El lanchero de la Sudamericana que sigue dando la pelea
Manuel Ulloa es el único ex pescador de la Caleta Sudamericana -que cerró el 2013 para despejarle el camino al T2- que sigue dando la pelea. No aceptó la indemnización y emprendió una batalla legal que está lejos de terminar.
Alos 58 años y con 43 de pescador, Manuel Ulloa dice que tiene que competir con cabros más jóvenes para poder salir a "pillar" la jibia. Asegura que le pone caras a los patrones de las lanchas en Quintero para que lo dejen trabajar. Pero a pesar de las incomodidades, insiste, porque es el patriarca de una familia numerosa, donde diez bocas dependen de él, entre ellos varios de sus nietos.
Manuel Ulloa hasta hace unos años era el jefe de "La recicladora", una lancha que partió a comprar a Caleta Aulén (Región de Los Lagos) y que transformó con puros desechos que sacó del fondo del mar, de ahí su nombre. La acondicionó bien, le instaló todo lo necesario para mantener en buen estado la pesca, y la puso en la Caleta Sudamericana. Pero la alcanzó a trabajar bien poco, porque el 5 de febrero 2013 se concretó el cierre del embarcadero, donde este porteño había trabajado como tripulante 30 años.
"Estuve en la Caleta Sudamericana desde que la abrieron. Primero teníamos las lanchas en el muelle (molo) y después la Armada nos tiró para acá. Mi padre tenía lancha, mis abuelos también tenían embarcaciones, yo soy tercera generación, pensaba que mis nietos iban a ser la cuarta generación, pero estos caballeros me dijeron que no. Y me quitaron la lancha, está con pérdida total", relata Manuel.
Cuando se decretó el cierre de la caleta Sudamericana, debido a la construcción del Terminal 2, la Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV) negoció con los cuatro sindicatos que existían en ese entonces y se acordaron una serie de indemnizaciones para tripulantes, dueños de las embarcaciones y todos los trabajadores de las distintas faenas.
Pero a Manuel no le gustaron las condiciones: "Yo no llegué a acuerdo, nunca me ofrecieron algo que valiera la pena. Me ofrecieron un millón de pesos, nada, con eso no compro ni la pintura para echar al agua la lancha". Junto a otros pescadores igual de descontentos optaron por la vía legal e iniciaron juicios indeminizatorios. El abogado Álvaro Testar, quien lleva la causa de Manuel, cuenta que partieron 80, pero hoy sólo 5 siguen dando la pelea. El más duro es Ulloa, quien asegura que va a seguir hasta que consiga su objetivo.
-Pero Manuel, ¿vale la pena seguir peleando?
-Cómo voy a aceptar un millón de pesos yo, si a los malabaristas, los que hacían el aseo y tiraban la jibia para arriba. que no tenían documentos, no tenían nada, les dieron dos millones de pesos. Y yo que llevo toda la vida ahí, cómo voy a aceptar un millón de pesos.
El vecino de Porvenir continúa. "Ahora quiero que me paguen una indemización y recuperar mi embarcación. Si yo no la compré para ellos...me costó 40 millones de pesos. ¿Cómo se las voy a dejar a ellos? Más encima le han robado todo, está la pura caparazón. Fuimos con un perito que pidió la jueza, vamos a cumplir un año de eso y no hay ningún avance".
Manuel cuenta su historia sentado en un banco del Muelle Prat. Su lancha está unos metros más allá, pero no puede pasar ni siquiera a echarle una mirada. Así que entra a la Estación Puerto para lograr verla, pero nada. Entonces enfila decidido por calle Errázuriz, hasta la altura de Almirante Gómez Carreño, donde se encarama arriba de la baranda del metro para tratar ver algo. "Ahí está, toda destartalada", asegura.
Tan desesperado está con esta situación Manuel, que en algún minuto pensó en amarrarse al Muelle Prat y prenderse fuego. "Ponerme una cadena y quemarme para que la gente vea lo que está pasando con mi caso".
Y seguirá
Porque los abogados de la contraparte se lo han dicho, Manuel Ulloa sabe que la batalla judicial radicada en el Primer Juzgado Civil de Valparaíso tiene para rato. Lleva años esperando un fallo de primera instancia, el que seguramente será apelado por quien resulte perdedor, así que es difícil prever cuándo terminará todo. "El abogado de ellos (EPV) me dijo que seguramente yo iba a ganar en primera instancia, pero que ellos iban a seguir apelando", contó Ulloa.
Álvaro Testar explica más en qué consiste la causa: "Es un juicio indemnizatorio que comenzó con 80 pescadores, pero tal como decía don Manuel la Empresa Portuaria baja el juicio a 75 y quedan 5 pescadores".
Las condiciones sociales de cada uno de los demandantes influyeron en el proceso; la mayoría quedó en una condición de mucha vulnerabilidad tras el cierre de la Caleta, entonces aceptaron negociar con EPV. "Es una batalla titánica, muy desgastadora", reconoce Testar, quien sigue junto a Ulloa a pesar de las dificultades.
Para colmo, los males de Manuel Ulloa continuaron una vez que se fue a trabajar a Quintero. "Fue víctima de los dos derrames de petróleo, del temporal de agosto del año pasado. Los estragos son gruesos, son grotescos, no es menor".
Mientras sigue adelante el proceso judicial, a Manuel le gustaría recuperar su lancha para quizás trabajarla en otra caleta...si es que puede recuperarla, ya que él asegura está desmantelada. "Eso sería lo mínimo, lo ético y legal, más las indemnizaciones", asegura Testar.
-¿Están dispuestos a sentarse a negociar nuevamente?
-Sí, podría haber conversaciones, eso no se niega, pero no en estas condiciones aberrantes. Somos abogados que no nos vamos a sentar en una negociación humillante, que siga degradando. Por último nos queda el esfuerzo y el orgullo.
"A mí -dice Manuel- la última oferta que me hizo EPV fue de 5 millones de pesos, me pusieron el vale vista encima, pero a mí como pescador me corresponden 15, más encima de la lancha me robaron todo, que son más de diez millones de pesos".
La Estrella trató de obetener una versión respecto a estos hechos de la Empresa Portuaria de Valparaíso, pero a través de su departamento de comunicaciones señalaron que no iban a referirse al tema.