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Tarjeta roja a los tramposos

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El mundo del deporte olímpico ha sufrido, en las últimas semanas, uno de los terremotos con mayores réplicas de su historia -mientras escribo esta columna se informa de otros 45 casos de doping descubiertos ahora que hicieron trampa en Beijing 2008 y Londres 2012- más que centenaria.

El devastador informe acerca del dopaje sistemático y organizado en Rusia, del abogado canadiense Richard McLaren, no dejó a nadie indiferente.

"Éste es un mensaje muy fuerte que amedrentará a muchos. Se trata de mantener limpio nuestro deporte". Categóricas palabras de Usain Bolt, el hombre más rápido de la historia.

Las pronunció al ser consultado sobre la postura del Comité Olímpico Internacional, respecto de lo que se denominó política de estado de Rusia para que sus deportistas mejoraran sus rendimientos utilizando sustancias prohibidas.

Los rusos han cambiado informes, han variado resultados, han protegido a los tramposos. Han olvidado los principios y valores de vida con tal de sumar medallas.

La investigación, cuyo resultado se conoció el pasado lunes, se inició cuando el ruso Grigory Rodchenkov, ex oficial de la Agencia de Antidopaje rusa, denunció las prácticas infames en su país.

A raíz de sus informes, Rodchenkov se refugió en Estados Unidos. De inmediato, en su país, lo acusaron de conspiración. El entrenador de la selección de boxeo de Rusia, Alexandr Lebziak, dijo de él: "Nació en nuestro país, pero ahora es un hombre sin nacionalidad, sin bandera. Lo único que lo estimulan son los dólares".

Así, la segunda potencia deportiva mundial, busca desprestigiar informes que involucran a sus deportistas en esta trampa organizada.

Su ministro de Deportes, Vitaly Mutko, (quien me reprendió fuertemente tras el informe en que señalé que Rusia era el país con menos potencial para organizar la Copa del Mundo de fútbol 2018) aparece involucrado, pidiendo que un futbolista que dio positivo en un control, no sea castigado.

Mutko es, además, presidente de la Federación de Fútbol y del Comité Organizador del Mundial 2018. Su reacción -era que no- ha sido poco afortunada "WADA (la Comisión Mundial Antidopaje) ha ido más allá de las fronteras del deporte con esta investigación".

El informe deja en evidencia que los rusos han buscado una manera ilícita de mantener entre su gente el orgullo de antaño, cuando disputaban mano a mano con Estados Unidos la supremacía en los Juegos.

Pero el camino de ganar haciendo trampa -en el deporte y también en la vida- es demasiado sinuoso. Puede provocar alegrías momentáneas, pero los tramposos, a su conciencia, no la engañarán nunca.

Aquí no necesariamente hablo de los deportistas, que muchas veces ni sospechan de lo que ingresan a su cuerpo. Como lo dijo Bolt: "Confío plenamente en mis médicos".

Así lo hace la gran mayoría, pues su objetivo es mostrar lo mejor de sus talentos en la gran fiesta del deporte mundial, como la que en unos días parte en Río de Janeiro. Una fiesta donde el glamour no estará del todo presente, por culpa de unos tramposos que sabían el daño que estaban causando y que lo incentivaron para sumar medallas sin importar que estas fueran fatuas y falaces.