La excelencia del "Menú del día"

Esta semana visité un restaurant pequeño y en el que agradecí en cada plato su dedicación, el valioso tiempo que se toman para atender y entender al cliente, que no solo busca almorzar, sino que también un buen lugar y buena comida. En lo gastronómico, y mostrando que un "simple menú" puede ser maravilloso, comenzamos con un refrescante, helado, de muy buen equilibrio en dulzor y acidez "Chardonnay Sour", en la porción correcta comenzaba el almuerzo de excelente manera, quizás de las pocas críticas, el pan se notaba "calentado", acompañado de pequeñas porciones de mantequilla y un pebre muy bien logrado. De entrada el menú recitaba cebiche de salmón y arrollado huaso con ensalada rusa. Elegimos el arrollado con una bella presentación, un timbal de ensalada y trozos de arrollado que elevaba su imagen y abría el apetito, papas muy bien cocinadas, en el punto correcto, ni muy suaves ni muy crocantes, sazonadas de manera perfecta y en compañía de un arrollado fresco, a la temperatura correcta. Sin duda una buena muestra de lo que se puede hacer con creatividad y productos normales. En la decoración de los platos un gastric (caramelo ácido y brillante), asumo de balsámico, que ayudaba en presentación y hojas verdes, quizás solo faltó el crocante que finalice el set de texturas de un plato "redondo".

De principal, ofertaron albacora con risotto de mote y gnocchi de papa con salsa Alfredo. Mal nombrado, porque el risotto, que es una preparación de la cocina italiana, es de arroz y no de mote. Estos últimos de textura muy suave, quizás con un poco más de sémola o harina de trigo se puede afirmar un poco más la masa, para lograr la textura que como cliente encuentro ideal, acompañado de una salsa sabrosa y de buena presentación. Si bien se notaba algo transparente el fondo de la salsa bechamel, como si fuera hecha con leche descremada y no entera, lo que de todas formas le quita sabor y baja la calidad, aun así un muy buen producto, cada uno con su propio queso parmesano rallado grueso, lo que indica que no es el molido de bolsa y se agradece. Cierra con la misma crítica en decoración, buen gastric en la decoración, pero hubiese agradecido un crocante para terminar la textura.

En el postre, crema catalana, mousse o cremme brule, este último de buena cocción, quizás unos minutos más en el horno podría dejar el pocillo completo al mismo punto pero de buena terminación, con una delgada corteza de azúcar bien caramelizada sin el amargor que de costumbre se ofrece. El producto en la porción justa, muy generosa y de buen, muy buen sabor, termina un menú fantástico. Un menú en un valor más que justo, y quizás algo más barato de lo normal en los cerros con una excelente calidad en gastronomía y atención.