Pirata: el artista porteño que le da vida a los retratos callejeros
La cantautora Violeta Parra, el ex presidente Salvador Allende, Jesucristo, Cantinflas, El Chavo y hasta Doctor House, han sido dibujados por Daniel Maturana en las veredas de Condell, Pirámide y en el Pasaje Quillota del cerro Barón.
El Pirata no es fácil de ubicar. Fiel a su apodo, circula errante por las calles de la Ciudad Puerto. Nunca trabaja en un punto fijo, y tras su paso sólo quedan los dibujos que él mismo hace con trozos de vulcanita y carbón.
El verdadero nombre de este artista callejero local es Daniel Maturana, tiene 30 años, pero los años del intenso punk rock porteño, los conocimientos adquiridos como estudiante de arte, y las enriquecedoras experiencias recopiladas a través de sus constantes viajes por Sudamérica, lo hacen parecer mayor.
Aun así, tras varios días de incesante búsqueda, lo encontramos justo cuando iniciaba un nuevo retrato; esta vez el elegido era el controversial personaje de la serie gringa Doctor House.
De forma amable, y sin despegarse de su obra accedió a conversar con La Estrella, para contarnos sobre su particular arte, ese que adorna las veredas de Condell, entre la plaza Aníbal Pinto y Pirámide. Y también las faldas del cerro Barón -de donde es oriundo-, ahí en el transitado pasaje Quillota.
- ¿Cuándo descubriste que tenías talentos artísticos, sobre todo para dibujar?
"De chico me gustó dibujar. Pero como a los 18 años me terminé de convencer que era bueno. Antes era un poquito mejor que el resto no más", reconoce Daniel, mientras con sus dedos llenos de carbón le va dando profundidad y sombras a la mirada de Doctor House.
Y agrega que "cuando salí de cuarto medio entré a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso; estuve como dos o tres meses y me salí. Siento que no me sirvió de mucho porque he aprendido más solo, descubriendo por mi propia cuenta y sin dejar de dibujar".
De vulcanita y carbón
La técnica única e infalible que utiliza el Pirata, es con puro material de reciclaje: vulcanita y carbón.
"Empecé a trabajar en la calle como hace siete años. En un viaje a Perú, vi a unos chicos que hacían esto, pero ellos lo hacían con tizas y ocre, que son como tierras de colores. Yo escogí la vulcanita y el carbón porque es lo que se me da. Vivo en el cerro Barón, y la vulcanita está en el Jumbo, mientras que el carbón lo saco del Mercado Cardonal, o me lo da la gente que trabaja vendiendo anticuchos, a cualquiera le pido un pedazo de carbón porque la gente ya me ubica", cuenta.
En cuanto a los contenidos de sus dibujos, la mayoría son retratos de personajes conocidos, así como también personas de la contingencia nacional e internacional.
Según el Pirata, Daniel Maturana, para escoger no lo piensa mucho, él no busca los personajes, más bien ellos lo buscan a él. "Cuando despierto vienen solos a mi cabeza. Me levanto y digo: ¡Hoy día voy a dibujar a...! Y de ahí a la calle", dice.
Violeta Parra, Jesús, El Chavo, Don Ramón, Salvador Allende, Marilyn Monroe, Cantinflas, y una que otra musa desnuda, son algunos de los personajes que han sido retratados por el Pirata.
El arte del pirata
Bajo la mirada del artista, los transeúntes, que son quienes día a día aprecian sus dibujos y le dan unas monedas de gratificación, son bastante respetuosos.
"La gente trata de no caminar por encima de los retratos, al menos cuando los estoy haciendo, porque cuando me voy ya son parte de la calle, es imposible que no los pisen y que no se vayan borrando. Hasta los perros se corren", destaca.
Pero esa es la esencia del arte callejero, el uso de los espacios públicos como principal escenario. El contacto directo con la gente que transita constantemente. Por eso Daniel prefiere no se encariñarse con sus obras, asegura que no le pertenecen, y reflexiona que son de la gente y de la calle.
Bajo ese punto de vista, la mayoría de las veces el Pirata termina sus obras, pero en otras ocasiones por algún u otro motivo las deja inconclusas, y les dibuja un parche de pirata en uno de los ojos, como una firma o sello personal.
"Todo depende de cómo esté el día. A veces logro juntar las monedas antes de terminar las obras, esos son los días buenos, y en parte depende de mi estado de ánimo si los termino o los dejo como quedaron. Pero siempre trato de terminarlos", subraya.
"el pueblo es el que da"
La caja de zapatos de cartón recibe el pago por sus dibujos. Además, muchas veces la cajita solitaria reemplaza la ausencia del artista, con un mensaje escrito adentro que dice: "No robar platita".
"Aquí en Valparaíso el pueblo es el que da. Son los que menos tienen, pero aún así se paran, miran, me felicitan, cuentan sus historias, me cuentan cosas, sacan su moneda y se van. Pero los gringos, los turistas, y los que andan de camisa y corbata no pescan. Miran de lejos, a veces te sacan una foto medios escondidos, asustados, como para que no les cobre, y se van", afirma el Pirata.
Y agrega: "Eso es lo que más me gusta de esto, que se puede interactuar harto con el público. Incluso con los pacos cuando pasan, hasta me han felicitado, pero no me han dado plata", cuenta entre risas.
Para Maturana, lo más complicado de hacer arte en las urbes locales, es que a su parecer vivir en Chile sale demasiado caro a diferencia de otros países de América Latina.
"Acá la gente aporta con monedas de cien pesos, siempre la gamba. Y sin querer parecer mal agradecido, si uno piensa, ahora ya nada sale cien. Comer es caro, los servicios básicos son caros, y así. Pero ese es el riego que corremos los que hacemos arte en las calles".