Mirian Mondaca Herrera. - La Estrella de Valparaíso.
La madrugada del 23 de abril un crujido en la madera de su vivienda interrumpió por algunos instantes el sueño de Vitalia Aguilera en el sector de Forestal Alto de Viña del Mar. Algo a lo que la mujer no le dio mayor importancia, ya que "a veces las casa crujen", comenta. Sin embargo, ese inocente sonido sería el presagio de lo que vendría la tarde de aquel sábado.
Preocupación
Alrededor de las 16 horas trabajaba como todos los días en el pasaje Talcahuano de Valparaíso vendiendo pescado, cuando recibió una inquietante llamada en su celular. Era una prima, quien le dio la peor noticia que podría recibir: su vivienda ubicada en avenida La Paz estaba reducida a escombros. "Sonó el teléfono y lo primero que me dicen es que se me había caído la casa. Quedé helada, con miedo, lo primero que pensé fue en mis hijos y mi mamá", recuerda la mujer sobre ese difícil momento.
Felizmente para esta viñamarina, su madre de 55 años y sus retoños de 10 meses y 8 años alcanzaron a escapar de milagro, antes de que la vivienda cayera por una quebrada. Dentro del dolor, la afortunada escapada de su familia es lo único que la consuela. "Después cuando llegué de vuelta del trabajo me contaron qu e apenas pusieron los pies en la tierra firme todo se cayó (...) Me tiene aliviada que a nadie le pasó nada, porque la vida es lo único que no se puede recuperar", señala.
Allegados
Tras el derrumbe, Vitalia Figueroa y los suyos no tuvieron otra salida más que pernoctar en la sede social del Club Deportivo del Valle Verde, donde se quedaron cerca de una semana.
No obstante, el frío le jugó una mala pasada a la salud de sus pequeños y tuvo que buscar un nuevo refugio. Ahora está en la casa de familiares, a pocos metros del lugar donde hasta hace poco estaba su hogar.
Como para sumar una nueva adversidad a este complejo momento, desde que ocurrió el derrumbre hace más de dos semanas, no ha podido volver a trabajar. Además, las energías de su madre; la única persona que puede cuidar a sus hijos, se ha visto disminuida a causa de un cáncer hepático, diabetes y otras enfermedades que la aquejan.
Para Vitalia, que es el único sustento de su hogar, esta situación se está volviendo insostenible, pues "con toda la preocupación y que tenemos que andar de un lado para otro de allegados, no he podido volver a trabajar. Además, yo tampoco tengo ayuda económica para mis hijos, soy la única entrada de plata que tiene mi hogar", indica.
Nueva casa
Entre tanta amargura, de a poco, Vitalia Aguilera comienza a ver la luz entre tanta oscuridad. Antes del cierre de esta edición, la viñamarina recibió una noticia que le devolvió la ilusión de tener otra vez una vida normal. "Me pasaron una mediagua. Ahora tengo que ver cómo la armo (...) Sirve para empezar a salir adelante", manifiesta, con una leve sonrisa de emoción.
Ya solucionado momentáneamente el problema de no tener un techo donde dormir, ahora viene la preocupación por hacer de esa mediagua un hogar. En cosa de segundos lo perdió todo: camas, frazadas, cocina, lavadora... los artículos esenciales de un hogar ya no están.
Afortunadamente, dentro de esta tragedia, los vecinos y familiares cercanos han sido un sostén importante, comenta la mujer.
Aunque ninguno de los vecinos de Forestal Alto tiene una situación económica acomodada, todo lo contrario, la ayuda comunitaria ha sido su gran apoyo. "Se han portado muy bien todos, me prestaron la sede para estar, están organizando platos únicos y actividades también acá en el club deportivo. De a poquito confío en que saldremos adelante", finaliza esperanzada.