Marcos Concha Valencia
En la primera noche del festival, el humorista Edo Caroe no dejó títere con cabeza, haciendo mofa de la clase política, aprovechando la desilusión y el rechazo actual de los chilenos, donde los asistentes demostraron su descontento con pifias y abucheos, ya fueran a políticos de derecha o de izquierda, del gobierno, de los grandes empresarios o de los dignatarios de la iglesia. Si el público de la Quinta Vergara se considera una muestra de todos los chilenos, el humorista demostró la grave crisis que vivimos. Hizo reír mucho, tanto es así que en el clímax de su rutina el "monstruo" pidió espontáneamente la Gaviota de Plata. Luego fue grosero, su vocabulario soez y la descripción de escenas no fueron de doble sentido, sino de sentido directo acompañado de gestos impúdicos, tanto que pareció que el público quedó "pa´dentro", y aún así se le dio la Gaviota de Oro. No es una apreciación de "tonto grave", sino un análisis que hace pensar, que estamos montados en un corcel desbocado.