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Cada ser humano busca distintas formas de afrontar esas situaciones que hacen decaer el ánimo. Aunque hay momentos en que es lógico no poder controlar el sufrimiento. Sobre todo en situaciones extremas como la muerte de un ser querido, enfermedades graves, accidentes, catástrofes naturales, etc. Y, por supuesto, es normal sentir pena en dichas situaciones. Una cosa es el sentimiento absolutamente natural, espontáneo y humano que experimentamos ante situaciones dramáticas y otra muy distinta es el pozo en el que caemos cuando parece que sólo hay un camino. Ese momento en que decidimos (consiente o inconscientemente) bloquearnos, sumergirnos y dar vueltas ininterrumpidamente a unos hechos que ya no tienen marcha atrás.
Pero, ¿existe alguna forma de manejar esas emociones? Claro, que sí. Lo primero que indican los especialistas es ser conscientes de nuestros pensamientos automáticos y de inmediato se deben cambiar por otros más objetivos y realistas. A nuestro cerebro le podemos enseñar y también se le puede entrenar para que descubra los pensamientos racionales y los diferencie de los pensamientos automáticos y muchas veces irracionales.
Otro punto esencial será desarrollar de nuevo la capacidad para ilusionarnos.
Para tener en cuenta
Por lo mismo, una clave fundamental es creer en nosotros mismos. Y, para alejar ese sentimiento de pena, es necesario intentar "sentirnos bien" cada día. Ser conscientes de que la felicidad está en nuestras manos. Seguir confiando en nosotros en los momentos difíciles y convertir las crisis en nuevas oportunidades. Y por supuesto, ante la irritación, se recomienda respirar profundo y luego tener autocontrol.
Así, practicando estos consejos podremos llevar una vida más alegre.