Cinthia Matus O.
Hay personas que por amor están dispuestas a todo. Incluso a morir si es que fuese necesario. Así lo demuestra el maestro pastelero José González, que al ver que no aparecía ningún donante compatible para salvar a su hermana Marcela, decidió regalarle su riñón.
La operación tuvo lugar el 29 de abril de 2015, en el hospital Carlos Van Buren de Valparaíso y en medio de muchas dudas e incertidumbres. Especialmente por parte de los hijos, que temían perder a sus padres. "Mi hijo de 12 años me dijo: Papito, es muy lindo lo que estás haciendo por la tía y me siento muy orgulloso de ti, pero por favor, no te mueras, te necesito", recuerda José.
Sin embargo, para sorpresa de todos, la intervención resultó un rotundo éxito y hoy, a más de un año de eso, ambos hermanos llevan una vida plena y feliz.
Insuficiencia renal
Marcela González es contadora auditora y madre de dos hijos. En conversación con La Estrella, reveló que la insuficiencia renal se le declaró de la nada y que rápidamente cayó en un coma inducido por 15 días. Posteriormente, se tuvo que dializar y según indica, gracias a la máquina se mantenía viva. Durante este tiempo, los médicos le dijeron que necesitaba un donante de riñón. Así que esperanzada, esperó por uno que estuviera vivo y fuera compatible con ella, pero lamentablemente eso nunca sucedió.
José, al ver que su hermana estaba sufriendo con la espera, conversaba con los especialistas para ver qué se podía hacer. No obstante, todas las respuestas eran desfavorables, hasta que decidió donar uno de sus riñones. "Aparecían donantes pero no eran compatibles con ella, así que de un momento a otro decidí donarle mi riñón porque estaba seguro que todo iba a salir bien. Todos estaban sorprendidos porque no se lo esperaban, pero yo veía tan mal a mi hermana, conectada a tantas mangueras y sufriendo por sus hijos, que yo dije que tenía que hacerlo para que siguiera viviendo. Así que me hicieron los chequeos, salí compatible y me sometí a la operación", detalla.
Apenas recobró la conciencia, José señala que preguntó por Marcela. "A los médicos les parecía increíble porque en vez de preguntar por mí, inmediatamente pregunté cómo estaba ella. Ahí supe que a la media hora de ser operada le empezó a funcionar el riñón y yo estaba feliz. Con esto quiero demostrar que donar órganos es donar vida y que se puede vivir con un sólo riñón", asegura.
Es más, el porteño agrega que hace deporte como cualquier persona. "No tengo ningún malestar. De vez en cuando tengo que hacerme exámenes para ir viendo cómo estoy y el último que me hice, la semana antepasada, dice que estoy impecable", expresó.
Marcela, por su parte, está eternamente agradecida por el gesto de José. "Gracias a mi hermano ha sido ha sido un muy buen año después del trasplante. Llevo una vida normal con ciertos cuidados en la alimentación y mis medicamentos los cuales tomo diariamente y con sus horarios establecidos. También con mis controles médicos cada tres meses que han arrojado sólo resultados positivos", manifestó.