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Kumbia Hits: la movida tropical de Los Placeres que la rompe

El vacío dejado por la música sound elevó hasta la cima a un pintoresco género urbano. Con la picardía por delante en sus letras, esta wanderina banda porteña ha sabido meterle del bueno a temas que siguen sonando a todo ritmo.
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Guillermo Ávila N. - La Estrella de Valparaíso

Pamela Chu, Pamela Chu… Pamela Chu, Pamela Chu, Pamela Chu. Seguro ya hizo la prueba. Si no, aplique máxima velocidad en la entonación… pero ojo, evite que sea de frente a su suegra o a algún nazi de las buenas costumbres (ni hablar de amoríos fifí), porque este coro cantado a toda raja podría poner las mejillas ruborizadas (¡y cuidado su buena cachetada!) a más de algún cartuchón.

Casi como la vida misma (en modo machista), detrás de esto hay un hombre que es el corazón de esta particular banda de estilo alegre, distinta y que apuesta a la joda en buena. Una agrupación que se ha ganado el reconocimiento de la gente a lo largo de todo Chile. También en el extranjero donde -sí, lo afirmamos- la onda hasta prendió en imitadores de este sonido que destella dinamita pura.

"Picantes" con orgullo

Todo partió en la niñez de quien mueve los hilos en Kumbia Hits: José 'Toño' Pontío, el 'frontman' y dueño todorreno. Siempre luchador, aclara de entrada que ya a los 13 años sabía que la música sería lo suyo: tocaba el teclado donde pudiera conseguirlo, instrumento que lo acompañaría de por vida. Humilde, tal vez la cualidad que más realza José, se declara autodidacta al oficio.

Un anhelo se le cruzó entre ceja y ceja de peque: estudiar música en un conservatorio. Era su sueño. Pero las lucas escaseaban. "No teníamos ni uno", confiesa José Pontío, quien no sólo se quedó sin ingresar a curtirse en las partituras clásicas y evocaciones a escala de Mozart, sino que además no supo de instrumentos.

El sueño, como todos los de aquí en el sector Juan Pablo II, pasaje Mireya, cerro Los Placeres, aclara el director de Kumbia Hits, era salir de la pobreza. En esa época, inicio de los '90, los padres de 'Toñito' estaban en otra, "de locos por la vida", como recuerda ese período de vacas flacas en todos los sentidos. Sus abuelos le hicieron el aguante. De allí que a don Luis Pontío y Aurelia Lobos los tenga en un pedestal. Y no menor: se hicieron cargo del futuro instrumentista.

Las hojas del calendario caen en 'Toño': "En mi casa nadie tenía inclinación por la música". En paralelo, otros vecinos contemporáneos -y fanáticos del Wanderers también- como él tenían la misma inquietud: triunfar. Y la música, entre tanta pasta, falopa y alcohol que merodeaba, era una sana vía de escape al éxito.

Así fue que despertó una pasión. La música, cual Cupido, flechó a Toño y secuaces en esto de armar la banda. Había hambre de triunfo. Ellos harían lo que fuera para cimentar su destino.

La veta musical asomó por un ritmo que la llevaba desde hace rato en la zona norte latina del continente. Específicamente en tierra azteca y la frontera con gringolandia, donde un sonido propio de Torreón, en Cohahuila, pegaba fuerte: la llamada cumbia lagunera.

En Chile, poco se sabía de esta pegajosa música mexicana donde un exponente de fuste a la voz como Dimas Maciel, líder de 'Los Chicos del Barrio', hacía las de 'quico y caco' en taquilla, estadios y CD's desde que irrumpieron en 1995.

Despierto, como destila ser él, a Toño le crujió estructurar la banda en esa línea sonora matizada en la cumbia lagunera. Para ello reclutó a parientes y yuntas que iban en la misma 'pará'. Sólo había que echarse los instrumentos al hombro.

La calle y pachorra ya la tenían. Lanzarse sobre las tarimas y apilar un contundente repertorio en show eran consigna en el primer lustro del 2000.

Mientras las relucientes chascas al perfecto secado y pasitos coordinados al sonsonete che iban en declive, se hacía el momento perfecto para renovar lides y decirle adiós a la 'onda sound'. Entonces, el clic gatilló en José Pontío y su gente. Había que despeinar -a su modo- la movida tropical.

Poner en práctica la fantasía que alberga la cajita de sus sueños. Para ello, establecieron un centro de operaciones en la tierra que los vio nacer, desarrollarse, crecer y de la cual nunca han renegado raíces: Los Placeres. Allí, en el mismo pasaje Mireya, se armó un equipo para dar la pelea en los amplificadores de la vida.

Como en un plantel de fútbol de esos donde sus cracks se retiran portando una sola camiseta, la formación titular, que la ha mojado en estos años (aclaramos lejos del retiro), se mantiene desde su génesis. A saber: Jonathan Pontío (hermano de Toño), William Pontío (primo), Alejandro Morales, Renzo Muñoz, Sebastián Barraza, Gonzalo Muñoz, Santiago Opazo, Ángelo Zúñiga y José "Toño" Pontío, quien porta la jineta de capitán.

Los 9 magníficos del sabor 2.0: Cumbia Hits. "Los junté a todos y les dije el estilo. Sabía que la íbamos a romper", ratifica el referente vocal en su estilo.

Así, sin salvavidas de por medio, se lanzaron en pelota artística al agua. A golpear puertas nomás y quemar balas. Sin embargo, las primeras fueron de salva: pifias masivas y los "no salvan a nadie" se los comían pa' callados. "Picante" era el epíteto más suave que se mamaban a coro en sus primeras tocatas en el barrio Puerto donde los largaban de una por "malos". Fuerte.

Tercos, a pesar de las quejas familiares, su afán por seguir poniendo 'pecho de paloma' no paró más: ideaban canciones y letras pegajosas que aún no cachaba la gallá. "Fuimos innovadores". ¿Adelantados a su tiempo? "Sí, nuestro estilo de cumbia lagunera no se conocía, la causa del rechazo inicial", asegura Pontío.

Por eso, había que probarse con un demo. Corría 2006 y la mira estaba puesta en la capital. Aplanando calles en Santiago, llegaron hasta el sello Guyani. José Pontío recuerda haber hecho guardia de las diez de la mañana a las seis de la tarde. En ese lapso, no se movió de la silla de espera. Al final, otro portazo a la cara: al dueño del sello no le gustó nada el nuevo material de corte cumbiero mexicano.

Si había una banda que pegaba en ese tiempo era Noche de Brujas. También las del tipo villeras argentinas. Los productores y dueños de casas discográficas sentían apetito por hallazgos de similares características. A sus ojos y oídos, Kumbia Hits no lo era.

Pasaron cinco meses, y otro demo florecía en los estudios musicales en Placeres. A la interna del grupo, todavía quedaba fe en la gloria. Y estaban a un paso de ella. Tercos, volvieron a Santiago. Esta vez el demo bajo el brazo iba cargado a las buenas vibras. Y así lo entendieron en el sello Universo. Pero a su manera: si Kumbia Hits quería sacar al mercado dicho demo, tenían que ponerse con un palo. Toño, con su hábil labia, logró convencer al pez gordo del sello capitalino. "Al final nos grabaron", suspira.

¡y Van por más!

Y les gustó. Tanto, que hasta les regalaron 50 discos ("pero se quedaron con los master", agrega el porteño). En ese demo, donde además incursionaban con bachatas desconocidas para la época, había un sencillo que se transformó en grito y plata: el popular Pamela Chu.

Sin embargo, pasaron otros dos años y los temas, ni Pamela Chu, sonaban. Tanto esfuerzo y ningún fruto, se afligían en la banda. Nuevamente a 'patear la perra', esta vez las radios en la mira. Con las copias del disco que les quedaban, una puerta faltaba por golpear.

Era diciembre de 2008 y el Viejito Pascuero se acordó de los muchachos. Fue radio Corazón que lanzó Pamela Chu al dial para darles el mejor regalo que podían esperar: en unos meses, el tema los llevó al reconocimiento nacional. Un hit.

De la noche a la mañana, en 2009, productores, manager y sellos se peleaban por ellos. Eran la sensación popular. Y no sería pasajera. Por un show de una hora en la noche llegaron (y llegan) a ganar hasta tres millones de pesos. En promedio, disfrutan de cinco presentaciones semanales.

Con su primer CD debidamente inscrito, Cumbia Picarona, amasaron fama. También repercusión en otros países: recibían regalías por concepto de derechos de autor.

Era tiempo de luces y también televisión. Así Kike Morandé los llamó para su programa en Mega. Fue tal el furor que metieron otro hit con vaselina: 'Te gusta la que cuelga al teléfono'.

Para el 2014, un suceso pelotero conmocionó a todo Chile: minuto 119 y un violento remate se estrella en el larguero. Era la sentencia para los 'Pentacampeones' y en su Mundial. Con "El palo de Pinilla" Kumbia Hits metió su mejor golazo: éxito hasta en el camarín de la 'Roja'. De hecho, 'Pinirón' dio la vendimia oficial al tema.

De la misma forma, como wanderinos de tomo y lomo que dicen ser, le hicieron dedicatoria en puño y letra a otro ídolo, Carlitos Muñoz, el ex atacante caturro. El coro grita: "¡Dale Carlos a hacer un gol!".

El contacto con el delantero lo establecieron mediante su hermano mayor, quien juega a la pelota por el club Pedro Cabrera, misma institución donde Pontío afirmó públicamente hacer de "aguatero". Si hasta en Emiratos Árabes donde Muñoz se desempeñó al gol sonaba su cumbia pichanguera.

Ya en 2015 sus temas han salido en comerciales. Una muestra: 'Pa que me invitan (si saben cómo me pongo)'. Otra joya al audio cumbiero: 'Soy Ramón'.

Hoy la agenda de Kumbia Hits está copada, hasta diciembre. Con presentaciones a tablero vuelto son furor de norte a sur. Como en una familia con códigos de camarín -sin sus parejas, todas pololas de infancia-, salen los 14 integrantes (incluyen sonidistas) de Kumbia Hits de giras en el 'Kumbia móvil', un mini bus tipo liebre de color negro conducido por el padre de Toño. De hecho, este finde tienen copada agenda para presentaciones en fondas diciocheras tanto en la zona como Santiago.

Todavía resta un sueño en Toño y su banda: romperla en el Festival de Olmué. "No el de Viña… allí mueren los artistas" sentencia Pontío, para quien la fama no les ha subido pajaritos en la cabeza. "Seguimos en nuestro barrio, con nuestras señoras".

Para la galucha, una reflexión en Toño. "Gracias a esto ganamos lucas. En Chile pocos viven de la música". El sueño de unos pendejos de Los Placeres, hoy en la madurez de sus treinta y tantos, resulta tendencia. Ponen pulenta, y a los que les gritaban "picantes", pues oe, a coro les dedican: Pamela Chu, Pamela Chu… Pamela Chu, Pamela Chu, Pamela Chu.