Claudia Carvajal R.
Cuando Carlos "Superocho" Alarcón asumió el desafío de ser consejero regional (Core), recibió el apoyo de toda su familia que, hasta ese momento, nunca había tenido ningún vínculo con la política. "Siempre ayudamos a mucha gente, pero nunca se lo dijimos a nadie", advierte su mujer, Jacqueline Quinteros, quien. a dos años y medio de la muerte del locutor, aceptó ser candidata a concejala en Viña del Mar.
Jacqueline y sus dos hijos mayores hoy son militantes del PPD: ella es jefa de la oficina del senador Ricardo Lagos Weber en la Ciudad Jardín; Carlos Alarcón, su hijo mayor, es el jefe de campaña de Leo Méndez en Valparaíso; y el menor, Juan Pablo, también estuvo apoyando al candidato porteño, pero hoy sigue como asesor de la Presidencia del Senado y además apoya a su mamá.
"Lo de la política fue circunstancial, aunque yo no creo en las casualidades, creo que todo esto el destino lo tenía deparado. Siempre apoyaba a Carlos, era su soporte. Después que él falleció mi interés fueron los chiquillos (tiene tres hijos) y de la noche a la mañana empezó a salir mi nombre y algunos se tiraron a lo grande, que podía ser candidata a alcaldesa", recuerda Jacqueline.
Pronto le propondrían ser candidata a concejala y en eso está hoy, trabajando a full. Pero advierte que primero está su familia, en especial su hijo menor de 13 años, el más retraído de los tres. Además reconoce que mucho dinero no tiene: invirtió su propio dinero en folletería, "y como era el mismo caballero que le hacía trabajos a Carlos, me hizo un buen precio", revela.
Lo suyo y de sus hijos, advierte, es la política social. "No existe tal vez, pero para mí los políticos antiguos quedaron en el pasado, la gente no confía en ellos, quieren rostros nuevos", asegura Quinteros, quien ha tenido que aprender a lidiar con la mala onda de la gente, que nunca falta.
También evalúa la gestión municipal. "Hay muchas falencias en Viña todavía, en la oficina siempre llega gente quejándose de que no les dan hora en la muni o no les responden sus solicitudes. No les solucionan proyectos participativos de pavimentación, por ejemplo".
Amenazas en su casa
Juan Pablo Alarcón, que hasta hace poco no quería nada con política, comenta: "Fue un cambio bien drástico en nuestras vidas. Cuando mi papá fallece empezamos a tener más deberes en el tema político, llevando lo social a otra posición, a soluciones más largo plazo. Como familia dimos un salto, de dar soluciones de otro modo a la gente". Pero no todo ha sido grato: poco después de las primarias en Valparaíso, Juan Pablo recibió amenazas en su casa. "Tocaron el citófono, me llamaron por mi nombre y me dijeron que ya sabían donde vivía y que me dejara de andar con el Méndez". De ahí el equipo decidió liberarlo de su labor en el Puerto.