Nicole Valverde S.
Resignados, miran las enormes olas reventarse en las rocas, los residentes de la Avenida Perú. Ya no quedan turistas, y ellos vuelven a apropiarse del sector.
La mayoría son personas de la tercera edad, que han vivido ahí por años. Aseguran que nunca habían visto marejadas de la magnitud que se ven ahora.
"En la noche la cama llega a retumbar cuando revienta el mar. A mí me dan más miedo los temblores y terremotos. La verdad es que ni siquiera me he planteado cambiarme de casa. Creo que hay que aprender a convivir con las marejadas, que son esporádicas. Y hacer caso a las recomendaciones de las autoridades. Sobre todo, respetar las medidas de seguridad", dijo la señora María Teresa Bambach, quien paseaba junto a su hija María de los Ángeles Baeza.
Comerciantes
Tal vez los más afectados son algunos comerciantes que tienen sus locales en el sector. José Riveros ha trabajado siempre en uno de los quioscos que se ubican justo en la vereda afectada por el mar.
Su negocio es la única fuente de trabajo que tiene, y tuvo que ser reubicado al otro lado de la calle. Allí está a salvo de las marejadas, pero las ventas han disminuido bastante, ya que con el cierre de la Avenida Perú no circula ningún alma por el sector.
"Ahora voy a tener que cerrar porque no anda nadie. Y no he pensado irme a otro sector con el quiosco", aseguró.
4,5 metros de altura podrían llegar a alcanzar las olas en la pleamar.