Venezolano se sube al Metro para dictar clases de economía
Desesperado por la situación que vive su país, Omar Cacua lo dejó todo para empezar una nueva vida. Según la Casa del Migrante, en Valparaíso, todos los días llegan venezolanos a solicitar apoyo.
Con dos billetes en sus manos -50 y 100 bolívares respectivamente- el venezolano Omar Cacua (29) intenta dar una clase de economía en el Metro Valparaíso. Como el servicio sigue funcionando con el intervalo de los 12 minutos, el vagón está repleto, pero de igual manera intenta hacerse un espacio para que la gente lo pueda escuchar.
"Hola a todos, soy venezolano, discúlpenme pues, pero voy a ser explícito para que me puedan comprender", dice en un tono desesperado.
Los pasajeros se miran entre sí y tratan de ubicar desde donde proviene la temblorosa voz. Sin embargo, la mujer que en ese mismo momento está ofreciendo alfajores a $300 y 2 por $500, los desconcentra con sus gritos agudos.
Omar, entonces, levanta las manos para que todos puedan ver los billetes que trae consigo. "Aquí tengo los dos billetes de más alto valor en Venezuela, 100 bolívares y 50 bolívares, que se podría decir son como el billete de 10 mil y 20 mil pesos que tienen ustedes. Pero la diferencia es que el de $20 mil vale 30 dólares y el de $10 mil unos 15 dólares ¿verdad? pues bien, estos billetes que tengo acá, cuando Chávez estaba vivo hace unos 8 ó 10 años antes, costaban 28 dólares. Ahorita este billete no cuesta siquiera 1 dólar, sólo vale 10 centavos de dólar y este otro (muestra el de 100 bolívares) vale 25 centavos de dólar. O sea, que los dos juntos, ni siquiera hacen un cuarto de dólar y los dos siguen siendo los billetes de más alto valor", explica casi sin respirar.
Racionamiento
Los usuarios que van de pie observan a Omar con atención, pero todavía un poco confundidos con lo que intenta transmitir. "Para que me entienda mejor, para que usted pueda comprar una empanada necesita 10 billetes de éstos. Lamentablemente, el sueldo básico mensual de Venezuela es de 22.500 bolívares que, según el cambio, queda de 25 a 30 dólares por los bonos de alimentación que allá dan. O sea, no es nada, ¿quién vive con 30 dólares ó 20 mil pesos mensuales? nadie, por eso para el venezolano el desespero más grande es salir a otro país y conseguir una mejor calidad de vida", vocifera.
Cuando el Metro ya ha avanzado dos estaciones, Omar especifica cómo lo tienen que hacer los venezolanos para comprar sus alimentos. "En Venezuela los supermercados se manejan con el último número de la cédula de identidad. Por ejemplo, si el tuyo termina en 3, sólo puedes ir a comprar el martes porque el lunes van los que terminan en 0 y 1, el martes en 2 y 3, los miércoles en 4 y 5, los jueves en 6 y 7 y los viernes en 8 y 9. Los sábados pueden comprar con terminales de cédula del 0 al 4 y los domingos del 5 al 9, pero algunas cadenas no permiten comprar lo mismo que se llevaron en la semana. La mayoría hace colas interminables dependiendo lo que haya. Si hay arroz, azúcar y pasta, entonces sólo le venden un kilo de cada cosa por persona y para llevarse esas tres unidades, tienen que esperar hasta 5 ó 6 horas, es una situación realmente agobiante", detalla.
En este punto de su "clase", los pasajeros quedan atónitos. Más aún, cuando el inmigrante cuenta que como Psicólogo Clínico tuvo que vender su moto para conseguir empleo como extranjero. "Vendí mi moto y todo lo que tenía, pero el dinero se ha devaluado demasiado y ya no me queda para seguir. Tengo una amiga en Argentina que vive en Neuquén y ella me va a ayudar mientras me estabilizo. Mi meta es llegar allí y por eso los estoy molestando. Ya sé que con lo que dije no basta, pero para mí ha sido muy difícil hacer esto, no conozco a nadie... y voy a cantar rápidamente una canción, que aunque no tengo instrumentos y no soy cantante profesional, me puedan ayudar", manifiesta ya con la voz quebrada.
En efecto, Omar no tiene talento para el canto. Sin embargo, los que le han prestado atención deciden meter la mano al bolsillo para darle monedas y hasta billetes de $1.000. "Muchas gracias, muchas gracias, que Dios se lo pague", repite a lo largo del vagón.
Al bajarse en la estación que sigue, Omar suspira y se queda mirando la plata que le dieron. "Tengo mi carrera pero para ejercerla tengo que revalidarla. Eso lo intentaré hacer en Argentina, pero mientras trabajaré en lo que sea porque en mi Venezuela las cosas están tan mal que quiero pronto traerme a mi madre y hermanitos. Mi padre se fue a Panamá hace muchos años y ya tiene otra esposa, así que desde que mi hermana mayor tiene su esposo e hijo en España, yo me hice cargo de mi madre y mis hermanitos y por ellos estoy haciendo todo esto", cerró.