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La desesperanza de los damnificados de C° Mariposa

A dos años del siniestro, Juan Saldaño sigue expectante por lo prometido.
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Nicole Valverde S.

"Cada vez que escucho el sonido de un carro de bomba o los ruidos de las sirenas me invade una angustia terrible". Es el pesar de Juan Luis Saldaño Duque, de 51 años. Uno de los más de 12.500 damnificados que dejó el megaincendio del 12 de abril de 2014, y que a dos años del siniestro aún espera una solución definitiva a su situación habitacional, social y sicológica.

Tras la tragedia, la vida de muchas porteñas y porteños se puso cuesta arriba, y las pérdidas materiales son las que menos pesan cuando a muchos de ellos el fuego no sólo les consumió sus viviendas, sino también sus historias, sus sueños y su dignidad.

En el caso de Juan, las secuelas del incendio son profundas. Hoy está muy deprimido y sufre crisis de pánico, lo que lo imposibilita mantener un trabajo estable. Además, sus únicos ingresos provienen de una pensión de invalidez que heredó de su madre fallecida, y que no supera los 80 mil pesos.

"Yo llevo más de 10 años viviendo aquí en la población Mesana alto del cerro Mariposa. Llegué a vivir aquí porque no tenía los recursos para seguir pagando arriendo o poder comprarme una casa, o un terreno, y me vi en la obligación de venir acá y tomarme este sitio", cuenta Saldaño.

Y agrega: "Después del incendio a nosotros no nos llegaron recursos para la reconstrucción. El Gobierno sólo me entregó una GiftCard con 200 mil pesos para comprar ropa, que para mí fue como una burla porque en ese momento nosotros no necesitábamos eso, ya que lo tuvimos gracias a que la gente común y corriente se movilizó. Más un bono de un millón de pesos para comprar muebles. Si ahora tengo un techo, y ésta mediagua es gracias a la donación de terceras personas amables, y a los voluntarios del Techo que se han portado un siete, incluso desde que nosotros fundamos la población".

El día de la tragedia

Tras ser dado de baja del Ejército por cuestiones de salud, y luego de cuatro años de servicio, Juan Saldaño decidió ingresar a la Defensa Civil en busca de un pasatiempo que además le permitiera ayudar a las personas.

Todo iba bien, hasta que el 12 de abril de 2014 fue llamado para acuartelarse debido al incendio que hasta ese momento sólo estaba afectando forestación y algunas viviendas del cerro La Cruz.

Sin dudarlo, Juan acude en ayuda de los afectados, y fue justo en ese momento cuando el fuego se tornó cada vez más violento hasta que cientos de casas comenzaron a arder sin que fuera posible controlar el destructivo paso de las llamas.

De inmediato comenzó a ayudar a evacuar a las personas, y estaba en eso cuando recibió el llamado de su hijo quien le advierte que el fuego estaba muy cerca de su casa. Fue así que Juan se dirigió a su casa, y comenzó a vivir un calvario angustioso en el camino.

Al llegar hasta la cima del cerro Mariposa no había mucho que hacer más que poner a salvo a su familia y los vecinos que a esas alturas estaban en shock.

Estamos esperando

Las carencias de los damnificados de Mesana, casi al final del cerro Mariposa, son evidentes. Partiendo por viviendas sólidas, vías de acceso, alumbrado público, alcantarillado, sistema de agua potable, y la falta de grifos, son algunas de las que se divisan a simple vista.

Por lo tanto, Juan como la mayoría de sus vecinos, viven con el temor de volver a ser víctimas del fuego.

"El año pasado, cuando se conmemoró un año del megaincendio, las autoridades vinieron a burlarse de los afectados. Nosotros no necesitamos misas, necesitamos viviendas. Por eso yo encaré a las autoridades del Gobierno y al señor alcalde, y les dije que todo lo que estaban hablando era mentira, porque aquí arriba todavía había gente durmiendo en carpas. Yo nunca los vi aquí al final del cerro", apunta Juan.

Según Juan, durante estos dos años más de alguna vez ha sido acusado de "mal agradecido", porque según él a los damnificados del siniestro aún no se les ha brindado la ayuda que les prometieron.

"A pesar de los dos años que han pasado, uno todavía está muy mal emocionalmente y sicológicamente. Entonces encuentro injusto que el Gobierno y el municipio nos estén dando la espalda, porque ellos están preocupados de otras cosas, ni siquiera de la gente del sur y del norte, que tampoco tienen soluciones. A ellos sólo les preocupa juntar votos", opina.

A pesar de la emoción que expresa la mirada de Juan, mientras habla de lo que ha vivido durante estos dos años, él se mantiene firme y seguro de sus convicciones.

Afirma que ya no le cree nada a las autoridades, porque el fuego quemó su casa, sus cosas, sus animales, su auto -que era su fuente de trabajo-, pero también quemó su confianza.

"Ellos vinieron, se sacaron la foto y se fueron, nunca más volvieron. Y yo todos los días me pregunto: ¿cuántos damnificados aún viven en mediaguas?, ¿lo sabrán? o ¿les importaremos realmente?", cuestiona Saldaño.