante ruido, pero lo dejaban ser. Y los niños... bueno, se asustaban un poco, pero al final igual le pedían a sus mamás que se lo compraran. J