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Villa Alemana y su lucha por recuperar los queridos molinos

Eran 300, pero por diversas razones, sólo van quedando 79. La Unidad de Patrimonio de la comuna quiere rescatarlos y postularlos a Monumento Histórico Nacional. Para ello hizo un catastro, fichas técnicas y habló con los propietarios.
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Cinthia Matus O.

En la calle Ignacio Carrera Pinto, muy cerca de la población Valencia, se levanta un molino de 12 metros de altura con 12 de profundidad. Con el viento, gira en el mismo sentido de las agujas del reloj y llena un estanque que hasta este preciso momento, mantiene unos 5 mil litros de agua. "Se lo compré hace más de 40 años a una señora de la calle Roma", dice Óscar Luna, su dueño. "Siempre me gustaron y como también necesitaba regar mi terreno, lo conseguí y ahora mis hijos se encargan de mantenerlo", agrega con orgullo.

Este molino, junto a los otros 78 que están repartidos entre el barrio Norte y Sur, son los últimos que van quedando en Villa Alemana. Hace unas décadas llegaron a contarse unos 300 y por eso, la comuna se ganó el nombre de "La Ciudad de los Molinos". La encargada de la Unidad de Patrimonio, Nicole Botto, explica que estos engranajes mecánicos arribaron entre finales del siglo XIX y mediados del siglo XX, cuando fueron traídos en barco desde Norteamérica. "Llegaron al puerto de Valparaíso y de ahí fueron comercializados por distintas casas comerciales extranjeras que los trajeron a Villa Alemana en ferrocarril", precisa.

Por entonces, los primeros habitantes de la ciudad los utilizaban para abastecer de agua las diversas casas quintas que aquí existían, permitiendo el cultivo de alimentos, viñedos y crianza de animales de corral. "Los molinos de viento que se pueden apreciar en Villa Alemana datan en su fecha de fabricación entre 1897 a la década de 1930. La mayoría de ellos fueron fabricados antes de 1910, por lo tanto estamos en presencia de elementos patrimoniales que ya cuentan con más de un siglo de antigüedad. Fueron ampliamente utilizados hasta la década de los 80, pero muchos de ellos dejaron de funcionar posterior al terremoto de 1985, por el paso del tiempo y la falta de recursos para mantenerlos", declara Botto.

Uso doméstico

El invento gringo fue tan exitoso, que en otras ciudades del país también lo adquirieron para impulsar el desarrollo económico. Sin embargo, en el caso de Villa Alemana, los molinos de viento fueron utilizados a nivel doméstico y no industrial. "La mayoría de la gente los instalaba porque tenían sus huertos. En mi caso, yo quería tener uno porque sembraba mis propias cosas para la olla", comenta Óscar Luna.

Durante 1894, cuando el colono español Buenaventura Joglar decidió parcelar Viña Miraflores y el sector recién se configuraba como ciudad, muchos extranjeros que vivían en Valparaíso y Viña del Mar decidieron comprar un terreno en Villa Alemana para levantar sus casas quintas de descanso. "En aquella época no existía alcantarillado, pero rápidamente se dieron cuenta que podían encontrar agua a pocos metros de profundidad, por lo que comenzaron a construir pozos y traer molinos de viento para extraer el agua de manera más eficiente. De esta manera el paisaje de la ciudad comienza a llenarse de molinos de viento", señala la encargada de la Unidad de Patrimonio.

Además, como la ciudad es atravesada por varios esteros en su parte rural y urbana, era muy fácil encontrar agua subterránea a poca profundidad. "La enorme red de napas subterráneas permitió y ha permitido no sólo la generación de pozos, sino que los molinos de viento encontrasen tierra fértil para funcionar", destaca Nicole Botto.

Patrimoniales

Por lo anterior, existe un gran interés en conservarlos y postularlos como Monumento Histórico Nacional. En junio de 2015, la municipalidad de Villa Alemana creó su Unidad de Patrimonio Comunal, la que junto a la asesoría del Centro de Estudios y Gestión del Patrimonio de la Universidad de Valparaíso (UV), está trabajando en el proyecto.

"La primera etapa fue realizar un catastro de los molinos de viento y que se ha ido perfeccionando con los meses. A la fecha contabilizamos 79 molinos de viento en Villa Alemana, versus los 300 que llegaron a existir. De estos 79 molinos sólo 7 se encuentran en espacios públicos o en propiedades privadas con carácter de uso público como los tres que están en el parque rotario de Las Américas. El resto se encuentra dentro de propiedades particulares. Los molinos que aún persisten en Villa Alemana corresponden a 7 marcas y 12 modelos distintos de origen norteamericano", apunta Botto.

Respecto a su funcionamiento, la encargada de la iniciativa asume que la mayoría de los molinos no están operativos porque su mantención es costosa y las personas que se dedicaban a repararlos han ido falleciendo. Por esta razón, se estima que no más de 5 molinos están funcionando óptimamente.

La segunda etapa, que es la más larga, consiste en unas "Fichas de registro y valoración", que otorgan un puntaje a cada molino. "Se ha levantado información técnica relevante para la confección del Expediente Técnico a presentar al Consejo de Monumentos Nacionales. Se han registrados los tipos de molinos, dónde se encuentran, quiénes son los propietarios, cuál es su estado de conservación general, etcétera. Junto con ello cada molino está siendo evaluado para ver si será incorporado o no al Expediente Técnico. Para ello se estableció una tabla de valoración que permitirá determinar qué molinos incorporar a partir de ciertos valores y atributos, siendo los más relevantes la contribución al paisaje histórico urbano de la ciudad, su fecha de fabricación, si se encuentran en una zona o barrios históricos, si está en el inmueble de origen, si la comunidad cercana reconoce a ese o esos molinos como un elemento relevante de su patrimonio, entre otros", detalla Botto.

Propietarios

Sin embargo, el requisito más importante, es la aprobación de los propietarios. "En vista que la Ley de Monumentos Nacionales deja en exclusiva responsabilidad del mantenimiento de estos molinos a sus propietarios, no queremos pasar a llevar la opinión de ellos. Aquel propietario que no quiera participar de este proyecto será respetado. No obstante, hay muchos que están dispuestos a participar porque estamos buscando todos los mecanismos para que esa responsabilidad sea compartida entre el municipio y propietarios, no sólo en su protección, sino también en su restauración y mantención", recalca la encargada.

Los propietarios de los molinos y que tienen el puntaje de la ficha están siendo notificados personalmente y tendrán tiempo para pensarlo de aquí a fin de mes. "Ya vinieron a preguntarme si quiero participar o no, pero lo estoy viendo con mi familia porque no queremos que después ellos tengan la facultad de hacer lo que quieran con mi molino. Yo quiero que se quede aquí, donde siempre ha estado, porque tampoco lo quiero vender", manifiesta Óscar Luna.

"De los 79 hemos hablado con 20 que tienen el puntaje para participar. De éstos, no sabemos todavía cuántos cumplen con el puntaje, pero estimamos que unos 20 estarían en el expediente", afirma Nicole Botto.

Una vez que los propietarios se decidan a participar, la Unidad de Patrimonio, junto al Centro de la UV, elaborará el expediente que se presentará ante el Consejo de Monumentos Nacionales y que, eventualmente, les permitirá obtener los recursos necesarios para restaurar los molinos y establecer un plan de mantención.