Entre chelas y bohemia: la prosa porteña que empina el codo
Fuimos testigos de Bar Book, una obra cuyos textos e ilustraciones fueron desarrollados "in situ" con el objetivo de registrar un momento único: "ir de bares". O como dicen sus autores: "Un salto al vacío de fe en la sorpresa".
Guillermo Ávila N. - La Estrella de Valparaíso
"Anónimo" aclara que es tímido y que habla poco. Quizás empezó a callar por el estupor que le provocan ciertas cosas de una sociedad actual altisonante, mientras sus ojos escrutan hasta los gestos más ínfimos a su alrededor.
Lo cierto es que aún no tiene palabras para explicar su última colaboración en un particular experimento literario que descorchó tinta sobre los bares de Valparaíso. Pero todo lo que sus labios silencian, lo escupe de manera cruda, casi al borde de la desnuda diatriba, a través de una voraz escritura que no deja indiferente.
Eran casi las siete de la noche del martes 17 de mayo. Todo estaba tranquilo en el Condell, un edificio colonial que data de 1912 -antes llamado Teatro Esmeralda- cuyos ornamentos de metal, la sala (construida por el arquitecto italiano Antonio Lafoglia) al alero del resquebrajado tapiz de butacas y también gárgolas en forma de máscaras propias del drama griego en honor a Dionisio, generan un ambiente, digamos, hecho a la medida del encuentro.
Allí, en este epicentro cultural porteño, aún se respira la atmósfera de los hermanos Lumiere, los pioneros pantallazos del "Boulevard des Capulines" y aquellos espíritus hambrientos de la prosa más punzante. Y aquí, sobra.
De pronto, una silenciosa multitud que irrumpe. Como en una peregrinación, despiertas mentes se ubican a la espera de un llamado. Quizás en algunos de ellos se encuentra el próximo Baudelaire o, tal vez, Allan Poe. Porque no Bukowski, Miller o Roberto Bolaño de las letras (malditas).
Sed de ideas
Si en algo se asimilan todos, es que aquí beben de la misma literatura: escritura de trinchera, de ruta. Matiz de la esencia beatnik de los '50, sólo que sin el oeste gringo, pero sí "en el camino" del paraje nocturno porteño, amén de Jack Kerouac.
Ya Hemingway, quien también se manejaba en las artes caídas al litro, lo había lanzado apócrifamente: "Escribe borracho; corrige sobrio".
No obstante, 'Bar Book', así se titula el libro con un primer tiraje de 300 ejemplares (Librería Cummings 1), va más allá. James Henkel, Camila Fuentes, Arturo Desimone, Cristóbal Gaete y Anónimo, sus autores, se abocaron -sin censuras- al binomio fuera de la zona de confort de las letras y el alcohol. Un llamativo experimento que, por ejemplo, le haría agua a la boca al ácido de Enrique Symns.
Augusto Gómez desempeña edición y dibujos en la obra. Para él, la premisa del texto es simple: tratar de registrar los sucesos en los bares de Valparaíso. "No es una guía propiamente tal, tampoco un libro de cuentos; se trata de la esperanza de captar eso que es indefinible en los bares de Valparaíso… aún", dice sin filtro.
Bajo la lupa del ambiente literario, la Ciudad Puerto está cambiando rápidamente. Algo que, de paso, conlleva una transformación que tiene que ver con espacios de valor monetario. De allí que los bares sean un refugio de valor cultural, cuyo reflejo lo proyectan tabernas tradicionales como El Playa, Moneda de Oro, El Proa, San Carlos.
Incluso los más extremos, como los enclavados en la misma subida Ecuador. "Esa es nuestra idea: hurgar en el libro lo que pasa en esos espacios", acota Gómez, mientras agrega en calculadas ráfagas sonoras: "Ya no hay conversación ni reflexión. Aquí hay una pausa para asimilar el entorno".
Bares al desnudo
"¿De qué trata la obra?" Podría ser un desafío al ego para cualquier escritor que se precie: arrojarse sobre el papel para, finalmente, de lo escrito en esos bares al calor de la botella y tertulia, plasmarlos al impreso, sin corrección alguna. En crudo, como un lienzo en blanco que se abre a la paleta de sus autores. Gómez proyecta: "Que sea lo más parecido a un registro de campo al interior de los bares".
"Pero, ¿cómo nace este libro?" Al dueño de la librería Cummings 1 (próxima a cerrar), el norteamericano James Hanckel y su yunta Augusto Gómez, se les ocurrió la idea durante este verano. "Después se incorporó Cristóbal Gaete y más gente. Es un desafío: escribir sin editar… complejo pero muy divertido".
En el fondo, tal vez de la botella, buscan un punto de partida para que los lectores se lancen tras sus propias experiencias. "El turismo salvaje que está ocurriendo en Valparaíso no es el Huevo, tampoco los bares de moda ni boutique", reflexiona Gómez, con los dardos puestos, a su juicio, en el modelo neoliberal y de exacerbado consumismo de hoy.
"Anónimo", quien lleva 15 años viviendo en la zona y reconoce ser fanático de los lugares más solitarios, ahora juguetea con una máscara de gato que envidiaría el líder de The Cure, Robert Smith. "Recibí una invitación y la acepté. Llegamos con Augusto al bar y tomamos cervezas, mientras él dibujaba y yo escribía. Me inspiraba con lo que veía a mí alrededor. Conversaciones de adultos, las sensaciones del lugar…".
Hoy por hoy, Cristóbal Gaete es una realidad literaria porteña con premios a cuestas y cuento en esto. "Me convocaron porque Augusto había trabajado conmigo en unas ediciones de Perro de Puerto, una micro editorial independiente de Valparaíso. Sencillamente tratamos de registrar experiencias de momento en el bar".
"En tu caso, ¿qué tomaste?". "De todo, cervezas y combinado. El tiempo promedio era toda la noche: de las nueve a las cuatro de la madrugada… onda cuando al ciudadano común se le acaba la plata, esa era la idea", sostiene.
Al ser porteño radicado en las inmediaciones del parque Italia, Gaete, con la voz 'in situ', hace un ejercicio "denso" de escritura. "Ya no escribo como si ésta fuera una ciudad mágica, sino que trato de darle una densidad a la percepción. Buscar mi propio inconsciente en Valpo".
Lo que viene
La meta es irse al otro extremo: hacer un libro que sea lo más reflexivo posible. De algún modo, están trabajando en ello. Gaete complementa: "La historias de las calles son lo mío, que es el libro que antecedió a este de Cumming 1, y que ya se agotó", desliza el escritor.
Apuntar a los distintos barrios de Valparaíso como El Almendral, Puerto y Playa Ancha. "Tiene que ver con esta cuestión del mito de Valparaíso, generar una reflexión a partir de otro libro", lanza Gaete.
La oscuridad invita. Como en la escena final de los créditos de The Warriors (1979), todos avanzan juntos desde el Condell en camaradería hasta perderse, con "Anónimo" por delante, en un callejón por la subida Cummings.
Allí, entre vibrantes antros y bares al neón, Librería Cummings 1, con su vitrina aún atiborrada de libros, se apresta para el último adiós de aquellas despiertas plumas ya en modo… Bar Book.