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Las 3 mosqueteras que llegaron para levantar a Wanderers

Carolina, Constanza y Angélica no superan los 30 años, pero tienen claro que la extensa historia del club y su valor como patrimonio intangible de Valparaíso es algo que se debe preservar. Esfuerzo que hacen desde la Corporación.
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Mirian Mondaca Herrera - La Estrella de Valparaíso

Largos cabellos femeninos que caen sobre el cuello verde y blando de la casaquilla más amada de Valparaíso, es el tangible indicio de que seguir al club de sus amores hace rato dejó de ser privativo para las mujeres. La barra de Santiago Wanderers está integrada por un número no despreciable de féminas e, incluso, han ido más allá, existiendo también coordinadoras.

Ese vínculo tiene una historia de años; sin embargo, si se trataba de asumir mayores responsabilidades como socias y ser miembro activo en el cotidiano de la Corporación, las cosas no eran equitativas.

Ese desalentador panorama empezó a cambiar a partir de un cuestionado hecho que marcó la historia reciente del club: la entrega en concesión del fútbol profesional y el uso de la marca a la sociedad anónima Joya del Pacífico (posteriormente Santiago Wanderers SADP).

Tras ese instante en que el Decano cambió de manos por miedo a la quiebra, vinieron las promesas incumplidas y las dudas resurgieron. Ahí fue cuando los socios volvieron paulatinamente a interesarse por el destino de "Wanderito" y el momento preciso para que el género femenino tuviese su espacio de esta resurrección.

Fuerza femenina

Hace un par de años, Carolina Cabello, Constanza Peña y Angélica Escudero jamás se habían visto, pero -sin saberlo- existía un sentimiento compartido que más tarde las uniría: su pasión por Santiago Wanderers. Un lazo que no mide límites territoriales. De hecho, dos de ellas no crecieron jugando en las calles de la Ciudad Puerto.

Carolina es la única de las tres mosqueteras que es de origen porteño. Si bien, su historia familiar no la liga al balón en los pies, sí lo hace al básquetbol de la zona. Por ende, desde pequeña respiró deporte en su casa.

"La conexión con el deporte y con Valparaíso la tuve desde antes de nacer. Mi familia tiene una larga trayectoria en el básquetbol porteño", cuenta la joven que encestó balones por 15 años y que es hija de Alexis Cabello, uno de los principales formadores de jóvenes valores que tuvo la región.

Esta ex basquetbolista, que también se luce como comentarista de los partidos del Decano en la radio onlineWanderers FM, comenta que la mala administración que estaba llevando la sociedad anónima fue el detonante para que se acercara a la Corporación.

"La idea era poder recuperar el club para sus socios, sus hinchas, su gente. Principalmente después de ver el mal manejo (...) se estaban cerrando todos los espacios para que la gente en Valparaíso pudiera compartir y tener este sentido de pertenenencia y de identidad, que es característico de los porteños", agrega la Prosecretaria de la corporación Santiago Wanderers y también socióloga.

El mismo ideal tuvo hace poco más de un año Angélica Escudero, que desde la Región Metropolitana veía cómo el sentido de pertenencia del porteño con Santiago Wanderers se apagaba lentamente. No nació ni se crio en Valparaíso, pero el lazo con el club corría por sus venas, cuando hace 12 meses decidió dejar la capital y establecerse en la Ciudad Puerto.

"Si yo soy wanderina hoy es por mi papá. Mi familia paterna siempre fue fiel al club y me enseñaron a quererlo", confiesa la encargada del Área Patrimonio y Cultura de la Corporación.

En la misma línea crítica que comparte con Carolina hacia las sociedades anónimas, esta licenciada en Historia enfatiza en el rol de las socias y socios de cara a mantener la identificación del club con los porteños.

"Estamos llamados a recuperar al club de las sociedades anónimas. (...) A terminar con los modelos de administración basados en el dinero. A terminar con los accionistas del tipo Nicolás Ibáñez, Carlos Heller, Aníbal Mossa, que se metieron a invertir en el deporte porque era un nicho de mercado que no estaba lo suficiente explotado y que se veía rentable", asegura.

La única rubia de las tres féminas benditas entre todos los hombres es Constanza Peña, quien heredó la garra de su bisabuelo materno que en medio de las casas de Santa Julia donde dominaba el azul y amarillo evertonianos, izaba con orgullo la bandera verde del Decano. "Tenía un negocio que se llamaba Verde Mar . Era como choro, de repente se agarraba a pelear, no estaba ni ahí", cuenta entre sonrisas sobre su "tata", que usaba terno pero siempre con una corbata verde.

La hoy segunda vicepresidenta de la Corporación Santiago Wanderers comparte claramente la aprensión de sus compañeras de labor. "Cuando pasó lo de la concesión, igual en algún momento pensé que podía funcionar, pero todas las promesas que hicieron no se cumplían. Se empezó a tratar a los hinchas como clientes. El mayor temor era que el club se convirtiera en una empresa y dejara de ser lo que históricamente ha sido; un club popular, de la gente, del cerro", indica cada vez que se le pregunta el por qué de su llegada a la Corporación.

Ideas frescas

Junto a los demás miembros de la Corporación, estas tres mujeres han desarrollado distintas iniciativas para recuperar el tiempo perdido y estrechar los lazos entre el club y los hinchas.

En ese sentido, el mes aniversario del Decano fue una buena ocasión para avanzar en ese afán. Durante todo agosto varios puntos de la ciudad y, en particular, la sede fue escenario de conversatorios, exhibición de películas y actividades inéditas como "Mi Experiencia de Wanderinidad", con jugadores, ex jugadores y ex entrenadores del club.

De esta forma, la sede de avenida Independencia volvió a tomar protagonismo, para en un futuro quizás convertirse en un lugar abierto para exposiciones y lugar de consulta abierta a los archivos del club.

El resto del año, la escuela de fútbol para niños y adolescentes entre 5 y 15 años, con sede en el auditorio Guillermo Bravo de cerro Cordillera, es una muestra del empuje de esta nueva sangre que rige la Corporación Santiago Wanderers. Un grupo de socias y socios que trabaja cada día para no dejar en el olvido la historia del club más longevo de Chile.