A 10 y 15 años de cárcel, y a pagar una indemnización de $31 millones fueron condenados dos de los tres sujetos que protagonizaron un violento portonazo ocurrido en octubre de 2015 en la villa Rapa Nui, en Valparaíso.
Ese 4 de octubre los sujetosn violentaron al dueño de casa e incluso le dispararon, todo frente a su pareja y una niña. Los delincuentes huyeron del lugar con una camioneta y 5 millones de pesos. El tercer delincuente aún está prófugo.
Medio siglo de existencia está cumpliendo por éstos días la Farmacia Nacional que se ubica justo en la esquina de las avenidas Playa Ancha y Quebrada Verde. Que abrió sus puertas por primera vez el 1 de septiembre de 1966.
Un negocio familiar que surgió hace 50 años por la necesidad del matrimonio conformado por doña Laura Alvarez y don Florencio Rivera, quienes debieron rebuscárselas para poder mantener y educar a sus cuatro hijos: Florencio, Néstor, Leonardo y Ada, la regalona.
Según Néstor, quien hoy es el administrador del negocio que heredó de sus padres, ambos estaban en la disyuntiva de poner una librería o una farmacia. Ya que don Néstor, quien falleció hace poco, era profesor de historia; y doña Laura era química farmacéutica de profesión. Y finalmente, se decidieron por la Farmacia Nacional.
Gracias al local surgieron como familia y educaron a sus hijos, quienes ya son mayores, e influenciados por el negocio familiar concluyeron carreras relacionadas el área de la salud.
Pero además de una mejor vida, la familia Rivera Alvarez se ganó el corazón de la comunidad playanchina quienes agradecen su buena disposición y el servicio social que realizan con su presencia vigente por tantos años en el sector.
A Florencio hijo, todos lo conocen y lo quieren. Lo visitan a menudo en la farmacia y conversan de la vida y uno que otro achaque que, siempre tiene remedio... como todo en la vida.
"Me encanta estar acá. Salía del liceo y me venía a aprender con el papá de Sandra, que trabajaba aquí", asegura Florencio.
Mientras que Sandra Canales ha sido la química farmacéutica desde 1989, ella heredó la profesión de su padre y continuó su labor en el local. "Trabajar aquí me realizó como persona. Y si bien no soy de la familia, ellos siempre me han hecho sentir como si lo fuera. También se echa harto de menos don Florencio, él era muy ameno con todos", recuerda.
Maricel Vergara Altamirano tiene 25 años y toda una vida por delante, madre de dos hijos y una vida relativamente tranquila hasta el mes de mayo donde recibió una terrible noticia: padecía de un cáncer cervicouterino.
Una vez diagnosticada en el hospital Carlos van Buren, tuvo que esperar tres meses para que la llamaran a iniciar el tratamiento, pero antes, una nueva serie de exámenes lo que tuvo como resultado una complicada metástasis pulmonar.
"A mi hija se le ramificó porque la dejaron pasar mucho tiempo, 4 meses para empezar al tratamiento. El cáncer de ella estaba en etapa 3B que es avanzado, tenía que haber sido atacado inmediatamente y eso no se hizo. La llamaron el 8 de agosto, le hicieron los exámenes y se le había ramificado. Hace unos días recién le empezaron a hacer las quimios, pero hay pocas esperanzas, esto pasa porque en el hospital público no te llama y te dejan morir", dice Patricia, su mamá.
Según denuncia la mujer, el caso de Maricel no sería el único puesto que en el centro asistencial ha conocido de otros casos similares al de ella, donde las condiciones de salud han cambiado entre las pacientes por falta de atención.
"Desde que la diagnosticaron hasta ahora estuvo con puros medicamentos para el dolor, morfina o tramadol, y estábamos esperando con ansias la hora para una radioterapia y cuando la llamaron el 8 de agosto, le repitieron exámenes, tenía una mancha en el pulmón y ya no estaba apta para la radioterapia. El doctor que la atendió me dijo que había cambiado el escenario del cáncer y ellos me dan pocas esperanzas, esto fue negligencia de ellos", señala.
Pero Patricia Altamirano no pierde la fe y, aunque su hija desconoce que está prácticamente deshauciada, su madre le da energías y buenas vibras para que su estado anímico no decaiga.
Ahora esperan que las sesiones de quimioterapia que ya empezó a recibir la ayuden a salir de esta terrible enfermedad y volver con sus hijos de 10 y 3 años.
Consultado el hospital Carlos van Buren, señalaron que durante la jornada entregarán una versión sobre este caso.