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El garzón más fiel nos cuenta los vaivenes de Caleta El Membrillo

Trabajadores del tradicional recinto se encomiendan a San Pedro y esperan con ansias el regreso de los miles de turistas que llegan a la zona para Semana Santa.
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Daniella Tossi C. - La Estrella de Valparaíso

Recién casado y con 21 años, un joven Hernán Vergara llegó por primera vez a la Caleta El Membrillo en busca de trabajo, donde con una gran suerte fue contratado de inmediato en el famoso restorán de Pescadores como copero. "Comencé lavando vasos y platos, cuando quise pasar a cajero me dijeron: 'Te quedas como garzón o te vas,'. Y aquí estoy po´", cuenta.

Hoy después de 36 años Don Hernán nos cuenta como su vida se ha desenvuelto entre mar y tradiciones y cómo durante este largo tiempo, ha sido testigo del gran cambio que ha tenido la caleta, desde sus años de gloria a lo que es ahora. A pesar de esto, sin desanimo, programa su despertador a las seis treinta de la mañana, para luego emprender rumbo desde Villa Alemana hasta su querido lugar de trabajo, que por estos días sufre las consecuencias del fin de la temporada estival.

En verano son miles los turistas que repletan las mesas de cada uno de los restoranes y picadas que se encuentran en el antiguo edificio y sus alrededores, pero basta que se asome marzo para que el silencio y la soledad se apropien de los pasillos de ese lugar.

En el olvido

El frío no se hace ajeno a esta desolación, decenas de mesas vacías indican tristemente que la temporada estival ya se fue. "Entrando los niños al colegio, esto ya se pone malo porque se va toda la gente", indica el garzón, que esperanzado esperaba la llegada de algún cliente en el pasillo, mientras contemplaba las gigantescas olas que se adentraban en la caleta.

El piso mojado culpa de las fuertes marejadas que azotan en las terrazas del local, aleja aún más a los comensales, que asustados no se dejan caer por el borde costero. Dice que la gran abundancia de restoranes en el centro del Puerto también influye en que las personas no lleguen hasta allá. "Es más lejos para la gente y en el plan se pueden encontrar buenas marisquerías con mejores precios", comenta el trabajador.

Sus años de experiencia le han entregado una clientela fiel y amiga a este garzón, aunque reconoce que muchos de ellos desaparecen igual que el resto en temporada baja. "La gente se aburre de comer en el mismo lugar y por eso no vuelve", comenta.

Bajo la constante mirada de su Patrono estos trabajadores no se rinden, esperan con ansias el fin de semana que al igual que el oleaje arrastra un poco más de clientes. "En la semana no se atienden más de cinco mesas diarias, pero igual salimos adelante", cuenta Don Hernán, que fiel a su empleo, nos revela que es el garzón más antiguo del lugar.

Tampoco se olvida de la última tormenta que arrasó y destruyo gran parte del lugar, que convirtió el estacionamiento subterráneo en una verdadera piscina. Lamentablemente los locatarios del piso de abajo perdieron absolutamente todo. "De a poco se han ido recuperando de todo lo que se llevo el mar, refrigeradores, mesas de todo", cuenta el garzón.

Con el refrán "Del mar al paladar", Don Hernán dice estar orgulloso de su trabajo; destaca la calidad de los productos que se extraen de esta caleta y los ricos platos que sirven en su restaurant. Más de treinta años de trabajo como garzón, que han significado un gran sacrificio que también ha implicado muchas más responsabilidades, especialmente porque cada dos o tres años cambian de concesionario. "Son los mismo pescadores que se ganan la concesión del local, pero cuando llegan no saben administrarlos, pero ahí he estado yo para ayudar siempre", cuenta el experimentado trabajador.

Don Hernán viaja a diario desde Villa Alemana, gasta mil quinientos pesos que al parecer no se ven recuperados con la baja de clientes que tiene el restorán en estas fechas. Está de más decir que no es el único garzón del local por lo que además debe compartir la escasa propina.

Aún así, este garzón se siente feliz de pertenecer a esta gran familia de la caleta El Membrillo, se siente agradecido por tener trabajo y porque ninguno de sus jefes, teniendo en cuenta de que cambian cada cierto tiempo, lo ha despedido."Gracias a este trabajo he podido vivir tranquilo y lo más importante es que pude educar a mis hijos", señala.

Baja temporada o no, la Caleta El Membrillo dejó de ser lo que hace muchos años uno puede recordar; con un ambiente más apagado y algo abandonado, el edificio, al parecer, ha sido olvidado por muchos, pintura descolorida y madera en mal estado que pescadores y trabajadores del lugar quisieron arreglar con un llamado a la municipalidad para que los ayudara a transformar este lugar en el atractivo turístico que fue hace muchos años, pero que al parecer quedó en nada.

Pescadores

Rodeando el edificio se puede ver una gran cantidad de solitarios botes de todos colores y uno que otro aburrido pescador, entre medio las marejadas no los deja salir. Son las 12 AM nadie se hizo a la mar. Ppeor aún la Gobernación Marítima alerta precaución por las marejadas, por lo que los pocos pescadores que, desanimados, intentaban pescar algo desde el muelle, tienen que salir para evitar alguna tragedia.

Festividades

El verano y las festividades son el fuerte de este lugar. Un mejor clima en todo aspecto, da vida a esta tradicional caleta que se ve repleta de turistas que llegan a la capital porteña a pasar sus vacaciones. Pero la desolación de marzo no dura todo el mes, llega Semana Santa y nuevamente cientos de personas llegan a la ciudad Puerto a disfrutar del fin de semana largo, repletando la caleta en busca de pescados y mariscos.

El 29 de junio nuevamente están de fiesta, es el turno de celebrar a su Santo patrono. La tradicional fiesta de San Pedro llena de colores y comparsas el lugar, llamando la atención de miles de turistas. Luego se viene el 17 de septiembres, cuando se realiza la clásica Fogata del Pescador, donde cientos de personas comen merluza frita y disfrutan de show artísticos que le da la bienvenida a las Fiestas Patrias.