Taller 'Mi Primavera': las siete caras de la belleza guerrera
Generar una instancia terapéutica única en Chile a través de profesionales de la psicología, maquillaje y fotografía dan un espectacular resultado en Concón: dejar bellas en cuerpo y alma a aquellas que viven el temido cáncer de mamas.
Guillermo Ávila N. - La Estrella de Valparaíso
Ocho mujeres coinciden, aparte de su destino, en algo trascendental para ellas: "Lo más lindo es poder compartir una experiencia de lucha por la vida"…
Pero, ¿qué es luchar por la vida? Tal vez he aquí lo fundamental. El antes y después de la existencia humana. El factor que deja en pie a la raza sapiens sapiens ante una guerra nuclear o la caída de un meteorito. Juana de Arco en las epopeyas; la teniente Ripley contra Alien.
Sólo los más grandes, aquellos que están construidos en carne, hueso y alma a la interna del temple, los que día tras día libran batalla contra la adversidad y sobrellevan. Los pocos, como David por sobre Goliat en el valle de Elah. Aquellos elegidos -sin querer serlo- que le doblan la mano al destino.
Porque no cualquiera es modelo -reiteramos, sin querer serlo-, la fuente de inspiración, esa capaz de acariciar los infiernos, vulnerar los límites, escalar hasta el cielo y retornar aquí, para dar testimonio en vida.
Eso es lo que una mirada tan verde como la esperanza destellan las señoras Maritza Morales (de Belloto, tres hijos) y María Eugenia Pinto (de Quilpué, siete hijas y 12 nietos). Sus palabras, de paso, así lo certifican. Ellas hoy son las modelos -sin quererlo-, al igual que otras seis damas reunidas en este primer taller llamado "Mi Primavera" que ya floreció en buenas vibras y que, según sus organizadores, es único en su estilo made in Chile.
"Fue una experiencia enriquecedora. Estoy en sesiones en el Hospital Clínico de Viña del Mar -que aquí apoya- desde 2015 cuando me diagnosticaron cáncer. De una vez dije que sí", lanza Morales con las pupilas inyectadas de fe.
Más allá, dos de los 12 nietos de María Eugenia Pinto revolotean por la colorida sala. "Soy la más antigua aquí. Tengo metástasis ramificada en muchas zonas del cuerpo (huesos, hígado). Desde 2009 doy lucha con quimios, a veces hay bajones en otras optimismo. Dije que sí al tiro".
Y ese sí de ellas fue para ser modelos en una sesión de maquillaje, no cualquiera: aquí se percibe cariño, afecto, comprensión, sensibilidad y apoyo, entre todas las involucradas y quienes llevan la batuta como especialistas profesionales. Esa es la verdadera pasión que desea y trata de materializar con este tipo de encuentros la emprendedora y mujer orquesta de Impúdicas y Aladas, Isabel Verónica Ojeda. Una dama que emite luz en sus intenciones.
Para la además asistente social, el enfoque de este nuevo centro de asesoría integral de autoimagen apunta, y a lo alto: "Difundir esta linda iniciativa; mejorar la calidad de vida de muchas personas", afirma Isabel, para quien el resultado de la jornada de maquillaje fue súper estimulante. "Queremos incorporar una mirada integradora para la familia, principalmente quienes están en evidente desventaja".
Fotos al desnudo
En una época en la que en todo se trata de impactar profundamente, las imágenes aquí logradas luchan por atención tan silenciosa como las musas de Botticelli en el renacentista lienzo La Primavera.
Porque el renacimiento de estas venus criollas, ocho mujeres cuya enfermedad se aloja en un órgano visible, ligado tanto a lo sensual, como a lo nutritivo y acogedor, hoy están agradecidas. De hecho, parecen manejarse con dignidad, confianza, respeto y amor. Ganarle a la vida. Y a las cifras, esas que registran que en Chile, cada día, cuatro mujeres pierden la tenaz batalla.
Nelly Pérez es de Achupallas. Con apenas 36 años, una de las más jóvenes del grupo, en junio pasado le dieron diagnóstico: operación en agosto vía mastectomía parcial (extirpación de la mama). Además, una segunda intervención: vaciamiento de los ganglios.
"Primero radioterapia, luego la quimio. Estoy asustada. Tengo que luchar por mi hijo y marido. Por eso es rico compartir este espacio, más allá de lo estético, levanta el ánimo y genera fortaleza", dice Nelly con un destaque especial: "Las terapeutas son un amor. Se ponen de verdad en el lugar de uno".
¿Y quiénes son esas terapeutas? Silvia Miralles, psicóloga y sicoterapeuta; y Loreto Cavallo, psicooncóloga con especialización en la Universidad de Complutense en Madrid.
Ambas son como un par de mancuernas que logran complementarse con tan solo una seña. Ellas se conocieron cuando estudiaban juntas en la Universidad de Valparaíso. Hoy están para dar confianza y brindar conocimiento a las "chiquillas". "Esta enfermedad es visible. La quimioterapia de mama y su tratamiento hace que se te caiga el pelo del cuerpo. Trabajas en eso desde adentro y afuera, por eso decidimos hacerlo a través de la fotografía en conjunto con la sicología y el maquillaje", aclara Loreto. "Yo le comenté a Mariana, la fotógrafa, que incorporara imágenes estéticas".
Mariana Durán es quien maneja el lente durante la sesión. Con un ojo clínico para los detalles, su currículum resulta potente, en parte, gracias a sus estudios en Nueva York. La fotografía a embarazadas, asegura, es su fuerte. Sin embargo, las vueltas de la vida la pusieron a laborar con personas mayores. Un hecho la marcó recientemente: el fallecimiento de su tía regalona, Vesna (en eslavo, diosa de la primavera). "De allí se me ocurrió el nombre del taller 'Mi Primavera', en honor a ella", cuenta Mariana.
Patricia Gaete tiene 53 años y es de Villa Alemana. Comenta que está felizmente casada y chocha con sus Bodas de Plata para marzo próximo. "En 2014 recibí el diagnóstico. Igual sospechaba, ya que fui enfermera: tenía el pezón retraído hacia adelante". De allí a la biopsia y ocho sesiones de quimio. También tabletas para menguar el dolor. Y la depresión. Por eso lo de hoy es un oasis en medio de un horizonte árido. "El taller nos fortaleció. Al menos por ahora, soy otra persona. Me voy con una sonrisa de oreja a oreja", añade una risueña Patricia.
En el centro Impúdicas y Aladas -localizado en Avenida Concón Reñaca- se aprecia un balcón que mira hacia Caleta Higuerillas. La vista relaja. El mobiliario también: sillones en tonalidad turquesa, paredes salpicadas en alegres rosa y verde. Espejos, prendas, implementos de peluquería y masajes se superponen en las piezas.
Silvia Miralles detalla: "Primero hicimos un registro fotográfico de las participantes. Luego un trabajo de la imagen y la instancia de maquillaje". La reconstrucción de la imagen: el antes y después. Lamcome puso el auspicio y un set de belleza "que las haga sentir las minas que son" es lema.
Loreto, la psicooncóloga, irradia dicha. "Un plan piloto. La idea es replicarlo con más profesionales".
Silvia, su colega, complementa: "Tuvo sicología, maquillaje y fotografía, algo que en Estados Unidos sí se hace, y acá no".
Llegamos a retar al destino: hablar por celular mientras se maneja, comer alimentos nocivos, inclinarse por los excesos. Tenemos la certeza de que los dramas no llegarán, hasta que lo sufrimos.
Las ocho guerreras se marchan, minas. Mariana, la fotógrafa, sonríe de orgullo. "Al final, todas nos abrazamos. ¡La mejor experiencia de la vida!".