"Soldaditos de plomo": la batalla por no ser olvidados
El tiempo ha mermado un entrañable oficio que se niega a deponer armas. Sin tregua, afronta el bombardeo de la tecnología y mala publicidad. Desde la trinchera, conozca a Rino Poletti y el arte de sus juguetes en miniatura.
Guillermo Ávila N. - La Estrella de Valparaíso
El escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke afirmó en 1962: "Cualquier tecnología suficientemente avanzada no se puede distinguir de la magia".
Y regresar a la fantasía más lúdica de la tierna infancia para echarle un vistazo al lado mágico de las cosas de antaño es lo que presenta, de alguna forma, la siguiente Historia Estrella.
Esta vez, con un juguete de larga data, tradición y origen desconocido . El mismo que, mientras se vivía una revuelta de proporciones en Europa con la Revolución Francesa, motivó a que un caudillo bajito, pero con los humos al cielo y una capacidad de hacer estrategia más allá de Julio César y Alejandro Magno, volviese objetos de moda. Y es que Napoleón Bonaparte, el 'pequeño corso' no podía apartarse de sus soldados de plomo, aquellos reducidos hombrecitos de armas que le desvelaban probables conquistas en la realidad.
Más de dos siglos han pasado de Napoleón. Alejado de cualquier ruido de sable, un centro de operaciones de aquel trabajo para coleccionista aún opera en la capital. Se trata de una pasión, de aquellas que se aferran a la memoria y que desata culto a diario en la casa que le sirve de factoría. Parapeto familiar, en el barrio cívico, en plena Alameda de Santiago Centro.
Al interior de una oficina que más parece un fantasilandia, óleos con motivos aeronáuticos, maquetas, trenes y barcos, emergen como una obra surrealista de Dalí. Detalles que, por ejemplo, han cautivado a visitantes, clientes y periodistas. Pero sólo se trata de un abreboca. A un costado, casi extraídas desde una cabina del tiempo, se ubican aquellas cajas apiladas en cuyo interior asoman pequeñas figuritas: son los soldaditos de plomo, aquellas ínfimas piezas de metal.
Es el taller de Rino Roy Poletti Barrios, nacido en 1951, en la localidad de El Belloto cuando, irónicamente, soldados de verdad se trenzaban en un conflicto épico en el apogeo de la denominada Guerra Fría en las hoy lejanas Coreas (antes del temible gordito atómico Kim Jon-un), con los titiriteros Estados Unidos y la ex Unión Soviética jalando, en un tira y afloja, firme de los hilos.
Lejos de aquel conflicto bélico, al otro lado del hemisferio, en Valparaíso, don Rino se criaba a la usanza clásica tana bajo la placidez de los estantes, desgastadas páginas literarias y tomos tan gruesos que harían la histeria en los docentes actuales anti tareas caseras. La librería estaba enclavada, primero en avenida Francia, para luego reubicarla en Independencia con Uruguay.
La Bella Italia
Sucede que su padre, el aventurero italiano de cuna Silvio Poletti, arribó a la Ciudad Puerto en 1935 para cumplir con un sueño que arrastraba del Viejo Continente. A diferencia de otros paisanos más mercantiles del oficio duro, y como le fascinaba leer y cultivarse bajo el prisma intelectual, sus maletas -y con ellas su poco capital- estaban depositados en la librería 'Milán', en honor a su ciudad natal.
Ya con el lente del recuerdo, al ampliarlo en don Rino, vemos que en aquel clásico local resplandecían como tesoros recién lustrados, moldes de duro-aluminio, propios de la marca alemana Krupp. Se trataba de la base para la fabricación de los sorprendentes soldaditos.
Al pasar los años, Silvio Poletti, el padre de Rino, ya adaptado al plan porteño, traspasa cual artesano del "Intrépido soldadito de plomo" -como el cuento del escritor danés Hans Christian Andersen- el oficio a sus pequeños bambinos.
Los juguetes son comercializados. Desenfundan ganancias, a la altura de sus relucientes armas milimétricamente diseñadas en el fundido de plomo para así vaciarlos, a los soldados, en moldes.
Los peques Poletti también comienzan a echarse al bolsillo sus primeras monedas, entre esos, don Rino y su hermano Iván, quien hoy administra la librería 'Milán': limpian, pintan y cosen hasta apilar las miniaturas de guerra en cajas que la familia Poletti confeccionaba.
Paris, Je'Taime
Don Rino está curtido en estas lides creativas. Además de ser documentalista de una revista de las Fuerzas Armadas, ha participado en concursos internacionales de elite. Y uno de ellos, en la misma tierra de aquel primer coleccionista de fuste, el legendario Napoleón Bonaparte.
Fue en junio de 2003 cuando aterrizó en Francia para asombrar con sus piezas labradas al arte "semi redondo" de la historia uniformada nacional en el "Salón Mundial de Miniaturas Militares" en Paris.
Santiago no es Chile
Con la ayuda de su hijo Roger -luego se sumarían sus otras tres hijas- inició, a principios de los '90, la fabricación de soldados de las Escuelas Matrices.
Más que coleccionarlos, la entretención de Rino pasaba por hacerlos en cantidad y de todos tipos. Su demanda en la elaboración toma tiempo. Si lo llevamos a unidad, fácil les puede tomar unas ocho horas.
Los tamaños que fabrica van desde los 30 mm, 54mm y 150mm. Su valor, varía: dos mil pesos los más pequeños. Seis mil, los medios y 33 mil las piezas más elaboradas en tamaño y especificaciones. "Todos altamente detallados y pintados con mucha dedicación por mi hijo Roger, y mis hijas Romina, Rina y Rossana", aclara.
"Se le hacen mal comentarios a este pobre soldadito de plomo porque los niños pueden echárselos a la boca y contaminar", comenta don Rino, para quien hoy los menores no conocen este arte. "Los únicos que sí lo quieren son los papás que jugaron con ellos y sienten una gran nostalgia. Los quieren tener en su vitrina".
En cuanto a su empresa, Rino Poletti cree que con suerte la podría calificar de PYME: el mayor capital, aparte de los moldes, es el tiempo que se les dedica a cada figura.
En Santiago posee tres locales "de hobbies" que le compran todo lo que hacen. El resto son pedidos de particulares y las Fuerzas Armadas, agrega.
¿Hacerlos en Valpo? "Sí. Incluir a mi hermano Iván en la producción en El Belloto. Él también es un entusiasta del tema". De hecho, Iván Poletti -junto a su hija Yeny-, en librería 'Milán', ubicada en calle Uruguay, lucen y confeccionan soldaditos. También aviones, tanques armables y piezas lúdicas que conservan magia.. de la más tierna infancia.