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Academia de Bomberos: al rescate de todos

No basta ponerse el casco, correr con la manguera, aferrarse al carrobomba y aplacar lenguas de fuego. Para estar a la altura de la institución más valorada de Chile, su filial en Valpo, la más antigua, pone pruebas.
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Guillermo Ávila Nieves - La Estrella de Valparaiso

Ejercicio 1. Casi como aquel temerario francés llamado Philippe Petit que desafió la gravedad y la lógica al cruzar (¡ocho veces!) en 1974 sólo con su contrapeso las hoy inexistentes Torres Gemelas en Nueva York a través de una largo cable no más ancho que un dedo -a más de 400 metros del suelo-, 42 años después, unos sujetos enfundados en su overol, casco, amarres y vértigo (como el galo), se desplazan entre dos azoteas porteñas.

Ejercicio 2. El acantilado parece más grande de lo que es. Si la mirada se inclina hacia abajo, justo en la rompiente de las olas, el vahído da la sensación de hacer transpirar frío. La ventisca que no para. Y allí, sujeto a las cuerdas, como quien se aferra a la vida (que lo es) mientras la revuelta agua salina acaricia los bototos especiales de goma, un escalador se desliza roca arriba.

Ejercicio 3. Humo. Entre la nube grisácea, gases que emanan. Tóxicos, como pudiera ser en una temida explosión, fallas en gasoductos, un atentado o algún Al Qaeda (quien sabe). Entre los tubos y material combustible, anchas vestimentas amarillas reflectan la zona de prueba, a la vez que los sujetos portan, con el cuidado de un químico laboratorista, riesgosos instrumentos.

Si estuviéramos en Hollywood, estos sujetos (hombres y mujeres) optarían a roles protagónicos en acción. O aquellos dobles de alto riesgo. Pero ellos no son de ficción. Tampoco cobran millonadas. Más bien están entre nosotros. Día y noche. Con frío y calor. Llueva o tiemble. Y salvan vidas. Reales.

Ellos, los sujetos, apechugan de forma voluntaria hasta la médula con una institución que los representa, aunque el peligro, en este caso, sea un aliciente amigo. Porque cargar el uniforme del Cuerpo de Bomberos (CBV) de Valparaíso lo representa todo en ellos.

Daniela Murua está vinculada hace seis años al CBV. En estos momentos, cursa su último semestre de formación médico veterinario. Como miembro de la 16° Compañía, es participante del curso RCP (reanimación cardio pulmonar). Potenciar sus habilidades, es estar a la altura de las necesidades modernas y con la camiseta puesta... la sociedad así lo demanda.

Daniela evalua de manera óptima sus desempeños. Para ella, si hubiese que calificarlos, serían "como de un muy bien nivel teórico-práctico las actividades de formación". Actividades que, por supuesto, incluye el trabajo bajo la guía del instructor.

Hoy, para ser bombero o bombera, no sólo se necesita vocación y las ganas. En este caso, sí o sí deben contar con los mínimos cursos de capacitación aprobados. Y es que el mega incendio de Valparaíso en 2014, motivó el definitivo 'manos a la obra'.

Así nace en marzo de 2015 la Academia Técnica del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, entidad destinada a satisfacer los requerimientos de capacitación de los voluntarios en la institución. También incluye a aquellos aspirantes que desean postular.

Las cifras son de respeto. Estimulan enfoque hacia un horizonte. A la fecha, llevan más de dos mil 200 capacitaciones en el año y cuatro meses desde cuando se inició dicha Academia, con un total de 100 cursos (aproximados).

Para Marcelo Tobar, miembro de la 12° Cía., ingeniero informático, el curso fue desarrollado de una manera dinámica. ¿Qué significa eso? En simple: un adecuado énfasis teórico-práctico, en que los contenidos entregados en la parte teórica son aplicados y esclarecidos en la fase práctica del curso.

Bajo la Ley

Sergio Urbina Pérez es el rector de esta Academia Técnica. En 1968, mientras algunos se revolcaban en el pasto -y con algo más- en plena era hippie, lana y contestataria, este porteño de cuna reconvertido hoy en viñamarino, optó por alistarse donde las papas queman, como bombero, en la Bomba Británica. Y parece que el gen cortafuego es familiar. Su hermano, Santiago Urbina, profesor universitario, también se desempeña como vicerrector académico.

A primera vista, Sergio Urbina está convencido de ser un abnegado de la labor bomberil. Y con todas las reglas. "La Ley 20.564 obliga a cursar las mallas de bombero inicial, bombero operativo, bombero profesional y cursos de especialidades", aclara de entrada acerca de una actividad que al final, trata de una labor en equipo.

Pero, ¿realmente son imprescindibles esos mínimos exigentes? Para Urbina es la obligación de todos. "Los que somos voluntarios y además quienes pretenden serlo, deben cursar mallas curriculares". Están divididas en Bombero Inicial: dirigida a los aspirantes y postulantes. Aquellos voluntarios que hayan cursado entre 0 y 5 años. "Obligatorio", dice el rector sin pestañar.

Después viene la malla de Bombero Operativo: personas que tienen 20 años de servicio. Hay dos alternativas: una que corresponde a siete asignaturas. La otra: un proceso de evaluación de todas las materias que componen las siete asignaturas y, si aprueban, quedarían con esa calidad (la de Bombero Operativo).

Por último, la malla de Bombero Profesional, que no es obligatoria: lo que allí prima es buscar una especialización mayor, con cuatro asignaturas.

Sergio Urbina complementa que han establecido algunos convenios. Por ejemplo, cuentan con la cooperación de la escuela de Bomberos de Santiago. También con la Universidad de Viña del Mar (su escuela de Psicología) y la Universidad de Valparaíso.

También con la Armada de Chile, PDI, EPV. "Existe cooperación de orden cruzado", añade Urbina, para quien la interacción aplica hacia otros Cuerpos de Bomberos como los de Viña del Mar, Quintero y Puchuncavi.

Y no es todo: mantienen lazos con bomberos hermanos de Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Italia y España. "Desde acá en Valparaíso han viajado para España por situaciones de rescate urbano o incendios forestales", corrobora Urbina.

Codo a codo junto al rector, Pablo Abadía Albornoz, es el coordinador de Operación y Logística; un hombre orquesta, literalmente, ya que además es director de la reciente 'Banda de Guerra' del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso. Su aporte educativo queda avalado con su reconocida experiencia.

Sin embargo, Abadía apela más allá, a los limitados recursos. "Para el curso de RCP hay que tener los muñecos para practicar reanimación cardio pulmonar. Eso tiene un costo. Otro caso, ventilación: requerimos de maquetas para hacer una simulación de cómo se genera el efecto del aire, el viento, fuego y humo. El rescate vehicular, que corresponde a dos fines de semana, es pesado".

En llamas

Exhaustos. Lo dan todo. Han perseverado. Se curten en arduos talleres para doblegar anatomías y mentes, en algunos casos, ajenos a la naturaleza de los estándares físicos y sicológicos que en ocasiones implica ser un bombero. Hay que estar a punto porque la emergencia no espera. Y en eso, la vocación va más allá. La preparación por delante, dicen aquí.

Matías Fernández, no el futbolista de la Fiorentina y la 'Roja', es bombero voluntario de la 5° Cía. También estudiante de ingeniería del DUOC. Se aventuró en el curso "Entrada Forzada". Para Matías, todo ha sido miel sobre hojuelas, entre pulsaciones y desafíos dignos de un reality extremo. Pero feliz...

Califica con el pulgar arriba la actividad de formación. Y las palabras, como la de sus colegas de formación, están en positiva sintonía: "Adecuado balance entre lo teórico y lo práctico". Matías recomienda, incluso, la posibilidad de incrementar espacios de trabajo práctico de este curso en específico.

Lissette Córdova tiene 18 años. Estudia trabajo social en la Universidad de Valparaíso. En sus ratos libres, se las apaña para ser aspirante/postulante a bombero. Nada fácil en un enjambre varonil. El orgullo le asoma a flor de piel: desde el colegio es brigadista del CBV. Se muestra "complacida por su participación durante el curso". Y satisfecha, de la actividad de formación.

Lissette apela a la importancia de la Ley Marco de Bomberos: "Hay que difundirla. Resaltar enfoques de seguridad inmersos en la Ley. Socializar un estándar institucional necesario y actualizado".

Todos, al igual que el rector Sergio Urbina, lo saben. Una máxima: el bombero debe estar preparado 100%. Y las damas como Lisette y Daniela -hoy más que nunca en la Academia-, no se quedan atrás. Están, como todos aquí con sus pruebas, on fire!

Ley, malla y talleres

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La Academia Técnica está conformada por un Directorio General, un rector y vicerrector, un coordinador de operaciones y logística, una secretaria, un asesor, un sicólogo (asesor externo). También instructores: 19 activos y ocho honorarios. El artículo 14º de la Ley Nº20.564 "Marco de Bomberos de Chile" promulgado el año 2012 dispone que será la Academia Nacional de Bomberos quien determine las competencias mínimas que deberán cumplir las personas para el desempeño de la función de bombero. Esto es, someter a sus postulantes a un régimen de capacitación y entrenamiento básico que les permita alcanzar el nivel "Bombero inicial". Para ello se debe acreditar que los aspirantes hayan cumplido con los contenidos de los programas curriculares de la ANB: Curso bombero, origen y rol actual. Taller de fuego básico. Curso de reanimación cardio pulmonar. Taller de comunicaciones. Taller de quipos de protección personal. Y tácticas.