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Sepa cómo evitar las recargas eléctricas en las festividades

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¡Luces, brillo, destellos! Todo un Big Bang pirotécnico para los sentidos; vibrantes elementos capaces de dilatar tus pupilas hasta volarte el cerebro a la mismísima fuente de energía electromagnética de un cuásar, el objeto más luminoso del universo.

De acuerdo para la mayoría, por algo son tan esperadas estas semanas, no hay -o casi- nada más lindo y que impacte a tus ojos que una pared, algún pino o una vidriera revestidos de fluorescentes alumbrados o coloridas ampolletas. Ni qué hablar de las tornasoles guindarlas que presumen de aquel espíritu buena vibra en una época cargada a los decorados y altos voltajes.

Pero, si usted hila más fino, hay algo allí que bien pudiera encender otra cosa: una alerta roja. Podría estar ante una bomba de relojería hecha a la medida del peligro. Tal vez, incluso, tratarse de, ni Dios o el Viejito Pascuero lo quieran, su último impacto visual, al menos en este lado de la existencia.

Es el cierre del año, para bien o mal. Balances, cuentas, uvas y lentejas en el cambio de folio. Y con ello, las fiestas, festejos y fuegos de artificio. También los lamentos y oídos sordos a las advertencias.

Casi como la tracción que imprime el reno líder Rodolfo al trineo del barbón en la noche buena, aquí se potencian la ocurrencia de riesgos relacionados o generados por el sobreconsumo de energía eléctrica que se produce casi en la totalidad de los hogares. Al detalle: recalentamientos y cortocircuitos que derivan en electrocutados y fatídicos incendios.

Si cree que le estamos poniendo harto color al electrizante tema, precipitemos estadísticas al respecto. Nada mejor que con quienes saben del asunto, Bomberos de Chile. Ellos han cifrado en un 72% las viviendas que en nuestro país tienen instalaciones eléctricas deficientes o que cuentan con artefactos eléctricos que no cumplen con la certificación de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC), entidad encargada de la regulación.

Si a ello le sumamos que durante este mes, o sea el festivo diciembre, aumenta el consumo eléctrico producto de las luces y decoración propia de la Navidad, la situación es para tomarla muy en serio.

Pero todo este leimotiv parte de una génesis. Corría un gélido 22 de diciembre de 1882 en la tierra del tío Sam, cuando Edward Hibberd Johnson, vicepresidente de la Edison Electric Light Company, se apunta con un pinito y, de paso, adelanta a su jefe (ya veremos por qué): fue la primera persona del mundo en adornar su abeto navideño con luces eléctricas.

Sucede que el tal Johnson, tan solo tres años después de que su CEO Thomas Edison (sí, el genio inventor) probara que las bombillas o ampolletas eran un descubrimiento totalmente práctico, dio vida a la tradición que, en parte, nos tiene de cabeza tratando de darle luz y medidas a esta cuestión.

Para cimentar la tradición luminaria, Johnson utilizó 80 lámparas incandescentes rojas, blancas y azules, que él mismo había diseñado. Así enchufó la idea en su casa de la Quinta Avenida, en Nueva York.

Pero todo el embrollo no prendió más allá de su propio metro cuadrado. Tanto, que hubo que esperar hasta los locos años veinte del siglo pasado en gringolandia para que, ahora sí, el foco se iluminara en sus vecinos, y luego, el mundo entero.

Dos cosas al respecto: hasta ese momento, años veinte, las tradicionales velas causaban estragos incendiarios en diciembre. Y los materiales eran muy caros para la clase media, pulmón en esto de la jarana navideña en EE.UU.

Ya de vuelta al terruño local, y a la celebración de la Navidad y Año Nuevo, que implican decorar árboles navideños, fachadas, e incluso los techos de casas y departamentos con luces, allí, precisamente, se germinan amenazas: sobrecarga de las instalaciones eléctricas, muchas veces no aptas para ello. Eso, además de los fuegos de artificio y bengalas que, en caso de dudosa procedencia o mal manipulados, podrían apagar una vida.

Campañas en llamas

Hoy, más de la mitad de los incendios, como ya ahondamos, se producen por fallas eléctricas. A su vez, según cifras proyectadas por COANIQUEM -ponga atención-, alrededor de 1000 niños sufren anualmente quemaduras eléctricas en Chile. Para que se haga una idea: entre dos y tres niños se queman diariamente por este tipo de agente. Varios de ellos a causa de fallas en el sistema eléctrico de sus hogares.

Ante las festividades ad portas, nada como un eficiente extintor de quienes más saben, mediar en lo de fondo, como quien pone paños fríos a la candente situación aquí analizada.

Así, el pasado 4 de diciembre, tres instituciones pesos pesados alusivas a la trama, se reunieron para dar cartas al propósito. Allí, la ministra de Salud, Carmen Castillo y la Subsecretaria (S) de Redes Asistenciales, Gisella Alarcón, acompañadas del presidente y fundador de la Corporación de Ayuda al Niño Quemado (COANIQUEM), Jorge Rojas Zegers, y el jefe de OS11 de Carabineros, coronel Óscar Salazar; pusieron manos a la obra en una nueva versión de la tradicional Campaña Alto al Fuego 2015- 2016.

El llamado de las autoridades es claro, como una ampolleta correctamente instalada: respetar la ley 19.680, instaurada el 25 de mayo del 2000, la cual prohibe la venta, uso y compra de fuegos artificiales, la que tiene vigencia todo el año y en todo el territorio nacional.

La Ministra Castillo puso un alcance que, a esta altura, debería ser un patrón para todos: "Por ley está prohibido el uso de fuegos artificiales". Ante ello, su recomendación pasa porque las personas disfruten de este tipo de espectáculos en ambientes protegidos, siempre y cuando "cuenten con autorización de Carabineros de Chile".

En ese plano, el Coronel Óscar Salazar, jefe de OS11 de Carabineros de Chile, es la voz autorizada en la institución a nivel territorial. De acuerdo a sus palabras, este año los decomisos y la vigilancia "se realizarán en forma extensa en ferias libres de todo el país".

En tanto, el presidente de COANIQUEM valoró esta colaboración, algo que, acota, no basta por sí solo. Jorge Rojas, cabeza de la entidad, apunta al año pasado. "Durante la campaña anterior se registraron siete casos por fuegos artificiales a nivel nacional, de los cuales tres corresponden a la ciudad de Antofagasta y cuatro a la Región Metropolitana".

Toca aplaudir -y con la pirotécnica del caso-, que en nuestra Quinta Región, durante las celebraciones del 2014, no se registraran víctimas fatales ni graves heridos que reportar. Pero ya sabemos, cada año es distinto.

Para María Ignacia Pizarro, jefa Región Valparaíso COANIQUEM, esto es meritorio. "En los últimos tres años no han habido casos de niños quemados", acota.

En esa línea, pero con otros actores -también con los cables bien conectados a tierra-, Chilectra, Cruz Roja y la Organización de Consumidores (Odecu) lanzaron a principios de este mes la campaña denominada "Navidad Segura 2015". El buen gesto, era que no, fue encabezado por el ministro de Energía, Máximo Pacheco.

¿El objetivo? Ídem: disminuir los accidentes eléctricos, riesgos de electrocución e incendios al interior de las viviendas.

Más allá de las festividades, y como parámetro, Chilectra saca chispas en la temática con cifras a tener en cuenta. En diciembre de 2014, la empresa recibió 130 llamados por accidentes eléctricos por sobrecarga al interior de los domicilios, con consecuencias de incendios o principios de éstos, lo que representó un 13% más en relación a la misma fecha de 2013, evidenciándose una menor conciencia sobre los riesgos por parte de las personas.

Máximo Pacheco, en su calidad de ministro, resulta enérgico con los medios y la ciudadanía: "Es importante que la gente adquiera luces que cuenten con la certificación de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC), que es el organismo competente para acreditar realmente que la iluminación del árbol de Navidad sea segura, que la iluminación no se recalentará ni provocará problemas eléctricos que puedan terminar en accidentes".

Descargas mortales

Todos los caminos conducen al genial yanqui Benjamín Franklin. Su bitácora de ruta es un homenaje a la creatividad. Y osadía. Como Da Vinci, fue capaz de sobresalir en cuanto campo se propuso.

Durante una estancia en Francia, en 1752, realizó el famoso experimento del volantín: demostró que las nubes están cargadas de electricidad y que los rayos son descargas eléctrico.

De allí, a patentar el pararrayos y luego, lo que nos concierne, formular conceptos tales como el de la electricidad negativa y positiva (a partir de la observación del comportamiento de las varillas de ámbar) o el de conductor eléctrico.

Por eso, y ya de retorno al hoy, entre los riesgos asociados a la manipulación decorativa navideña, Chilectra resalta los casos de niños y adultos que sufren quemaduras por entrar en contacto con la corriente al utilizar adornos y elementos no certificados, sobrecargando enchufes, alargadores y zapatillas. Esta situación puede provocar electrocuciones e incendios. A hoy, las luces navideñas con pilas ya las venden las tiendas chinas.

A contar del 2016, ninguna tienda ni supermercado del país venderá ampolletas tradicionales. Así, los ciudadanos sólo tendrán dos opciones para iluminar sus hogares: las lámparas fluorescentes compactas y los LED.

La decisión tomada por el Ministerio de Energía, tiene como objetivo potenciar el ahorro energético del país, utilizando sólo ampolletas que sean más eficientes, y que permitan un mayor ahorro familiar. "A contar de ayer, ya no se podrán comercializar ampolletas incandescentes" corrobora dejando en claro eso sí, que se puede vender el stock con que se cuenta, pero ya no se podrán importar más, pasando de este modo, a una iluminación mucho más eficiente. En tanto, el seremi de Energía, Jorge Olivares sustenta: "La ampolleta se calienta, resulta peligrosa y solo un 20% genera luminosidad".

En el caso de las ampolletas Led, funcionan con gas y tienen 15 grados de apertura en luminosidad. Giulianno Sacchetti, de Casa Eléctrica Fernández en Viña del Mar, tiene su postura como ingeniero. "En el fondo, es lo mismo físicamente, pero la incandescencia cambia". En cifras: vale 5900 pesos, dura 8 mil horas, unos cinco años, eso frente a las ampolletas tradicionales que costaban 890 pesos. "Esto no es negocio, pero nos parece lo más sensato si lo vemos por tema ambiental", aclara el ingeniero Giuliano Sacchetti, de Casa Eléctrica Fernández.

Ahora, un Led de buena calidad, de acuerdo al ingeniero Alejandro Zatonyl, que vende este tipo de iluminación en su empresa Ledazmaz, cuesta unos $7.400, y asegura 30 mil horas de vida útil. "La medida es buena porque un LED de buena calidad es un ahorro de hasta un 90% que una ampolleta normal de 100 watts".

En lo que sí coinciden ambos comerciantes e ingenieros, Sacchetti y Zatonyl, es que este negocio no les reportará ni uno. "Pero vale la pena y será seguro para los clientes", un detalle, como todo lo anterior que suma y no resta, ideal para estas fechas. J