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Una idea para evitar más muertes en la montaña

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El domingo caminaba a mi local de votación, cuando una señora -imagino que de mi edad- que iba delante mío, me preguntó: "¿Cuánto falta para dónde se va a votar?". "En el semáforo que está a 100 metros, doble a la izquierda, camine otros 200 metros y ahí es". Respondí.

Se detuvo, imagino que hizo un cálculo y dijo en voz alta: "muy lejos" y volvió a su auto. Dudo si sufragó. El miércoles, estaba en el aeropuerto de Balmaceda, cuando en la sala de espera interrumpieron la programación habitual, para informarnos de los malogrados jóvenes que devolvió la montaña.

Muchos, ahí, en plena Patagonia, nos concentramos en la transmisión.

Ambos hechos me llaman a la reflexión. El primero, mediante una pregunta muy simple: ¿Qué pasó en nuestra sociedad donde caminar parece ser prueba de titanes?. La segunda me invita a ir más allá: ¿Cómo es posible que en uno de los países con más montañas y volcanes en el mundo, nuestros conocimientos de andinismo sean tan básicos?

Pienso en ambos temas y no puedo olvidar los últimos resultados del SIMCE de Educación Física. Alguna relación debe haber entre el pésimo estado físico de nuestra juventud, con estas dos situaciones.

Los pobres resultados de los jóvenes de 14 años, sin duda, tienen como principales responsables a los adultos. Seguro que el ejemplo de esa señora, la que pareciera evitar cumplir con su deber antes de caminar 300 metros, influye en su entorno, especialmente, en los niños.

¿Nos podemos quejar entonces de ser el segundo país en el mundo con mayor tasa de sedentarismo? ¿Puede llamarnos la atención que el 20% de nuestros niños de 14 años sean obesos? No, por supuesto que no. Al contrario, son datos esperables, muy dolorosos y que nos dejan con una gran interrogante respecto de cómo será la salud de las generaciones venideras.

En eso trato de concentrarme al escribir, cuando leo que el Ministerio del Deporte ha decidido aumentar la planta de sus trabajadores (que implica un alza de un 15,1% en salarios, con un monto superior a los $3 mil millones) en desmedro del presupuesto asignado al alto rendimiento deportivo. Con esos datos, junté peras con manzanas. Recorrí mentalmente las 204 comunas que he recorrido estos cinco años. Pensé en los dos jóvenes que el Cerro Provincia devolvió. Saqué conclusiones, y pregunto: "¿Y si, aprovechando los cerros presentes en la gran mayoría de las comunas, incorporamos el andinismo como ramo obligatorio, desde el Jardín Infantil a Octavo Básico?".

Medito: promontorios abundan; se puede empezar con caminatas por senderos y terminar en escaladas sin riesgo. Así, combatimos el sedentarismo; compartimos con la naturaleza; bajamos nuestros índices de obesidad; disfrutamos del logro que implica llegar a la cumbre; somos capaces de entender y apreciar nuestro entorno. Podría seguir enumerando beneficios hasta el infinito.

No me podrán decir que no hay infraestructura (natural y que está ahí) o que escasea el dinero. Pues, si las finanzas permiten aumentar la planta de trabajadores (lo que no implica mejorar la producción) que no vengan con la martingala de que no hay para enseñar a nuestros niños a convivir con lomas, montes y cumbres.